Mórbido | Un paseo por Extrañolandia

Un anuncio al inicio de Extrañolandia, programa de cortos en la actual edición de Mórbido Fest, nos invita a despojarnos de las limitaciones, a abrazar los rincones más absurdos de nuestro mundo o, en su defecto, perder el miedo a explorarlos. Como si sólo el cine pudiera sorprendernos una vez más y no el día a día que vemos a través de nuestros monitores.

Por ejemplo, en el primer cortometraje del programa, Suspense (2020), un par de pilotos aterrizan de emergencia en una tupida selva sin muchas especificaciones geográficas. El accidente separó a la pareja, aunque la distancia les permite seguirse comunicando, hasta que las sombras comienzan a producir ruidos extraños, como los de un animal acechando, listo para atacar.

Este trabajo de Ben y Jacob Burghart es una pequeña pieza de survival horror, en la misma vena que Depredador (Predator, 1987) –aunque sin los inflados y aceitados músculos ochenteros de Arnold– o la reciente El ritual (The Ritual), en la que un grupo de amigos iba de paseo al bosque y se encontraba con una bestia mística entre los árboles. La brevedad de la pieza nos impide conocer el destino de los pilotos, sin embargo el pronóstico no pintaba a su favor.

Al inicio de A Funny Way To Die (2020) Maria (Vicki Sargent) recibe un paquete, de apariencia bastante mundana. Sin remitente o huellas que delaten su origen, la joven decide abrirlo y se encuentra con un juguete en forma de payaso bastante cutre. Se toma un par de selfies con él, sin prestarle mucha importancia… hasta que la baratija comienza a aparecer fuera de su caja.

Hay algo muy empático en la historia de Maria y en su curiosidad por descubrir el interior del anónimo envío que recibe, cada paquete es la oportunidad de ser sorprendido o de mantener la monotonía de nuestros días. ¿Cuántos soportarían la ansiedad de ver la caja cerrada? Maria decidió arriesgarse, perdió.

La curiosidad aumenta con los protagonistas de Exit (2020), del ruso Ivan Basov, donde un grupo de constructores descubre en uno de los armarios de la casa que remodelan un espacio que pone a prueba su creencia en las leyes de la física, porque con el pasar de los días parece crecer, expandirse y reflejar menos luz cada vez, como si un hoyo negro se mudara al armario.

La presión por terminar el trabajo y la posibilidad de convertirlo en una fuente de ingresos, hace que los trabajadores se arriesguen a conocer el vacío. El trío se atreve, como si se tratara de una misión espacial, sólo para experimentar de primera mano que guarda la oscuridad, atraídos por su misterio. El corto de Basov recuerda a algunos de los mejores capítulos de la Dimensión Desconocida, esos donde la lógica de nuestra realidad apenas y se quiebra, aquellos donde nuestra curiosidad se mantiene aun cuando conocemos las consecuencias de esa decisión.

El siguiente corto, Oltre la Crosta (2020), propone un giro brusco en el programa: un documental sobre un joven fanático a las enfermedades, un hombre verdaderamente enamorado de sus formas, colores y mortales habilidades. Un verdadero excéntrico capaz de encontrar belleza ahí donde los demás ven muerte. Su fascinación es de una violenta simpleza.

Este breve trabajo de Vanja Victor Kabir Tognola y Jan-David Bolt es una invitación a apreciar la hermosa manera en que el universo se desarrolla, como sus creaciones parecen mantener una lucha eterna entre la destrucción y la preservación. Si Maurizio es el personaje de un falso documental y no un estudiante cautivado por este “arte natural” es lo de menos: la invitación queda sobre la mesa.

La aparición del Covid-19 ha provocado en más de uno preguntarse si debió aprovechar la vida para dar rienda a sus deseos, los pensamientos alrededor de oportunidades perdidas nos acosan. La protagonista de A Witch is Børn (2020), firmado por Otto, desata nuestra envidia precisamente por eso: está cumpliendo con sus deseos.

Como pueden sospecharlo por el título, este descriptivo cortometraje retrata el ritual al que se somete una joven para convertirse en bruja, sin dolor o congoja ésta es una celebración de los anhelos, situación que lo conecta con los últimos minutos de La bruja (The VVitch: A New-England Folktale, 2015), en los que Thomasin (Anya Taylor-Joy) toma –¡por fin!– control sobre su vida.

El viaje por Extrañolandia sigue con otro ritual, aunque éste no viene acompañado del gozo de jóvenes brujas. En Detrás de la puerta (2019), de Andrés Borghi, Milagros (Claudia Salas) está al borde de una severa crisis financiera, por eso decide invocar a su padre por medio de una truculenta ceremonia y así sonsacarle las pistas para encontrar el dinero que nunca le entregó en vida.

Sin embargo, Milagros descubrirá que la decepción paterna no desapareció en el más allá. Incluso, parece que su padre desconfía más de su habilidad para cuidar del dinero desde la tumba y su decepción al verse de vuelta entre los vivos es mayúscula. Esto convierte al corto de Borghi en un duelo de voluntades, en una postal del terror que provoca el sentirse acorralado, al grado que tus padres parecen ser la última y tormentosa opción para salir a flote. Contactarlos es una derrota, su rechazo sólo es la gota que derrama el vaso.

La persistente (2018), por su parte, nos presenta una particular historia de amor entre un hombre y su motocicleta, ¿o es al revés? En un lugar apartado de los alpes franceses, Iván (el mexicano Harold Torres) se convierte en blanco de unos lugareños gracias a su cautivante transporte. Un asalto provocará en Iván una ciega obsesión por recuperar lo perdido.

Este cortometraje de Camille Lugan se desarrolla como en un trance, una lenta pesadilla que no es terrorífica sino hipnótica, donde se cruzan referencias a Christine (1983) y David Lynch. Una historia que recuerda a los rape and revenge de los setenta pero en plan místico/mecánico, como si Kenneth Anger le entrara a una versión menos violenta del extremismo francés.

La última función del programa es como un postre, una rebanada de terror cósmico que inevitablemente recuerda a los trabajos de Lovecraft. Cuando conocemos a los protagonistas de The Relic (2020) están en pleno frenesí, extasiados por su reciente regreso a una solitaria cabaña en medio de la nieve. Por sus diálogos deducimos que han perdido un par de miembros de su expedición y el herido que atienden fue hallado catatónico junto a una vieja reliquia, que promete el fin del mundo para quien ose tocarla.

Si el planteamiento les recuerda vagamente a La cosa de otro mundo (The Thing, 1982) o The Terror (2018) no es casualidad. Las referencias son obvias, aunque no por ello menos gozosas gracias a su eficiencia narrativa. Este cortometraje firmado por J.M. Logan no necesita contarnos cómo es que sus protagonistas se metieron en este embrollo porque no es complicado deducirlo, es la resolución de su predicamento lo verdaderamente interesante.

Logan subraya lo pequeños que somos frente a los misterios del universo y, como otros cortos dentro del programa, lo cara que puede resultar nuestra curiosidad. A diferencia de los inenarrables monstruos lovecraftianos, los de The Relic parecen remarcar la falta de sentido común de los involucrados.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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