Bitácora del FICG – Día 3: Enfrentar la realidad

El cine no es realidad. Aun en su vena documental, es una declaración de principios. La proyección de un punto de vista. Puede abarcar lo real, mas nunca serlo. Quizá se sienta como tal; muchas ilusiones provocan esa sensación, aun cuando no sean otra cosa que luz.

  • 600 millas, de Gabriel Ripstein

Por años, el narcotráfico estuvo relegado a producciones videohomeras, al cine de explotación más barato o a melodramas citadinos. Actualmente, el fenómeno y sus consecuencias están tan arraigados a la cotidianidad que la cinematografía nacional lo adoptó como uno de sus temas predilectos, intentando abordarlo desde una perspectiva realista, buscando evitar el tremendismo. Aunque a veces luce tan arraigado a nosotros que no se puede esquivar esa faceta.

En 600 millas (2015), Gabriel Ripstein (hijo de ya saben quién) busca objetividad para narrar la historia de Arnulfo (Krystian Ferrer), un joven que se inicia en el negocio del tráfico de armas en la frontera haciendo equipo con un muchachito norteamericano para conseguir la mercancía. Inevitablemente, un agente de la ATF (Tim Roth) comenzará a seguirles la pista hasta provocar una violenta explosión.

El debut de Ripstein tras la cámara es sobrio y efectivo, no abarca alguna temática especialmente novedosa o ángulos reveladores del problema. Se limita a contar y mostrar. En ocasiones, la ficción no tiene forma de superar a la realidad. Por la recepción del público después de la función, aquí tenemos al probable ganador del festival.

  • Ella es Ramona, de Hugo Rodríguez

A Ramona (Andrea Ortega Lee) le han dicho toda la vida que es una gorda sin remedio. Lo escuchó tanto que terminó por creerlo y culpa a su complexión de tener mala suerte. Incapaz de responsabilizarse de su realidad, delega a factores externos (los horóscopos, supersticiones) la razón de su vida diaria. Cuando se queda sin trabajo y se encuentra con una pitonisa, cae en las redes de ésta y comienza a cambiar su bien ganada indemnización por unos bicheros capaces de cumplir cualquier deseo. Ay, ajá.

Ella es Ramona (2015) es una comedia dirigida por Hugo Rodríguez (Nicotina) llena de mensajes de superación personal y aceptación/aprovechamiento de nuestra realidad. Incluso por momentos recuerda las mejores secuencias de El diario de Bridget Jones (Bridget Jones’s Diary, 2001), aunque dejarla en esa categoría sería minimizar los mejores aciertos de la cinta.

No estamos ante una comedia donde la protagonista deba cambiar drásticamente su apariencia y su vida para encontrar la felicidad. Si es que la encuentra, claro. El mejor afrodisiaco para disfrutar de la vida es saber quién se es. Todo eso y nada más.

  • Realidad, de Matteo Garrone

El mundo nos vigila, literalmente. Antes el temor era un gobierno capaz de verlo todo, revisarlo todo, conocernos aun en nuestros íntimos secretos. Ahora no tiene por qué hacerlo. Nosotros nos encargamos de mostrarlo, postearlo, pavonearnos ante cualquiera gracias a las redes sociales. Nuestra sed de atención nos vuelven paranoicos.

Luciano (Aniello Arena) es el hombre más popular de su barrio; es un napolitano vivaracho y bonachón. Todos le repiten que debería ser famoso, incluso podría acudir a Big Brother y arrasar hasta alcanzar el estrellato. Como miles, es una luminaria esperando ser descubierta. Después de audicionar para el famoso reality show, avanzar un par de etapas y ser apoyado por toda la cuadra, Luciano comenzará a perder contacto con la realidad hasta no poder distinguir de sucesos mundanos y una supuesta investigación de los productores televisivos. Su vida comienza a caerse a pedazos.

Matteo Garrone da un giro de 180 grados en su segundo esfuerzo como director después de la brutal Gomorra (2008), intentando hacer una crítica de la sociedad italiana (y mundial) obsesionada con la fama fácil, echando mano de la sátira y el humor negro, como las profundidades del espacio. El cineasta italiano guarda la piedad para otra ocasión; su personaje principal no es malo ni mal intencionado, sólo es un idiota que se dejó embaucar por un espejismo que al tocarlo se disipó.

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