No soy quien crees: El amor y la idealización virtual

Para los cortejos y los romances, las redes sociales suelen ser un arma que tanto puede afianzar una relación como sembrar el motivo de una separación. En ocasiones, el anonimato que guarda un perfil ofrece posibilidades de crear falsas historias basadas en fotografías, videos, conversaciones y personalidades que satisfagan las expectativas ajenas de una persona.

No soy quien crees (Celle Que Vous Croyes, 2019), además de resaltar en la capacidad de las redes sociales para formar vínculos afectivos, resalta un juego de idealizaciones. Claire (Juliette Binoche), de 50 años, crea una identidad falsa en Facebook con el propósito de vigilar a Ludo (Guillaume Gouix), su amante. Haciéndose pasar como una mujer de 24 años llamada Clara contacta a Alex (François Civil), amigo de Ludo, y desarrolla un enamoramiento hacia el joven, quien se obsesiona con la relación hasta el punto de buscar un encuentro personal.

El realizador Safy Nebbou entreteje un thriller que construye un paulatino romance y confronta con las inseguridades personales. Basado en la novela de Camille Laurens, el guion del propio Nebbou transita entre presente, pasado y un onirismo que enfatiza en el aspecto psicológico de Claire (sobresaliente Binoche). El personaje, quien mantiene sesiones de terapia con Catherine (Nicole Garcia), reflexiona sobre los daños personales provocados por la infidelidad, los estragos de su edad, la inseguridad que le genera ser mayor que Alex y su inicial satisfacción al revivir juventud y deseo a través del perfil de Clara, así como de su método de suplantación realizado con imaginación e inventiva.

La tensión crece en el relato conforme los giros en su argumento, un tanto forzados en su conclusión, pero efectivos en el retrato de las mentiras que arrinconan a Claire conforme inventa excusas para eludir el encuentro con Alex, con la realidad rebasando las posibilidades de éxito del romance. La fotografía de Gilles Porte pronuncia la intimidad de las conversaciones telefónicas, la utopía pasional, las confesiones al psiquiatra, su soledad en la reclusión, las clases en universidad, su obsesión con el pasado y el deterioro físico.

Si bien retoma una premisa conocida (el documental Catfish y su versión televisiva lo hicieron antes), No soy quien crees suele ser un poco confusa en el desarrollo de su trama, pero logra un sostenible thriller romántico sobre los juegos de las mentiras en el mundo virtual.

Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)

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