‘Thirteen’: “Ya no soy una niña”

En la secundaria, las populares se la vivían paseando por el patio durante el receso, todos las miraban como si fueran las diosas del colegio. Yo siempre creí que eran unas sincerebro, que eran bien zorras. Sin embargo, siempre quise ser tan popular como ellas.

Tracy era buena estudiante, quería ser escritora, nunca tuvo problemas con los maestros y tenía una buena relación con su mamá. Hasta que llegó Evie a su vida.

Evie (Nikki Reed) es la chava más popular y guapa de la escuela, todos quieren ser ella o al menos ser como ella. Tracy (Evan Rachel Wood), una adolescente de 13 años, es la inocencia misma; los peluches en su cama delatarían lo que es: la nena buena y aplicada.

Tracy ya no es una niña, conoció a Evie y lo único que quiere es hacer “cosas de grandes”: tomar, fumar y tener sexo.

A los trece (Thirteen, Catherine Hardwicke, 2003) retrata una realidad: la crisis de la adolescencia, el momento del desarrollo emocional y físico más importante dentro de la vida de una persona. En el filme, donde Nikki Reed se estrena como actriz y guionista, la búsqueda de la identidad y el “crecimiento”, se van al extremo.

Tracy vive en un hogar de escasos recursos en un suburbio de Los Ángeles, con su mamá y su hermano unos años mayor que ella. Ella ya no es una niña, tiene la necesidad de dejar atrás la niñez para convertirse en “mujer”; transición que es representada simbólicamente con el acto de echar a la basura sus tiernos peluches.

Tracy imita a Evie, su estilo, actitud y hasta acciones; de la mano de su nueva amiga, se introduce en el universo de las drogas y la sexualidad. En el filme, la autoridad parece no estar presente, ni de parte de la tutora de Evie ni de la madre de Tracy, quien desesperadamente busca que su hija regrese a la normalidad.

Camisetas o prendas de ropa íntima con frases como: “Estrella porno”, “Me encantan los penes”, “¿Quieres revolcarme?”, son parte del ropero de la nueva Tracy. Su madre sabe que algo está mal desde que dejó que Evie viviera en su casa, sin embargo, sabe que ella también tiene la culpa por haber traído a su novio, ex drogadicto, a casa (acción que molesta evidentemente a Tracy).

Todo es un caos, Tracy y Evie viven en un pequeño mundo donde la ley no existe, donde el consumo, el robo y tener sexo son canales para una madurez precoz.

En la escuela, Tracy deja de ser una buena estudiante, ya no entrega tareas y tiene malas calificaciones. Su mundo perfecto de niña de 13 años ha cambiado, olvidó que junto al crecimiento y libertad vienen incluídas responsabilidades.

El costo de la popularidad es alto y Tracy lo paga. Ella sabe bien que está haciendo mal, Evie controla en gran parte su vida y no puede salir hasta que toca fondo.

Con un final abierto, el desempeño de Tracy durante el curso es indefinido. Thirteen se gana el premio al Mejor drama familiar. Es un ejemplo claro de la incomunicación y la crisis existencial durante la adolescencia y merece ser mostrado no sólo a jóvenes, sino también a los maestros y padres, quienes tienen que saber que en esta etapa de la vida se puede ganar, pero también se corre el riesgo de perderlo todo.

Por Sofía Huerta (@Sophia_Huerta)

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