Mórbido | Conoce Las delicias de la otredad

El programa de cortometrajes Las delicias de la otredad, incluido en la programación de Mórbido Fest, nos invita como espectadores y amantes del terror a desafiar nuestras concepciones. Esto convierte a la selección en la propuesta más atrevida del festival, gracias a su corte experimental y a la manera en que los cineastas involucrados expanden de maneras sutiles o radicales lo que entendemos por horror.

Emerge (2020), por ejemplo, cuenta una historia sencilla: una mujer busca traer a la vida a su amante muerto mediante un ritual del que se nos revela poco. El director Rafa Dengrá Oliver dota a su relato, cercano a los 3 minutos de duración, de un flujo de imágenes sensoriales con cierto aire de pesadilla.

La edición del cortometraje no pretende darle un sentido a la historia u ofrecernos un orden para acceder a ella. Olivier está interesado en crear sensaciones, ofrecernos un vistazo breve y conciso a la fragmentada mente de sus protagonista, quien ante el dolor y la pérdida sólo ha encontrado como salida traer a su pareja de regreso. Para ella, no hay nada más relevante.

La culpa y los sentimientos que se desatan por la pérdida de un ser querido también son el tema central de Eyes of Eidolon (2020), cortometraje de Davi Pena. En la película, un hombre vive aislado en una cabaña lejos de todo consumido por la muerte de su esposa debido a una sobredosis. Una foto le recuerda constantemente que él fue quien la enganchó en su adicción.

Las influencias de Pena son claras y beben de uno de los directores que más ha influido en el género los últimos años: Ari Aster (Hereditary, Midsommar), quien, a su vez, está fuertemente influenciado por el cine de Ingmar Bergman, lleno de culpas, resentimientos y familias fragmentadas. Esta es una pesadilla llena de ecos, reverberaciones de un pasado lacerante que lentamente se desvanece. La culpa degrada la posibilidad de un futuro.

En Knock – Part I (2020), Marcel Zyskind (conocido principalmente por su trabajo como cinefotógrafo) presenta una pieza de Sebastian Kloborg inspirada por la música del Kronos Quartet que se desarrolla con una cinética sencillez, gracias a los movimientos de la bailarina Maria Kochetkova y la densa bruma que la envuelve.

Los desplazamientos de María recuerdan a algunos trabajos de Maya Deren (como Meditation on Violence) y a la angustia de una de las escenas más memorables de Posesión (Possession, 1981), esa donde Andrzej Żuławski captura el descenso a la locura de la ama de casa interpretada por Isabelle Adjani a mitad de una estación del metro. Zyskind no alcanza ese grado de frenesí porque sus intenciones parecen ser más etéreas.

Una página en blanco luce inofensiva, inocua, sin embargo, para un escritor, el espacio vacío sobre el papel puede ser el terror más profundo o la invitación a dejarse llevar por las ideas que cruzan su mente. El protagonista de Página 2 (2020), cortometraje firmado por Tony García Schwebel, decide enfrentar su pasado y la ansiedad que éste le genera a través de la escritura.

Es entonces que la página lo absorbe en un loop interminable, donde recuerdos y experiencias son vividos una vez más. Este viaje transforma al personaje principal, eliminando su miedo a recordar y brindándole la oportunidad de sentir una vez más, contrarrestando el entumecimiento que experimentaba al inicio de la historia.

La mexicana Rita Basulto retrata las memorias de un hombre y aquellas cosas que le dieron significado a su vida en Eclosión (2020), cortometraje animado nominado recientemente al Ariel. Los trazos de la realizadora recuerdan las imaginería de Guillermo del Toro, nada extraño debido a la colaboración del director con Basulto, aunque a diferencia de éste la cineasta no está interesada en la metamorfosis de esas criaturas por los secretos que guardan sino por las posibilidades que brindan.

Eclosión tiene una cadencia bastante particular, donde las imágenes nos recuerdan los ciclos que atravesamos a lo largo de los años y la inevitabilidad a la que se enfrentan nuestras vidas. Estamos condenados a caminar en un sentido, nuestra mente tiene la posibilidad de volver y romper la inercia, hasta que eventualmente el ciclo nos obliga a integrarnos al todo para que la vida inicie una vez más.

El mundo presentado por Isaac Zambra y José Luis Gil Bolio en Hipersensoria (2019) es extrañamente reminiscente del nuestro, a pesar de que esté ambientado en el 2060. La humanidad se ha visto en la necesidad de aislarse porque un trastorno de hipersensibilidad se ha convertido en una plaga. Un grupo de investigadores busca una cura y decide arriesgar su vida en el exterior para hallarla, mientras el gobierno los vigila con recelo.

El corto de Zambra y Gil recuerda por su montaje al clásico japonés de ciencia ficción Tetsuo: el hombre de hierro (Tetsuo, 1989), donde el cuerpo de un muchacho se transforma en material ferroso hasta distorsionar por completo su realidad. Los sobrevivientes de este mundo sufren un destino similar, condenados a ser controlados eternamente en su aislamiento. Un último vistazo al sol vale mil veces más que una vida de encierro.

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Mare (2020), del español Guille Vázquez, nos regresa al ambiente de pesadilla que marcó el inicio del programa. Inspirado por el cuadro The Nightmare, de Henry Fuseli, el cortometraje tiene como personaje principal a una mujer atormentada en sueños, angustiantes delirios en los que busca a alguien –o algo– que se ha introducido en su casa.

La angustia de la protagonista es palpable y, cómo nos enteramos al final de la pieza, sus emociones son una representación de la parálisis de sueño, un estado en el que nuestro cerebro experimenta una suerte de vigilia. Un estado intermedio entre nuestro subconsciente y la realidad donde el cuerpo pierde el control de sí mismo, entregándose al tormento.

Las delicias de la otredad cierra con The Altruist (2020), un cortometraje donde un hombre cuida a su pareja hasta las últimas consecuencias, la mujer –de apariencia agonizante– yace sobre una cama, envuelta en cobijas y rodeada de una sustancia muy similar a las heces, que su marido quita y filtra con esmero.

Matt Smith, director del proyecto, pone en el centro la devoción de este hombre por su amada y los retos que su amor debe superar para mantenerse vivo. Dueño de un humor bastante particular, Smith llena la pantalla de mierda, sudor y sangre, como lo hizo Aleksei German en Qué duro ser un dios (Trudno byt bogom, 2013) aunque sin su mirada misántropa, para mostrarnos las posibilidades de las relaciones humanas y lanzarnos una pregunta a la cara continuamente: ¿haríamos lo mismo?

Por Rafael Paz (@pazespa)

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