Una entrevista con Nicolás Pereda y Lázaro Gabino sobre Fauna

La nueva película de Nicolás Pereda y Lagartijas Tiradas al Sol, Fauna (2021), se coloca en un intersticio intrigante durante estas épocas plagadas de relatos sobre y atravesados por la violencia. Partiendo de la historia de dos hermanos que visitan a sus padres en un pueblo de México, la película abre una serie de cuestionamientos sobre la representación, la ficción, la identidad y los relatos que construyen un presente abierto, que día a día nos esforzamos por procesar.

En esta conversación, Nicolás Pereda y Lázaro Gabino reflexionan al respecto.

Butaca Ancha (BA): Fauna hace cierto eco a los códigos de un cine que retrata la violencia contemporánea en México. ¿Podrían contarnos un poco sobre este ejercicio de narración y su manera de estirar los límites de lo que conocemos como cine o televisión de narcos, sin dejar de remitir un tono que como espectadores mexicanos contemporáneos conocemos bien? ¿Hasta dónde llegan estas convenciones? ¿Hasta dónde se puede insertar Fauna en esta tradición?

Nicolás Pereda (NP): Uno de los gérmenes de la película fue Los cárteles no existen, el libro de Oswaldo Zavala en el que habla muy bien de estos temas, con un análisis muy esquematizado de distintos medios. Habla del arte contemporáneo, las series de televisión, las novelas. Esa lectura me dio una inspiración, sin necesariamente tener la profundidad de investigación de Oswaldo Zavala, para hablar sobre cómo estas representaciones de la violencia son extremadamente limitadas y, por lo mismo, peligrosas, para reflexionar sobre la responsabilidad de la representación. Hay una inspiración muy fuerte dentro de eso, pero la película únicamente toma estos temas que son mucho más analizables dentro del universo escrito, digamos.

Es muy difícil emitir una tesis al respecto de la representación en una película de ficción que aparte va de otras cosas también. Lo que me gusta de que la película haga una crítica acerca de los procesos de representación es que es una crítica que puede pasar desapercibida a final de cuentas. No es una película que deje las cosas muy claras o que sea lo suficientemente didáctica para que uno entienda la postura que tenemos. Yo creo que si uno ha tenido algunas ideas en torno a los problemas de la representación, entonces puede ver Fauna y notar de qué se está hablando, encontrar la crítica hacia específicamente la serie de Narcos: México, pero más abiertamente a la idea de la representación de nuestra historia contemporánea a partir de conglomerados multinacionales. Claro, aunque la película bebe de esas aguas no es eso. En Fauna la idea era simplemente utilizar esto como inspiración, más que emitir una sentencia.

Lázaro Gabino(LG): De hecho hicimos un detrás de cámaras.

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NP: Justamente, ahora acabo de terminar un ensayito cinematográfico de diez minutos en el que todas estas ideas quedan bastante más explícitas. Lázaro hace la narración en off. No repito ninguna imagen de las que usamos en Fauna, son escenas del mismo espacio que no se usaron en la película. Son diez minutos de texto hablando sobre este tema de manera muy frontal, muy directa. La película se va a llamar Flora, porque es la contraparte de esto y una especie de explicación.

LG: De alguna manera ahí se abre otro tema que ya no quedó en la película: la cantina donde filmamos es la cantina donde se filmó El infierno (2010), donde yo actúo. Hay como ésta una serie de reverberaciones narco-representacionales dentro de la película que, de alguna manera, van activando una de sus líneas. Pero hay otras líneas que tienen que ver más con una comedia de enredos al estilo clásico de Max Linder: cosas que van pasando y van generando una historia. Me gusta mucho cómo la película puede ser leída desde ese punto de vista o desde este otro, y de muchos más.

BA: En Fauna vemos una serie de situaciones inconclusas o que provienen de algún lado que no presenciamos, una especie de continuum en el tiempo: el fin de semana cuyo final no conocemos, el libro que Gabino no termina de leer, el rastro de los chilaquiles que no vemos ser tirados. Son situaciones que están insertas en el presente del que somos testigos. ¿Es el cine, más que una sentencia, un medio de abrir posibilidades?

