‘jOBS’: Entretenida pero no revolucionaria

jOBS (Joshua Michael Stern, 2013) atrae en demasía con una primera secuencia situada en el año 2001, esto debido solamente al gran parentesco físico entre Ashton Kutcher y el Steve Jobs de casi 50 años de edad. En esta escena vemos a Jobs presentar ante el mundo el dispositivo de Apple que años más tarde me dejó genuinamente sorprendido, pensando que nunca había visto algo similar antes. Hablo del famosísimo iPod y del día en que lo vi por primera vez en manos de un compañero de la escuela.

Jobs, el hombre, revolucionó al mundo durante su corta vida, y esto no es ningún secreto. jOBS, la película, no logra impresionar en lo más mínimo, ni mucho menos darnos algo nuevo en cine, ya que se basa en reciclar la historia del personaje exitoso. Ésa llena de altibajos que comienza desde los tiempos de juventud y genialidad pura y acompaña a su protagonista hasta la cima del mundo, pasando obviamente por el cambio de mentalidad y los diversos conflictos legales y burocráticos, pero sobretodo esos que terminan en la ruptura de grandes lazos de amistad.

Sin duda es similar a la historia presentada en The Social Network (David Fincher, 2010), aunque jOBS es más colorida, siempre buscando que el espectador simpatice con los personajes… secundarios, porque es imposible no mostrar a Jobs como el bastardo, orquestador del grupo de ingenieros brillantes y padre irresponsable, que (si todo es apegado a la realidad) fue. Por otro lado, jOBS se maneja con mucha ligereza, con su escena de LSD casi bonita y los ya mencionados acompañantes de Jobs, quienes van desde el genio de la computación con sobrepeso hasta el joven nerd con visible inseguridad, pasando por el miembro del equipo que parece más un biker que otra cosa.

Si bien su estructura no supone sorpresas, jOBS se mantiene siempre agradable, con un Kutcher que no se parece tanto al Jobs joven pero no deja de ser cumplidor, sin llegar a hacerme apostar por una nominación suya en los próximos premios Oscar. Resulta bien elaborado también el viaje por el tiempo, con una muestra de los antecesores y origines de la computadora en la que redacto esto –los geeks encontrarán una mirada breve pero llamativa al  inicio de Jobs en Atari o a la relación que tenía con Bill Gates y Microsoft–.

Detalles así no son suficientes (ni tampoco la música de Bob Dylan presente o las curiosas referencias a los Beatles) para que jOBS sea una obra sin precedente, pero son vil reflejo de un entretenimiento logrado que vale la pena visitar aunque sea una vez. Vaya, no es la maravilla cinematográfica equivalente a ver por primera vez un iPod, pero es satisfactoria.

 Por Eric Ortiz (@ElMachoBionico)

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