‘González: Falsos profetas’: Un filme que abofetea a su audiencia

El filme González: Falsos profetas (2014) es toda una experiencia para aquel que se someta a su visionado, a pesar de que no es una película amena (aunque en ningún momento parece que el director se lo haya propuesto de otro modo), aborda una historia lo suficientemente interesante como para mantener al espectador en vilo desde el inicio hasta el desenlace. El realizador debutante, Christian Díaz Pardo, consigue que el público vaya sintiendo un vacío que se extiende a lo largo de su ser, puesto que todo lo que sucede lo vivimos a través de la mirada del protagonista de la cinta, el tal González, interpretando por un muy acomedido Harold Torres, responsable también de que vivamos la experiencia desde los zapatos del personaje.

Manteniendo un tono sombrío desde la escena uno, la audiencia sigue la pista de este individuo que, viviendo en condiciones deplorables, se termina uniendo al equipo de telefonistas de un templo que reditúa a base de la fe y hace del sufrimiento un negocio sumamente lucrativo. A partir de ahí, el director traza un inquietante relato sobre la transformación de González y el poder que cierta personas otorgan a tales creencias. De modo que la indignación por hacer dinero a través de ello es mayor en el público.

Juega en contra del filme que es bastante lento. Hay escenas que pueden aburrir a gran parte de la audiencia, aunque se entiende la dificultad de que la película funcionara de otro modo (salvo algunas escenas muy de relleno). Asimismo, se intercalan momentos de bastante interés con otros que sólo producen indiferencia en el espectador en turno. El producto en general tiene puntos bastante fuertes, como la parte sobre la denuncia, enmudecida porque tampoco busca manipular la opinión del público y evitar de ese modo convertirse en un espectáculo amarillista. También la cinta está empapada de reflexión sobre temas como los medios de comunicación e instituciones pueden llegar a manipular fácilmente a algunos sectores de la población.

Por otra parte, a pesar de que el filme realmente resulta inquietante cuando escasea en diálogos, al aparecer éstos pierden impacto por lo poco creíbles que resultan, algunas escenas en los templos se perciben tan acartonadas que cuando los creyentes repiten las oraciones del Pastor Elías (sólido Carlos Bardem) pareciera que estamos visualizando a un grupo de estudiantes de kínder repitiendo las frases dichas por la profesora que les enseña a leer. Aunado a otras secuencias que resultan totalmente inverosímiles. González: Falsos profetas es una película correcta sin ser perfecta, los espectadores se llevarán bastante material para reflexionar en casa tras visualizar la cinta.

González: Falsos profetas es una película que cumple con gratamente su cometido y aunque tiene momentos que bien valen la pena por lo gratamente ejecutados que resultan, tiene serios problemas para logar una conexión completa con el público, quien afortunadamente no queda del todo excluido gracias a la habilidad del director de colocarlo siempre desde la perspectiva del protagonista.

Por Víctor López Velarde Santibáñez (@VictorVSant)

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