NP: Un amigo mío decía que el cine es una pregunta y no una respuesta. Si el espectador sale y se pregunta, ¿qué es lo que vi? Es como volver a ver la película dentro de su cabeza, volverla a pensar, intentar encontrarle caminos a una historia que no los ofrece directamente. La construcción de las películas en ese sentido, con interrogantes, es bastante consciente. Eso convierte a la labor en algo extraño. Después de pensar mucho acerca de cómo se construye cada personaje y cómo deberían interactuar entre ellos, llego a la conclusión de que lo que mejor funciona es que no les diga nada. Es un poco como de un director holgazán que al final descubre que no tiene que dar las respuestas de nada, dirigir a nadie, ni cerrar las cosas.

Es muy complejo, en narrativas más convencionales, generar esos puntos de inflexión, cerrar una película de manera satisfactoria. Yo siento que aunque lograra eso, que me parece muy difícil, quedaría insatisfecho. Para mí, el hecho de dirigir o escribir una película tiene que ver mucho con organizar el entorno, no tanto con generar muchas cosas. Tiene más que ver con juntar gente que puede funcionar, ciertos espacios que me parece que son cinematográficos por una u otra razón, etc. Más que construir y dar respuestas, juntar distintos elementos. Observar desde la posición de director, así como el público, a dónde nos lleva eso. Me parece bastante interesante, por ejemplo, el cine de Andy Warhol, en ese sentido. Tenía una capacidad de mirar cosas y elementos, de observar a las personas que le causaban una pulsación, un interés particular. Al unirlo hay una especie de alquimia, una magia que sucede en la que el director no posee toda la claridad del mundo. La claridad es la elección de los distintos elementos, no tanto saber exactamente qué pasa cuando se juntan.

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BA: En Fauna vemos a una pareja en un camino que parece peligroso, dirigiéndose hacia un lugar desconocido; vemos un pueblo sin gente; hay comentarios acerca de un hombre que desapareció… todos parecen indicadores convencionales de que sucederán cosas terribles. Sin embargo, el cine que hacen ustedes se coloca del otro lado de esta espectacularización a la que estamos acostumbrados en estas épocas particulares, en las que la violencia se cuela irremediablemente por todos lados. ¿Cómo mantienen esta tensión?, ¿Cómo narrar sin recaer en las tendencias del espectáculo?

NP: Paco tiene un gran acierto en Fauna, que es la manera en que logra llevar a su personaje, tanto en la primera parte como en la segunda. Cuando uno siente que la película ya no va a tener la violencia prometida, su personaje levanta esas expectativas de vuelta. En la segunda parte es este personaje frontalmente violento y en la primera parte representa la posibilidad de ser así. Paco propone cómo se ve este arquetipo en estas películas en contraste con un tono más parecido a como él es en realidad. Son cambios que él trajo a la película.

LG: Ése es el mecanismo que propone Fauna, desmontar la expectativa. Constantemente juega a eso formalmente: propone algo, lo desmonta, y cuando crees que la película va a ir hacia cierto lado, crea un nuevo nivel de representación.

Me quedé pensando en la dificultad como valor. Hay mucho de eso en la creación de arte, la idea de que algo valdría la pena hacerse porque es muy difícil. Como si la dificultad de algo le confiriera un sentido intrínseco. Vaya, seguro es muy difícil escalar el Popo descalzo, pero no le veo ningún sentido a hacerlo. Hay algo de eso y de cómo el cine, los procesos que hemos abordado con Nico tienen que ver con no pensar que como algo es muy difícil hay que hacerlo así.

NP: Del otro lado tampoco está mal que las cosas se nos den fáciles. Mi postura como director a veces es algo extraña porque hay una sensación de que no estoy dirigiendo casi nada. Quizá si me pongo a dirigir saldría todo peor. Está bien que los actores propongan, tienen mucha más idea de lo que es la actuación que yo. El cine es un arte colaborativo.

LG: Sobre todo frente a cierta idea de cómo se hacen las películas. Como si fuera de vida o muerte, como las películas que se sostienen por el mito que han creado, por la dificultad de su realización misma. No hay cinéfilo primerizo que no crea que Fitzcarraldo (1982) es esa épica porque “¿sabías que subieron el barco de verdad a la montaña?”. Y sí, pero tiene que haber otros valores. Hay un valor romántico en el sentido histórico-artístico del término, del hombre contra las fuerzas naturales, como si el cine tuviera que ver con eso. Tal vez hoy es otro momento.

Por Ana Laura Pérez Flores (@ay_ana_laura)

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Fauna se estrena el 23 de junio en salas alrededor de la República.

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