“Nadie se acuerda” de la ciencia ficción mexicana

La historia del cine de ciencia ficción en México casi no tiene páginas. Al revisar los géneros que la cinematografía nacional ha abordado a lo largo de su vida, éste parece ser el primo feo del que nadie se quiere acordar en la fiesta. Sí, a veces, cuando se junta con otro en la fiesta puede ser muy chistoso, pero cuando viene solo luce aburrido, hasta su vestir aparenta inapetencia, sobre todo porque la gente no puede olvidar que conoció a sus parientes ricos de Estados Unidos que siempre tienen dinero para lucir impresionantes con todas sus explosiones y gráficos por computadora.

Buscando desenterrar la verdadera historia del género en nuestro país y darle contexto al especial dedicado al tema –éste–, nos sentamos a platicar con José Luis Ortega Torres, investigador especializado en cine mexicano, editor de Revista Cinefagia y programador de Masacre en Xoco. Charlamos sobre los inicios del género en suelo mexicano, la necesaria validación extranjera para hacerlo atractivo para nuestro público, la hibridación con otros géneros y un par de cosas más…

Butaca Ancha (BA): Leí que Buster Keaton inauguró la ciencia ficción mexicana con Hombre en la Luna, ¿cómo estuvo eso?

José Luis Ortega Torres (JLOT): Fíjate que Buster Keaton sí vino por acá a hacer algunas cosas interesantes, pero ciencia ficción mexicana habría que ir un poco más atrás en los años 30, con esas mezclas de horror con ciencia ficción, la onda del científico loco. Hay una película que se llama El baúl macabro de 1936, donde se mezcla todo lo del científico loco con algo de horror. Las premisas eran muy básicas, muy del estilo del científico que quería salvar a su esposa que estaba muriendo.

BA: Revisando la lista de películas de ciencia ficción, ese es uno de sus temas favoritos, ¿no?

JLOT: Sí, el científico loco. Era muy repetitivo y creo que en realidad películas de ciencia ficción, digamos “seria”, hay en realidad muy pocas. Me acuerdo de El supersabio, con Cantinflas, ya sabes, la clásica de fórmula secreta para volverse inteligente, aunque es más tirándole a chunga. Buster Keaton vino a hacer esa película ya en decadencia.

BA: ¿A qué se debe que no haya ciencia ficción “pura”? Generalmente la presentan mezclada con otro género.

JLOT: Los luchadores y la comedia son lo más. Creo que se debe a que los géneros fantásticos, en este caso centrados en ciencia ficción, aunque aplica para el terror, la fantasía y hasta el cine infantil, aplica que no hay un conocimiento real de literatura mexicana, 100% escrita en México de esos temas. Sí, hay literatura de horror, de ciencia ficción, sobre todo en los últimos 30 años hay más literatura autóctona, en el buen sentido de la palabra. En aquellos años, la literatura mexicana era post-revolucionaria, centrada en otros aspectos, tópicos, otro tipo de géneros literarios y no se abordó de una manera mayoritaria el ejercicio de literatura fantástica. Lo que se hacía era traer, jalar aspectos de literatura internacional. Los clásicos de Julio Verne, toda la ciencia ficción esquemática, arquetípica, del científico loco, del viaje al espacio exterior, al centro de la Tierra, todo ese tipo de película que representaban esos tópicos de la literatura universal. Tampoco estábamos en condiciones de hacer producciones que reflejaran la ciencia ficción clásica de la Universal o de la Hammer en los 50, o ciencia ficción de la Guerra Fría. Entonces tenían que mezclarla con lo que era cercano al público. Estamos hablando de que en general, sonará crudo, tampoco había un acercamiento literario en el gran público, conocimiento real de la literatura de género. No podían llegarle al público con ciencia ficción pura, en términos de explotación cinematográfica; tenían que revestirla de situaciones mexicanas que resultaran próximas al espectador. Ahí está el caso de la ciencia ficción con bolero ranchero en Viaje al centro de la tierra, la ciencia ficción con Cantinflas, Resortes, Clavillazo, Piporro. Tenía que haber este acercamiento populachero. Del otro lado no estaban pensadas para ser cómicas sino épicas las de luchadores peleando contra marcianos, aunque al final terminaban siendo cómicas y llenas de humor involuntario. Creo que el cine mexicano de ciencia ficción tenía que nutrirse de los clásicos porque aquí no se estaba generando.

