La transición hacia la adolescencia representa la percepción de una serie de cambios en el cuerpo e ideas específicas sobre nuestros círculos sociales. No obstante, cada persona experimenta sentimientos particulares en torno a situaciones similares. En el caso de Tiger Stripes (2023), el retrato de esta etapa recae en una aproximación visceral por parte de una joven que reniega de la misma.
Zaffan (Zafreen Zairizal) es una niña de once años que experimenta su primer ciclo menstrual. Sin embargo, su carácter desenfadado se transforma por los cambios físicos que impactan en su fisonomía, llevándola a experimentar sensaciones intensas.
En su ópera prima, la realizadora Amanda Nell Eu refleja en el coming of age la rebeldía típica de la adolescencia a través de grabaciones cortas en celulares en las que la joven baila sin tapujos y removiendo su hijab para representar una naturaleza desafiante que no se adhiere a las reglas con facilidad. A su vez, muestra también los tabúes de la sexualidad y la severidad en torno a la misma con un grupo de niñas que rechaza un brasier con encajes y la reacción fría de la madre de Zaffan ante el primer periodo de su hija.
Asimismo, el relato transita de forma gradual hacia el cambio de comportamiento de la niña y las repercusiones en su familia y escuela. Al experimentar dismenorrea y la incomprensión de sus amigas Farah (Deena Ezral) y Mariam (Piqa), la lleva a percibir a la menstruación como un aspecto sucio que rechaza y la aparta de su círculo social. El closeup a los ojos de su protagonista refleja su rabia e impotencia ante la distancia emocional de su madre y sus compañeras de clase, denotando un despertar emocional radical que la lleva a confrontar los prejuicios de la sociedad.
Nell Eu, mezclando preceptos culturales asiáticos con el cine B y las posesiones de espíritus, muestra al tigre como una metáfora de la transformación de Zaffan, utilizando al género de body horror para mostrar el miedo ante un cambio inusitado que involucra el aumento de percepción de los sentidos y las rascaduras incontrolables que dañan la piel. El guión de la realizadora traza al bullying escolar como un detonante del terror que resalta el ostracismo, la traición y el sometimiento social en que se ve involucrada la niña por sus acosadoras, conllevando al fin de la infancia.
Si bien reiterativa y sin afianzar demasiado el horror de su premisa, Tiger Stripes retoma aspectos clásicos del género para moldearlo a la cultura de Malasia, a los mitos de la menstruación, la pubertad y el simbolismo de la feminidad.
Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)