Los dos partos de ‘Souvenir’ desde el 34º FICG

El trigésimo cuarto Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG) tuvo, como todos los años, una fuerte presencia de cine mexicano. Una de las cintas nacionales que mejores comentarios arrojó después de su proyección fue Souvenir, la ópera prima de Armond Cohen.

El largometraje es un drama centrado en Isabel (Paulina Gaitán), quien ante una necesidad monetaria acepta participar en un embarazo subrogado; al tiempo que inicia un romance con un antiguo profesor universitario, éste a su vez sufre un bloqueo “artístico” debido a que no puede terminar su segunda novela.

Esos serán los dos partos que harán avanzar la trama, uno biológico y otro artístico. Sobre ese tema y otros más, tuvimos oportunidad de platicar con el joven realizador en la edición más reciente del FICG.

La película se denota por tres necesidades. Isabel quiere a su hijo de regreso. El matrimonio quiere un hijo. Y, Bruno que busca retomar su carrera como escritor.

Traté de explorar esos tres grandes temas. El primero era la aversión a la paternidad, Bruno, el papel que interpreta Marco Pérez, tiene una fobia a ser padre, era un tema que buscaba poner sobre la mesa.

Asimismo, con la gestación subrogada en México, como no está legislada y la manera en que una madre está dispuesta a sacrificar a su hijo por ir a rescatar al otro. Es una necesidad materna.

El tercero tiene que ver con la pareja que hace todo por concebir. Es una búsqueda por trascender biológicamente. La película es en esencia eso.

Los tres se mezclan en una especie de dos partos. En el caso de Bruno, al escribir la novela que le inspira Paulina. Y ella, al intentar cumplir con la gestación subrogada con el matrimonio.

Hay uno artístico, creativo que tiene sus propios procesos. El otro parto es real, biológico para Isabel.

¿Eso hace que tener hijos sea un tema moral?

Es un tema importantísimo, la vida está canija. La verdad es que debemos cuestionarnos cuantos hijos y qué calidad de vida les vamos a dar. Es una cuestión fundamental. La tesis de la película también está ahí: hijos y desde dónde.

La película toma las frustraciones de los personajes y mediante ellas avanza el guión. Esa frustración hace que todos sean un poco egoístas.

La frustración es un constante motor de todos los personajes. Al final, todos acaban siendo bastante antagónicos por sus necesidades. No logran lo que esperan, es el motor que hace caminar a la película.

Es un temor de no ser suficiente. La novela, el hijo, el éxito.

El one hit wonder de Bruno, que siempre la segunda te da miedo. Pánico. También el no poder cumplirle a ese hijo cuando nazca.

El guión no es de tu autoría, ¿cómo fue ese proceso de trabajar con el guión de alguien más?

Yo quería hablar del poliamor y del embarazo subrogado. Estuve trabajando un par de tratamientos, estuve desde el primero con Ricardo Aguado. Al final, como director me gusta aprenderle a otros y escuchar de otros. Soy muy obsesivo en el trabajo, perfeccionista, pero sé escuchar.

Ese primer tratamiento, no daba para más, por eso me senté a trabajar con Ricardo. Me costaría mucho trabajo tomar un proyecto que no gesté yo, como director. Los guiones por encargo me costarían mucho trabajo, me tendría que mover para poderlo expresar. Es como tener un hijo.

¿Te inspiró algún cineasta?

Me gustan mucho las películas muy íntimas, donde hay pocos personajes y muchos diálogos. Donde el conflicto nace desde lo humano, de lo interior del personaje, no de situaciones exteriores. Hubo películas como Match Point y Mommy, que me inspiraron. Woody Allen me gusta mucho, es un director verbal que retrata muchas cosas mediante la palabra.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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