En su tercer largometraje Incomprendida, Asia Argento (hija del renombrado director Dario Argento) revisita una temática que parece significarle desde el inicio de su carrera: la infancia perjudicada por un par de excéntricos y desobligados padres.
Argento reconstruye la infancia de Aria (una espléndida Giulia Salerno, novel intérprete de inquietante mirada), quien vive fraccionada por la separación de sus temperamentales padres: una pianista hip de carácter bipolar (Charlotte Gainsbourg) y un egocentrista actor (Gabriel Garko), que parece estar más preocupado por mantener su bronceado que por atender a su hija.
Aria (paradójicamente el nombre auténtico de la directora) tendrá que fabricar un salvavidas con la finalidad de mantener su sanidad mental ante sus miserables progenitores. El tono que Argento propone en su relato es como si emulara el recuerdo del adulto de una excéntrica infancia, desorbitando aquellos detalles que se distinguieron en el período y señalando con ímpetu las equivocaciones de los padres.
Lo relevante de Incomprendida es que Argento logra mantener el complicado acento hasta el final de la historia, concluyendo con un epílogo en donde la pequeña protagonista acepta su destino con sumisión sin caer en el melodrama. Tanto Gainsbourg como Garko regalan valientes interpretaciones como los papás de Aria pero es Salerno quien se lleva la función en su complejo rol de la hija afligida por lo que le acontece a su alrededor.
Incomprendida es una experiencia personal (está de más resaltar el espíritu autobiográfico de esta obra) que se queda en el espectador, probablemente el ácido sentido del humor y la exquisita banda sonora (que dejar entrever el magnífico gusto musical de la directora) tengan que ver en la impresión final. Un trabajo íntimo y particular de una it girl que poco a poco se desprende de la sombra de su célebre padre para construir un camino propio como directora de cine.
