En su faceta de realizadora, la francesa Mélanie Laurent, mejor conocida como actriz en la indie Beginners (2010) y en el imaginario de Quentin Tarantino en Bastardos sin gloria (Inglorious Basterds, 2009), se ha dedicado a explorar la unión de los lazos y su susceptibilidad en resquebrajarse ante la eventualidad en el destino de uno de los involucrados, como es el caso de su ópera prima Les Adoptés (2011).

En Respira (Respire, 2014), su segundo filme, se enfoca en el de una amistad formada por Charlie (Joséphine Japy) y Sarah (Lou de Laâge), dos adolescentes muy diferentes entre sí. La primera, tímida e introvertida, con aire de ingenuidad. La segunda, alumna de nuevo ingreso que es abierta, espontánea, inteligente y magnética. Conforme pase el tiempo, el vínculo se volverá tóxico para sus respectivas vidas.

Si bien el precepto de las “malas compañías” tiene cierta familiaridad gracias al escenario mexicano de barrios humildes y conflictivos en Perfume de violetas (2000) y la rebeldía de una adolescente y los excesos que prueba gracias a su mejor amiga en A los trece (Thirteen, 2003), Laurent otorga al relato personalidad propia. Basándose en el libro de la autora francesa Anne- Sophie Brasme, el cual gozó de una gran popularidad en su país, presenta en un inicio una amistad aparentemente normal y la psicología de los personajes va profundizándose para mostrar problemáticas en sus entornos familiares, mismos que son los causantes de su modo de actuar.

En Charlie, su desilusión a causa de unos padres que están al borde de la separación la lleva a conocer a una contraparte confiada y atractiva que le otorga la alegría que es incapaz de hallar por sí misma. Y en apariencia, Sarah lo tiene todo: una madre sacrificada en la ONG, una personalidad atrayente, sociable y con experiencia para su corta edad, aunque oculta un oscuro secreto que incrementará una codependencia emocional, una que alcanzará dosis que estarán fuera de control para las dos.

Laurent, quien con Julien Lambroschini se encarga de adaptar el relato, lo dota de realismo y crudeza psicológica, tanto en su interacción como en su entorno, presentando el origen y el lento desenvolvimiento de su vínculo, para agilizarla en la parte siguiente, envolviendo la atención en el suceso de acontecimientos que van desde la fractura y la confrontación, hasta el frío desenlace. A su vez, recurre también a tonalidades reminiscentes en la concepción visual de La vida de Adèle (La vie d´Adèle: Chapitres 1 & 2, 2013). en la luminosidad del campo vacacional y la introspección en las habitaciones.

La pasión de Charlie por la muchacha se torna en una obsesión enfermiza y dependiente tras un viaje que lleva a las jóvenes a separarse, sin saberse el motivo en concreto. Su situación agudizará su problema de asma, incapacitándola en la “respiración” metafórica del título, sin alivio alguno, abandonando su vida social, sus buenas calificaciones y aguantando, con gusto y como un masoquista, los maltratos físicos y psicológicos de una Sarah que la botó por aburrimiento en favor de otras amistades, colándose también el bullying como un parteaguas en el desarrollo de los personajes.

Íntima y asfixiante, Respira trasciende gracias al tratamiento de su temática y Mélanie Laurent demuestra una habilidad especial para dirigir a su elenco con elegancia, además de volver un material algo visto en uno original que despierta interés. Nada mal para una joven actriz que está creando de poco en poco un buen currículum detrás de las cámaras.

Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)

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