El despertar sexual y amoroso adolescente es internamente complicado. Sumado a la presión social, a la desinformación, a los granos en la cara, a la eyaculación precoz se convierte en una verdadera pesadilla que cualquiera desearía borrar. Cualquiera, excepto el guionista y director Riad Sattouf.
The French kissers (Les beaux gosses, 2009) es una comedia francesa que expone las experiencias más vergonzosas de los chicos de 14 años. El personaje principal es Hervé (Vincent Lacoste), un flacucho con brackets, cuya mayor acción sexual implica ver pornografía barata con su mejor amigo Camel (Anthony Sonigo) —fan de la música metal con corte de cabello al estilo “El Bucky”— y masturbarse juntos.
Son un par de inadaptados. Su obsesión primigenia es salir con las chicas de la escuela, pero no con cualquiera, sino con alguna de las populares. El sueño de Hervé se hace realidad cuando Aurore (Alice Trèmoliéres) — una chica alta, guapa, y, por supuesto, popular— le propone tener una relación secreta. Sin embargo, los chismes y el famoso “teléfono descompuesto” terminan por hacer un caos en la comunicación de los chicos.
Aunque el título en inglés le viene muy bien —The French kissers, haciendo alusión al beso francés o de legüita—, el original se mofa aún más de los personajes, ya que “Les beaux gosses” se traduciría como “los chicos guapos”. Cosa que, evidentemente, no son.
La cámara es descuidada, incluso parece que de forma deliberada. Juega con encuadres poco comunes, en especial puntos de vista del personaje: cuando está de cabeza o cuando Aurore está besando a Hervé y abre los ojos para descubrir los de él abiertos.
Sattouf es un franco-sirio, que se dedica también a hacer novelas gráficas para adolescentes. Es así como en The French kissers, su debut en cine, crea al personaje de Camel, a quien no pueden mencionar sin agregar su ascendencia árabe. Es una especie de reflejo de él mismo, quien creció en Siria y Líbano y pasó su juventud en Europa.
El elenco es un collage hecho por no-actores —en los papeles de los jóvenes— y actores experimentados que interpretan a los padres y maestros.
El director cuenta las vicisitudes con un estilo fresco y relajado, y no oculta nada de las vergonzosas anécdotas de los adolescentes. “Quise centrarme en la intensidad de sus emociones”, cuenta. “Cosas que le pasan a los adolescentes pero que no se cuentan muy a menudo”.
Los conflictos del filme son los de los chicos: cómo besar bien, cuándo tendrán sexo, etc. Es una comedia ligera, divertida pero no demasiado profunda. Sin embargo, llena de realismo y no chistes chuscos de relleno, como suele suceder en los filmes gringos de este estilo.
Su tirada fue más hacia lo comercial, y lo logró, con un millón de espectadores en sus dos meses de cartelera en Francia. No obstante, la cinta fue galardonada en festivales, como Cannes, Los premios César y el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires.
The French kissers saca carcajadas y provoca pena ajena. Es una película divertida, amena que seguro regresará al público a memorias personales ocultas hace algunos ayeres.
Por Indira Cato
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