‘Ready Player One’: pura nostalgia ochentera

Es común que, en diferentes formas, nos sintamos atraídos por el pasado y por lo que sucedía en otras épocas que no nos tocó vivir. La ola más reciente de este fenómeno se da con los años 80, una década que definitivamente resulta sumamente atractiva gracias a cómo se vestía la gente, la música, el consumismo, la moda, videojuegos y películas, así como series, que se veían; en resumen, los 80 fueron años llenos de “cultura pop” y esto queda más que claro al ver Ready Player One: comienza el juego (Ready Player One, 2018).

En 2011, el escritor Ernest Cline sorprendió a propios y extraños al publicar Ready Player One, una novela de ciencia ficción en la que hace un merecido homenaje a los años 80 y que rápidamente llamó la atención de Hollywood para adaptarla, con la participación del propio escritor como co-guionista, ni más ni menos que bajo la dirección de uno de los máximos referentes cinematográficos de la década en cuestión: Steven Spielberg.

Ready Player One nos sitúa en un futuro un tanto desalentador en el que la sociedad se encuentra sumergida más que nunca en la tecnología, teniendo a una empresa tecnológica llamada IOI como un ente controlador que obedece únicamente a sus propios intereses, y en el que las personas se olvidan de todos sus problemas al entrar día a día en OASIS, un videojuego de realidad virtual que te permite ser alguien más y vivir justo como quisieras hacerlo en el mundo real.

La historia tiene como detonante la muerte de James Halliday, genio visionario de la tecnología y creador de OASIS, quien, al no tener familia ni herederos, encuentra una forma ingeniosa de asegurar que su patrimonio se llegue al lugar más adecuado y que quede en las manos correctas. El magnate organiza una suerte de cacería del tesoro que se lleva a cabo dentro del mundo virtual para encontrar tres llaves que permitirán obtener un objeto oculto, el ganador se convertirá en billonario y dueño absoluto de OASIS. Los usuarios comienzan desesperadamente a buscar el codiciado objeto que podría cambiar sus vidas para siempre, pero no son los únicos debido a que los ejecutivos de IOI también inician su búsqueda para asegurarse de toner el control total del recurso más importante que existe.

En medio de la búsqueda por el objeto oculto conocemos a Parzival –sí, igual que el caballero de la Mesa Redonda de la corte del Rey Arturo que busca el Santo Grial–, cuyo verdadero nombre es Wade Watts porque a su padre le parecía que sonaba como el alter ego de un superhéroe de los cómics que leía –tipo Peter parker o Bruce Wayne–, un joven huérfano de clase baja que se ve obligado a vivir con su tía y el inutil novio de ella, pero quien es alguien conocido en OASIS y que se convierte en alguien sumamente importante al ser el primero en obtener una de las tres llaves que hay que encontrar para ganar. Además, tenemos una lucha clandestina en contra de la corporación que pretende controlarlo todo, pues en una sociedad que parece sometida en su mayoría va tomando forma una rebelión que pretende devolverles el control de sus vidas a todas las personas y sin querer Wade se vuelve una pieza fundamental para esa revolución e incluso llega a ser visto como un símbolo de que cosas mejores podrían llegar.

La cinta es un viaje lleno de nostalgia ochentera y referencias a la cultura pop que nos convierte en cómplices de Wade y sus amigos –Art3mis, Aech, Sho y Daito– en una búsqueda que requiere de un alto nivel de conocimientos sobre los 80, sus película, programas de televisión, videojuegos, costumbres, ídolos y estilos de moda para resolver una serie de pruebas que pondrán a pensar a muchos que vivieron al pleno aquella década y que la añoran, al igual que a los que son fans declarados de todo lo que tenga que ver con ella.

El hecho de que un aspecto importante de la trama sea que uno de sus personajes principales y causante de la búsqueda que vemos sea un verdadero fan de los años 80 hace más atractiva la película al introducir personajes, canciones y demás cosas de esa gloriosa época. Conforme la historia se va desarrollando es importante poner atención a cada uno de sus detalles, incluyendo el que parezca el más mínimo, para alcanzar a cachar todas las referencias que hay y les garantizamos que cada una de éstas generarán cierta emoción e incluso les pondrán la piel chinita a varios. Ver en acción al Gigante de Hierro, Gundam, Mechagodzilla, las Tortugas Ninja, el DeLorean de Volver al Futuro o la mítica motocicleta de Kaneda, de Akira, son sólo algunas de las muchas maravillas que ofrece este filme que se alimenta al cien por ciento de la nostalgia.

Ready Player One es una buena película y funciona en gran medida gracias a todas sus referencias ochenteras y a la cultura pop en general, su mayor punto a favor es la nostalgia y cómo es manejada ésta, de hecho podemos decir que también funciona por la adecuada manera en la que su director, Steven Spielberg, logra salir avante al hacer varias autoreferencias sin caer en la parodia o en lo ególatra. Aquí el principal atractivo es ser testigos de todos los homenajes que se hacen y del desfile de personajes que pasan por cada secuencia, ya sea teniendo una participación decisiva en la historia o un mero cameo.

La película tiene un buen ritmo en general y resulta ágil, aunque hacia el final se cae un poco y en su conclusión pasan algunas situaciones que se sienten un tanto inverosímiles, pero que también recuerdan un poco a la estructura narrativa de ciertas cintas ochenteras que a veces caían en lo meramente ridículo. La historia, a pesar de sus detallitos, logra salir adelante y quienes no hayan leído el libro en el que se basa saldrán complacidos de la sala de cine, pero es probable que algunos fans de la novela original, sobre todo aquellos más puristas, no estén de acuerdo con los notables cambios hechos para la adaptación.

Al final, Ready Player One es una cinta entretenida y palomera que vale la pena ver para pasar un buen rato, además de que emocionará a muchos con sus referencias y homenajes. Se trata de un efectivo ejercicio cinematográfico en el que la nostalgia juega un papel clave y de un ejemplo más de que no hay alguien mejor que Steven Spielberg para hacer películas comerciales que tengan cierta esencia identificable y que cumplan perfectamente con el objetivo de entretener.

Por Jonathan Eslui (@JonathanEslui)

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