BA: No se reflejaba porque no existía…

JLOT: Sí, y para hacerlo cercano había que echar mano de lo que el público disfrutaba: cómicos, luchadores, cantantes. Es un híbrido muy extraño.

BA: Y ahora que hay respaldo literario y artístico, ¿por qué no se hace más ciencia ficción actualmente?

JLOT: Es una buena pregunta. Creo que siempre hay algún loco que hace Mutantes del año 2000, 2033, la película cristiana, otra con Luis Fernando Peña que se llama Traficantes de sueños, Depositarios, que es buena, sí hay gente que quiere hacerlo pero estamos en una situación industrial distinta. Ahora para poder hacer cine de manera solvente, sí necesitas llegarle a los apoyos oficiales. A menos que seas una compañía súper posicionada, como Lemon Films. Como cineasta independiente sí necesitas apoyo oficial y ellos no están interesados en este tipo de cine. El cine de géneros, incluyendo los menores, no son prioritarios para las instancias oficiales que pueden otorgar solvencia económica; por otro lado, la industria privada tampoco. Ellos están pensando en recuperar fácil vía el melodrama romántico, la comedia…

BA: Ser rentables…

JLOT: Exacto, hasta con películas de terror buscan ser rentables, no con ciencia ficción. Es decir saben que el género de terror, aun cuando sean películas de factura defectuosa o con guiones que cojean, saben que van a ser rentables. Es un género económicamente agradecido, hasta en DVD; la ciencia ficción no, pues sí te busca otro tipo de público un poco más preparado para percibir ciertas cosas. El cine de terror puede ser bastante plano, vulgar, busca una recuperación fácil y la ciencia ficción es más difícil de vender. En ese sentido, ni las instancias oficiales ni las productoras privadas buscan la salida de la ciencia ficción. Hacer una película de este tipo requiere de un guión muy especial. No estoy diciendo que necesites tener los efectos de los Wachowski o de Bruckheimer para tener una buena producción de ciencia ficción, sino que necesitas una buena historia, bien trazada, que te plantee cosas con recursos mínimos y una puesta en escena inteligente. No hay que ir muy lejos, Alphaville de Godard es una película de ciencia ficción filmada en la calle de una manera normal y sin efectos especiales; es Godard finalmente. Se pueden hacer películas de una forma pequeña, inteligente y apostándole al guión que a los efectos especiales. Los cineastas que están haciendo ciencia ficción en México no le están apostando a historias interesantes. Salvo Sleep Dealer, que me parece una apuesta muy interesante con recursos mínimos. Es un escenario extraño: una Tijuana decadente, usando dispositivos que ya tenemos a la mano, no están lejanos y de alguna forma pueden dar un revestimiento, aunque al final la historia es lo primordial, aun cuando hay más literatura desarrollada. No hay historias escritas para cine.

BA: ¿Y al público sí le gusta la ciencia ficción? Después de todo, no se ve mucho y se ve chafa…

JLOT: Puede ser que haya algunos prejuicios en contra del cine mexicano, a que si van a ver ciencia ficción mexicana van a ser los foquitos de colores de El Santo, creo que también ya salimos de ahí. La apuesta sería no intentar hacer un laboratorio con unos efectos a lo Minority Report, películas tan tecnificadas que resultan abrumadoras en pantalla. Si el público mexicano está esperando efectos especiales de ese tipo, estamos jodidos. El público se va a decepcionar si busca eso e inmediatamente va a decir “esto está chafa” porque sus expectativas eran otras. Si les pones una buena historia, un guión estructurado, ¡hasta una paradoja temporal en Chapultepec! Si el guión es inteligente, creo que la gente puede encontrar el giro, pensar que es una historia que puede ser factible que suceda. Es uno de los tópicos de la ciencia ficción: plantear situaciones que pueden llegar a ser ciertas.

BA: ¿Ha tenido época dorada la ciencia ficción nacional?

JLOT: Uy, no. Han sido puros chispazos. No creo, porque ni siquiera hemos tenido un nombre que lo ubiques como creador de ciencia ficción. En el género del terror, que es el primo cercano, hay nombres como Fernando Méndez, Taboada, Chano Urueta, sabías que se dedicaban a hacer cine de terror, bueno o malo, no importa, pero lo hacían. Más para acá está Cronos. Ubicas a esas personalidades, no hay director que se haya metido a hacer así ciencia ficción. Por ahí tienes una película producida por Guillermo Calderón Stell, que hizo de todo; tiene por ahí cintas o Alfonso B. Crevena o René Cardona, que hacían algo de vez en cuando, pero no hay una época fuerte de ciencia ficción; son esfuerzos muy aislados. En los 30 estaban los científicos locos, en los 50 con el auge de los robots está La momia azteca contra el robot humano, que ya ni siquiera era una premisa original. O la película de Piporro, La nave de los monstruos.

