Hace un año aproximadamente, la cartelera mexicana fue asaltada por el fenómeno taquillero Nosotros Los Nobles (2014), una comedia con humor muy mexicano que rápidamente pudo conquistar el lado picaresco de la audiencia en el país. Quizás la clave de dicha película haya sido el utilizar chistes regionales y humor local para lograr la identificación con el público, siempre es grato visualizar películas que se aferren a la cultura popular de un país y bromeen sobre ello ante la invasión de producciones hollywoodenses. A veces se pierde la identidad nacional al consumir un humor ajeno a nuestras circunstancias (refiriéndonos a comedia).
El éxito de Ocho apellidos vascos – Romance a la española (2014) en su país, es equivalente al acierto que significó Nosotros Los Nobles en cuanto a taquilla, rozando los 51 millones de euros recaudados y convirtiéndose en la cinta española más vista y exitosa de la historia, superando incluso a superproducciones como Lo imposible (2012) o Los otros (2001) –ambas protagonizadas por estrellas de Hollywood como Naomi Watts y Nicole Kidman–. Además es la producción que más tiempo ha permanecido en el número uno de la cartelera española, se podría decidir que Ocho apellidos vascos es en España lo que Amigos (Intouchables, 2011) es a Francia.
Este largometraje probablemente esté lejos de ser la mejor producción española de la historia, puesto que no se acerca al arte que emana el cine de Pedro Almodóvar o cintas más jóvenes como El laberinto del fauno (2006) –filmada por un mexicano, sí, pero financiada con capital ibérico–. La clave de su éxito se debe a la empatía conseguida con la audiencia española construyendo una trama a partir del humor más popular de dicha nación e incluso burlándose de sus estereotipos culturales, algo que Nosotros Los Nobles igual aprovechó al máximo en México.
Hay que ser claros; el público que espere un argumento complejo o que exprima el intelecto del espectador no lo encontrará. La trama es simple, pero es esa sencillez la que la hace tan llevadora y, sobretodo, divertida. El guión va de un joven sevillano que se enamora de una chica vasca de la que ha quedado flechado después de una noche y tendrá que hacerse pasar por vasco, utilizando los ocho apellidos a los que hace mención el título.
Sin duda a la audiencia española le resulta más amena la cinta, al poder captar el sinfín de tópicos regionales que abundan en el filme. De cualquier modo hay un par de escenas en las que cualquier tipo de público cederá con una carcajada espontánea (una virtud más de la película). Abundan las situaciones exageradas y que abrazan el absurdo, sin embargo, el público debe estar dispuesto a ser parte de la broma que esta aventura propone, tarea fácil ya que la película es ágil y no se siente pesada.
Otro acierto es que a pesar de que el argumento daba para aprovechar el humor negro y acidez, los guionistas prefirieron hacer la trama digerible para todo tipo de público, aprovechando dicho humor para darle ese sello español a la cinta. A fin de cuentas Ocho apellidos vascos se ha ganado un lugar en la historia de la cinematografía española y no precisamente por ser la película más memorable, más bien por lograr una empatía con el público. Del mismo modo, es poco probable que Nosotros Los Nobles sea el mejor filme del cine mexicano, pero algo tuvo que supo estar en boca de todos.
Por Víctor López Velarde Santibáñez (@VictorVSant)