‘Plan Sexenal’ y la forma contenida

Vivimos regidos por normas, leyes. Hacemos nuestras labores y actividades diarias siguiendo rutinas, aprendiendo patrones. Hay orden. Paralelamente a ese orden está sucediendo ahora, en este mismo momento, justo lo opuesto. Una voz discordante, de caos, está poniendo cierta reticencia. Tal vez su caos sea el nuevo orden. 

Plan Sexenal es el primer largometraje de Santiago Cendejas, quien trabajó previamente en producciones nacionales (Miss bala, Juego de niños), pero hasta ahora se estrena como director en este largometraje que vimos por primera vez en el Festival de Morelia de 2014. Una propuesta oscura, sórdida y desoladora que narrativamente tal vez no resulte al final del todo contundente, sin embargo en sus líneas argumentativas o imágenes que la contienen hay muy buenos tinos.

Edwarda Gurrola y Harold Torres protagonizan como un joven matrimonio que se acaba de mudar al norte de la ciudad, en la colonia Clavería, justo cerca (pensamos) del deportivo Plan Sexenal. No sabemos a bien de dónde vienen los personajes, quienes tienen una reunión con algunos amigos, aunque no hay luz en la colonia. Los policías de la delegación resultan crípticos e intimidantes y un apagón pone en relieve lo frágil de que puede ser la seguridad y el bienestar. ¿Es una sociedad post apocalíptica? De alguna manera está pasando algo y Cendejas no lo revela, aunque en cierto modo ahí está. La confusión impera en la película.  

Hay un horror ahí, el mayor de todos quizás es que las analogías y la ficción estén velando un horror más grande. Uno de dimensiones reales. La historia es oscura, críptica de inicio, oculta cosas que no queremos ver, pero que ya hemos percibido de inicio. Luchar con esas cosas que aterran y guardamos en el cuarto de servicio de la azotea, a veces, es convertirse en eso mismo. Nuestros temores cobran vida. El contenido es justamente velación; reprime, no dice.

Y no decimos muchas cosas pero ahí están: no conocemos a las personas con las que vivimos en el vecindario, no sabemos cómo responder a los momentos que nos rebasan de forma racional, como con “un pequeño accidente en casa” por ejemplo, o sencillamente no encontramos una vía de acción para nuestro hartazgo particular. Plan Sexenal podría sugerir en algunos momentos, que lo que nos sucede a nivel país termina cuadrándonos también en un estrato individual. Metiéndonos de nuevo a la forma, al esquema. La forma termina por contenerte, ha dicho el mismo director de Plan Sexenal, cinta producida en mancuerna con Gerardo Naranjo (Drama/Mex y Voy a explotar).  

La película de Cendejas remite de cierta forma al tono de misterio y tensión desoladora en las historias del escritor norteamericano Paul Auster, o al loop narrativo de Julio Cortázar en su cuento “La recursividad de los parques”. Justo ese coqueteo literario hace una suerte de click indirecto con la estética de los personajes, su vestimenta por ejemplo, que sugiere otra época de México. Los lugares comunes son cruel vigencia en Plan Sexenal, una que nos estalla como paloma de veinte pesos en la cara. Como verdades incómodas que salen en la peda. Ya sea durante una noche de pesadilla, o a lo largo de una estrategia planeada a seis años.

Por Ricardo Pineda (@Raika83)

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