BA: Son ocurrencias buscando sacar algo de dinero…

JLOT: Sí, totalmente. Creo que la epoca en que más se hizo fue en los 60, cuando hay un auge en el cine de luchadores; por ahí metieron algunas cosas sin llegar a ser de oro. Es más, en público o en taquilla no existe el dato de cómo les fue.

BA: El cine de terror mexicano tiene un culto significativo aunque pequeño, la ciencia ficción parece no tenerlo. ¿A qué se debe?

JLOT: Nadie se acuerda. En realidad, creo que es a nivel internacional. El culto por el cine de terror en México surge a partir del culto internacional, como siempre somos unos “pinches posers”, no surge el culto al cine de terror mexicano por los mexicanos. Cuando el horror mexicano comienza a verse y programarse en el extranjero, aquí alguien descubre que la Cinemateca Francesa programó una película cagada mexicana de terror, lo que es cierto y hay documentos para probarlos, o que en Turquía El Santo tenía fanáticos. A partir de que se descubren en Estados Unidos ciertas películas, allá un productor compra paquetes de películas mexicanas, El barón del terror, Muñecos infernales, La horripilante bestia humana, las compra para distribuirlas en Estados Unidos, las remonta y pide en algunos casos más escenas y las manda a los drive-in como películas de apoyo para las gringas, como segundas funciones. El público ve esas películas, le empiezan a gustar y nunca falta el loco que las empieza a rastrear. A partir de ese fenómeno fuera de México es que nos regurgita a nosotros. Eso nunca pasó con la ciencia ficción porque para los extranjeros es cagado ver a La Llorona, ver al Santo peleándose con unos monos de goma, ver la ambientación de Gunther Gerzso para El Vampiro. A partir de esos detalles “mexicanistas”, para bien o para mal, es que surge el interés por ver una momia azteca, un luchador mexicano, enanitos. Mexican curios. El cine de ciencia ficción hecho en México, que no mexicano, no plantea premisas mexicanas, no plantea personajes mexicanos, plantea rehechuras churrísimas de los tópicos internacionales. Nosotros podemos poner a Teztatlipoca como la momia azteca y podemos insertar al Santo como superhéroe azteca y a Drácula en la Hacienda de los Sicomoros, pero lo que hay en Gigantes planetarios es un grupo de astronautas que se suben a una nave para ir a la Luna; es un tópico ad nauseam de la ciencia ficción. Sólo queda Ferrusquilla contando chistes vestido de astronauta ligándose a una extraterrestre que es Chachita y se llama Fri Jol. No hay situaciones mexicanas, no hay algo que los extranjeros notaran como Mexican curios. Veían reelaboraciones mal hechas de lo hecho en otros países o del clásico estadounidense. No hay culto a la ciencia ficción mexicana porque no hay validación extranjera, sigue sin tenerla y nunca la va a tener. Los Olvidados tuvo que ir a Cannes para ser extraordinaria. Buñuel es el mejor cineasta que tuvo México, aunque estuviera de paso, porque estaba validado con la Palma de Oro de Viridiana. No se te hace chistoso ver a los cinco marcianitos en la nave espacial, sino a Piporro correteando a Ana Berta Lepe y cantándole o ver paleontólogos en el centro de la Tierra; lo chistoso es que Javier Solis se suelte cantando un bolero. Somos bien malinchistas porque se valida por el exterior: si es de afuera es bueno, si no olvídate.

BA: ¿Cuáles serían las películas ideales para entrarle a la ciencia ficción mexicana?

JLOT: Ésa de Sleep Dealer, Depositarios, que es bastante reciente, Utopía 7, de Polo Laborde, que es de verdadero culto. Por ahí, Aventura en el centro de la Tierra, Gigantes planetarios, tendría que ser La momia azteca contra el robot humano, que es una mezcla de todo, todavía se puede conseguir El baúl macabro. Ya en las chistosas, estaría Conquistador de la Luna, con Clavillazo y Peluffo, Santo contra la invasión de los marcianos, con sus marcianos esplendorosamente bellos. Y por supuesto El hombre invisible, de Bustillo Oro, no le pide nada a las hollywodenses, los efectos están muy bien logrados y Arturo de Córdova está muy bien. Es una película extraordinaria.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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