Fuego adentro: la violencia y el inframundo

En la mitología mexica, los universos verticales representan los estados internos por los que un individuo atraviesa para alcanzar un destino provocado por sus decisiones y acciones tanto de su presente como de su pasado.

Bajo el precepto de la transición existencialista, Fuego adentro (2020) coloca en perspectiva la espiral descendiente que representa la violencia y el crimen. León (Hugo Catalán) tiene un modo de vida solitario en un pueblo entre montañas. No obstante, su tranquilidad se ve irrumpida por la inesperada visita de su hermano Andrés (Armando Espitia), desembocando en una ola de cambios que impactan en sus destinos.

El realizador Jesús Mario Lozano divide el relato en cuatro capítulos: Chicnauhtopac, Tlaltícpac, Chicnauhmitlán y Tlalocan, mismos que hacen referencia al inframundo mexica, uno que León experimenta de manera metafórica y trastoca su existencia a causa de su violento pasado y el remordimiento de conciencia que guarda hacia su amada Marta (Luisa Pardo).

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En un tono contemplativo, observa la cotidianidad conformada por breves salidas a comercios y un trabajo temporal que consiste en limpiar tumbas de un cementerio, además de acudir a un bar local y embriagarse por sentimientos de culpa. Todo ello por medio de encuadres que enfatizan en un mundo invertido para León, quien intenta encontrar paz, tranquilidad y redención llevando un modo de vida digno, contemplando el cielo, caminando por el bosque y nadando en el río.

El guion de Lozano, de manera gradual, posterga un conflicto interno que determina la interacción de sus personajes y los vínculos familiares que los unen. León y Andrés deberán confrontarse entre sí, revelando el misterio de la visita a través de planos fijos que captan, a hurtadillas, las acciones que los hermanos esconden uno del otro. Así, de forma implícita, se entrevé las consecuencias de la violencia en México y el empoderamiento del crimen organizado que es capaz de reclutar jóvenes con necesidades económicas, además de la inversión de roles de victimarios a víctimas que enfatiza en la incapacidad de salir de la actividad delictiva.

Fuego adentro se aleja de la convencionalidad explícita del despliegue de la violencia y las persecuciones entre criminales. Se trata de un contemplativo viaje interno hacia un hipotético infierno de Mictlán que, si bien predecible en su último tramo, logra construir una intriga sólida que confronta verdades, responsabilidades, culpas, miedos, expiaciones y las repercusiones provocadas por los caminos del crimen.

Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)

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