‘Mejor… ¡Ni me caso!’: Desperdicio actoral

caso2Alejandro, el hijo adoptivo de Don y Ellie, está a unos días de casarse con Missy. Ellie, regresa a la casa después de un tiempo de ausencia a causa de su divorcio con Don, quien la dejó por Bebe, su mejor amiga, con quien vive y quien fue también parte importante en la vida de Alejandro y sus hermanos Jared y Lyla.

Madonna, la madre biológica de Alejandro, saldrá por primera vez de Colombia para asistir a la boda de su hijo en Estados Unidos. Alejandro, consciente de que su madre es una mujer católica muy ortodoxa, siempre le ocultó el divorcio de sus padres adoptivos y teme que se oponga a la boda cuando se entere de la verdad.

Don y Ellie deberán fingir que siguen felizmente casados para engañar a la puritana Madonna y lograr que la anhelada boda de Alejandro y Missy pueda llevarse a cabo sin ningún contratiempo.

El simple hecho de ver que una película presume de tener en su reparto a los veteranazos Robert De Niro, Diane Keaton, Susan Sarandon y Robin Williams, acompañados de actores jóvenes cuyos nombres ya suenan fuerte en Hollywood por alguna razón, como Amanda Seyfried, Katherine Heigl, Ben Barnes y Topher Grace, naturalmente despierta curiosidad, a pesar de que se llame Mejor ni me caso; pero ni siquiera con ese reparto la película logra tener algo rescatable.

La película es un remake de la francesa Mon frère se marie, pero pareciera que el director Justin Zackham le quiso dar un estilo como el de Nancy Meyers, ya saben, la directora de películas como Alguien tiene que ceder o Enamorándome de mi ex, cuyas temáticas giran alrededor de familias adineradas que se enfrentan a divorcios o situaciones sentimentales delicadas, pero que salen a flote gracias a la mente abierta y la madurez de sus personajes.

A pesar de que Nancy Meyers no es mi hit, más bien veo sus películas con ciertas reservas, debo admitir que les imprime una gracia y un humor que hace que sean ligeritas y que algunas escenas sean memorables, ¿A quién no le gustó la secuencia de Alguien tiene que ceder cuando Diane Keaton llora desconsoladamente por culpa de Jack Nicholson mientras teclea el guión de su obra teatral en la máquina de escribir? Pero el principal factor que hace que las comedias de Meyers funcionen es que aprovecha muy bien a sus actores, algo que Zackham nunca logró.

Los personajes y el reparto con los que contaba Zackhman eran para que la película, si bien no fuera una obra de arte, por lo menos resultara en un trabajo decente; tenemos a los hermanos, compuestos por el ya mencionado Alejandro (Ben Barnes), el hijo adoptivo que se va a casar, Lyla (Katherine Heigl), la hermana que pasa por problemas en su relación al no poder tener bebés y Jared (Topher Grace), el hermano que es un exitoso médico pero que a sus treinta años aún es virgen y comienza a dudar si realmente quiere llegar con su castidad intacta al matrimonio.

Sus padres Don (Robert De Niro), un mujeriego en abstinencia alcohólica, Ellie (Diane Keaton), una mujer que a pesar de que su matrimonio terminó sigue adelante con su vida, y Bebe (Susan Sarandon), la nueva pareja de Don, quien no tuvo broncas en bajarle el marido a su mejor amiga y que crió a sus hijos como si fueran de ella.

La familia política compuesta por Missy (Amanda Seyfried), la prometida que apoya en todo momento a su prometido, a pesar de que el apoyo no es recíproco, Muffin (Christine Ebersole),  la suegra operada a más no poder a quien le carcome el miedo de tener nietos morenos, y Barry (David Rasche), el suegro que está a punto de la quiebra.

La familia biológica: Madonna (Patricia Rae), la católica y metiche madre de Alejandro, y Nuria (Ana Ayora), su sensual y candente hermana quien busca a alguien que le dé un poco de amor en Estados Unidos. Y finalmente el Padre Moinighan (Robin Williams), el sacerdote encargado de la boda pero que se rehúsa a casar a los novios si no le prometen que sus hijos serán criados bajo las normas y las tradiciones de la iglesia católica.

Ahí está, la película tenía buenos elementos, una familia disfuncional, fanáticos religiosos, personas materialistas, interesadas y racistas, una boda de por medio, etc., pero resulta plana, aburrida. A pesar de haber tantos personajes no hay ninguno que destaque o en el que se logre profundizar aunque sea un poco.

En ningún momento uno siente empatía por alguno, al contrario, terminan por ser irrelevantes, grises, incluso molestos (Madonna deja muy en claro por qué hay gente que utiliza la frase “Dios mío, líbrame de tus seguidores”), no hay algún interés por saber qué les pasará o cómo resolverán sus conflictos, que por cierto también son de lo más intrascendentes, bobos, poco creíbles, oportunistas; los chistes tienen referencias sexuales y son mal ejecutados, en fin.

No sé si Zackham quiso hacer una crítica/burla de la religión, o si demanda más apertura de la sociedad hacia temas como el divorcio y la poligamia, si quería cumplir su capricho de hacer una película o si simplemente quería hacer una comedia romántica; lo que haya sido no le salió y terminó por ser un trabajo para el olvido.

Espero que por lo menos a Sarandon, De Niro, Keaton y Williams les hayan dado un jugoso cheque por prestarse a hacer una película que está muy por debajo de lo que nos tienen acostumbrados a ver.

Lo que más me pesa, en lo personal, es el personaje tan simplón e intrascendente en la carrera de Robert De Niro. Lamentablemente en estos tiempos ya no es garantía que una película con De Niro sea buena, (me rehúso a resignarme a que no volveremos a ver una actuación como cuando interpretó de Harry Tuttle en Brazil o James Conway en Goodfellas, pero tristemente pareciera que ya ni siquiera le importa). Incluso ya la había hecho antes, formó parte de un elenco con nombres rimbombantes en Año Nuevo, una película que, bueno, sin comentarios; no había ninguna necesidad de volverlo a hacer en Mejor.. ¡Ni me caso! (The Big Wedding), pero ni modo.

Por Luis Arredondo

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