Nira (Sarit Larry) es una maestra de jardín de niños en Tel Aviv con aspiraciones de poeta, las cuales se ven truncadas por la gris mundanidad que la rodea. Víctima de una vida llena de monotonía y ausente de inspiración, relegada a un trabajo que cumple con poco entusiasmo, un día conoce al pequeño Yoav (Avi Shnaidman) quien, a sus cinco años, tiene eventuales destellos de arrojo artístico. Como si de una verborrea se tratara, este pequeño construye poemas de alta complejidad y simbolismo para asombro de los pocos adultos que parecen prestarle atención.
Maravillada por el talento recién descubierto en Yoav, quien lleva una vida ausente de figuras familiares y donde la persona más cercana a él es su niñera (una actriz amateur), Nira encuentra en las palabras del pequeño la frescura y el talento que parecen hacerle falta en las propias. Así, con la ayuda de su niñera, la maestra de Yoav se obsesiona con documentar cada brote artístico del pequeño, desarrollando una enfermiza relación de dependencia hacia él, donde los límites que ella debería de respetar en él son barridos por la ambición de explotar su talento a costa de lo que sea.
La maestra de kinder es el segundo largometraje de Navad Lapid (The Policeman), quien a través de una historia cimentada en un escenario real y ordinario, esconde en cada momento cuestionamientos a problemas contemporáneos tan vigentes como atemporales: ¿Qué tan sano es empujar a un joven con talento a explotarlo, dejando de lado sus necesidades básicas como niño? ¿Cuán artísticas son sus creaciones y qué tan simbólicos sus significados viniendo de alguien con tan poca experiencia en el mundo que parece diseccionar con sus palabras? ¿Qué tanto del talento y la sensibilidad son adquiridos y qué otro tanto depende de la serendipia o la herencia? ¿Cuánto admiramos la necedad por mantener vivos esos destellos artísticos o cuánto podemos reprocharle tan enfermiza fijación?
En el caso de Nira, descubrir de dónde vienen los eventuales brotes poéticos del pequeño Yoav no parece su principal interés. En cambio, registrarlos y proyectar sus propias aspiraciones en ellos lentamente se convierten en su obsesión, misma que gracias a la maravillosa ambigüedad impresa en el trabajo de Sanit Larry y el enigmático niño Schnaidman, nos hace cuestionarnos las razones e intenciones de Nira.
La película de Lapid pone muchos cuestionamientos sobre la mesa y lo hace con una discreción y austeridad abrumadoras. El poder en los simbolismos de sus imágenes, como en las palabras de Yoav, aunque provienen de pedestres situaciones, llenan la pantalla de un particular vigor que, no obstante el urbano y gris entorno que rodea a sus personajes, le inyecta una vida peculiar. Agreguemos a esto inesperados cambios de dirección argumentales y, a pesar de tratarse de un trabajo cuyo ritmo y nivel críptico pueden llegar a fastidiar al espectador menos paciente, termina entregándonos una obra interesante y compleja. Si acaso hay algo que reprocharle es la evidente dificultad para encontrar un tono contundente, lo cual termina por distanciarnos de sus personajes y confundirnos respecto a muchas de sus intenciones.
Por Gonzalo Lira Galván para @CinemaMovil_Mx
