The City Below (2010) es un filme alemán que sucede, casi como en un sueño, cerca de las nubes. Son constantes los escenarios de altos edificios, rascacielos de inmensos ventanales, donde se puede apreciar –literalmente– la ciudad debajo.
El empresario Roland (Robert Hunger-Buehler) se enamora de Svenja (Nicolette Krebitz), esposa de uno de sus empleados. Ante la primera reacción negativa de la mujer para comenzar una aventura, su deseo crece y ejerce su poder para provocar situaciones que lo lleven hacia su objetivo.
Roland arriesga su carrera y su negocio por la necesidad de poseer a la mujer deseada. Svenja, por su parte, no tiene ninguna pasión en la vida. Intenta –sin éxito– conseguir un trabajo (para lo que miente en su currículum) y deja el tiempo correr sin pasión alguna.
El director Christoph Hochhäusler nos muestra a dos personajes que han perdido el suelo por una pasión prohibida, y regresar a él parece cada vez más complicado. El mundo a su alrededor simplemente desaparece, y los daños colaterales dejan de tener importancia.
La cinta comienza lenta y sutil, con escenas que cuesta trabajo conectar. Pero a los pocos minutos se convierte en un enredo apasionante que provoca en el espectador una sed insaciable por saber más.
Las acciones eufóricas que la obsesión de los amantes provoca contrastan con el pragmatismo germano con el que los personajes se desenvuelven en el cotidiano mundo de los negocios: grandes edificios, trajes elegantes, juntas de negocios. Todo ello es una especie de careta que esconde lo que sucede en la oscuridad las habitaciones.
El filme corre con dos líneas paralelas: la pública y la privada. Todo se rige por mentiras y verdades a medias. Los personajes muestran a los demás la cara con la que prefieren ser vistos, y en la sombra mantienen otra gran parte, con la que podrían arriesgarse a ser juzgados.
Y, como en cualquier adicción, todo es válido para conseguir lo que quieres.
Por Indira Cato
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