58 Muestra | ‘Radicales’: Deconstruyendo la protesta

Con Meek’s Cutoff (2010) y Radicales (Night Moves, 2013), Kelly Reichardt parece estar deconstruyendo los géneros en los que se encasilla a la ligera a ambas cintas: el western y el thriller. Parecido al tono que manejaron los hermanos Coen en No Country for Old Men (una historia que en otras manos pudo ser cambiado a un filme de acción genérico) y al que manejó Jean-Pierre Melville principalmente en Le Cercle Rouge y Le Samouraï, Radicales es una historia más íntima que el police procedural que aparenta y resulta completamente opuesta al ritmo que manejó otra película reciente de activismo ambiental, The East (2013).

Sin presentarnos a los personajes o sus motivaciones, los vemos ya a la mitad del plan que tienen pensado llevar a cabo: destruir una presa en Oregon y enviar un mensaje a la sociedad sobre el daño al ambiente. Reichardt pone a prueba al espectador con sus escenas largas, mudas, contemplativas, y aunque en el fondo es un filme de suspenso, son estas secuencias las que procrean una tensión que no necesita de balas o detectives. Es un filme austero que presenta cómo los personajes viven en la paranoia perenne antes, durante y después de poner a prueba sus ideas.

Jesse Eisenberg interpreta a un meditabundo activista que vive por sus ideales y que no se piensa dos veces al momento de intentar un cambio en la mente de la gente con su plan. Dakota Fanning es su compañera que no está del todo segura de sus acciones después de hechas y empieza a dudar (y se lleva una de las mejores secuencias donde intenta comprar un fertilizante bajo una identidad falsa). Peter Sarsgaard es el mentor, el experto con la mente para armar un plan sólido, sin embargo no toma en cuenta si sus compañeros son del todo ‘emocionalmente’ confiables.

No hay ecos políticos o sociales importantes, son simples herramientas que funcionan para dar contexto a las mentes de los personajes. Su dirección es milimétrica y precisa: en los momentos de mayor tensión ella recurre al realismo sin adornos (sin música que estorbe ni movimientos rápidos de cámara), se sirve simplemente del silencio y del vacío en que se mueven los personajes.

En un momento de la película, Josh (Eisenberg) escucha una conversación de sus compañeros de trabajo donde comentan entre sí que romper una presa no sirve de nada a gran escala y que sólo envía un mensaje pequeño que luego se arreglará y la gente continuará con sus vidas. Josh, en su sofocante idealismo, cree que se necesitan muchas pequeñas acciones para lograr una grande: cambiar la percepción de la gente y dejar de lado sus iPhones y demás frutos del capitalismo. Esta misma escena y algunos diálogos que él profiere se verán revisados y volteados completamente en la última escena del filme donde él tendrá que hacer lo que en primera instancia aborrecía y comprobar si sus acciones lograron el resultado en la sociedad que ellos pensaban. Reichardt refleja muy bien el desasosiego interno de este personaje y cómo lidia con consecuencias inesperados.

Radicales es un refinado filme slow-burn sobre la tragedia de estos personajes que inicia in medias res y nos deja sin un desenlace visible o satisfactorio, pero es esta ambigüedad la parte que mejor sostiene a la cinta. Reichardt se perfila como una de las voces más originales actuales del cine norteamericano.

Por Ari Pérez (@elcastillo)

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