‘Maléfica’: La villana que mece al cuento de hadas

Los hermanos Grimm y el francés Charles Perrault son la fuente de inspiración preferida de la casa Disney, además de que también se conocen los drásticos cambios que sufre la adaptación de los sombríos cuentos originales para otorgar un final feliz y evitar el desmoronamiento prematuro de la inocencia.

Dichas recreaciones han buscado, a lo largo de su existencia, presentar el punto de vista del héroe, aquel que se embarca en una odisea personal en la que no sólo se dispone a cumplir una tarea asignada por el azar del destino, sino que también triunfa, halla la madurez y su pertenencia en el mundo. Ante audiencias infantiles menos habituadas al heroísmo de antaño y cada vez más difíciles de sorprender, la tradicionalista casa de animación se animó a cambiar el preestablecido eje y adentrarse en la génesis de una de sus villanos más populares, tratándose nada más ni nada menos que el de Maléfica, la famosa bruja del cuento de La bella durmiente.

En Maléfica (Maleficent, 2014), la “heroína” homónima (Angelina Jolie) es la benévola hada guardiana de un reino de hadas adyacente al de los hombres, quien tras ser traicionada por un ambicioso joven, se vuelca en el odio y en la venganza. Tras acudir al bautizo de la hija del rey, le lanza la cruel maldición, la cual amenazará en sumir a la princesa Aurora (Elle Fanning) en el sueño eterno.

La mujer en el contexto de La bella durmiente es relegado para someterse a las decisiones del patriarca, evidente en el ocultamiento de Aurora y en su ignorancia con respecto a su linaje, relegándola a vivir en una cabaña del bosque sin miramientos ni concesiones hasta después de cumplir los 16 años. En el caso de Maléfica, tal y como no se había visto con anterioridad, es lo adverso, ya que tiene la responsabilidad de proteger y tratar justamente a su reino. No es del todo diabólica, sino que sus circunstancias de vida la desvían del camino correcto y, con una naturaleza similar a la humana, se cuestiona a sí misma conforme convive con la propia princesa que se atrevió a maldecir.

El debutante cineasta Robert Stromberg presenta un mundo imaginario del cuento muy llamativo en términos visuales, como la concepción de las hadas y criaturas que habitan en el reino de Maléfica ubicado en la ciénaga y las inmediaciones del castillo del rey. Algunos elementos característicos del filme animado de 1959 permean en el embate del tiempo, como el cuidado de Aurora por parte de las tres hadas, la rueca culpable que cumple como el destino ineludible, las consecuencias de una innecesaria rivalidad entre rey y bruja, y la fuerza del amor como la cura de la maldad, aunque aquí el romance, con respecto a su predecesora, es casi inexistente.

El lado oscuro que guarda todo ser humano es atrayente para presentarse como protagonista y está muy en boga últimamente. Eso lo supo Disney. Angelina Jolie se mete por completo en la piel y mente de Maléfica, con una sobria caracterización que rememora a su predecesora en animación, agregándole desde facetas nobles –con un dejo de humanidad mostrado en la convivencia con el cuervo Diaval (Sam Riley) y Aurora– hasta aquellas temibles e identificables por el vox populi.

Sin embargo, la pericia de Stromberg como diseñador de producción (AvatarAlicia en el País de las maravillas) no es la misma como director de historias, ni con el guión de Linda Woolverton. La pretensión de innovar el relato de hadas es tan grande, que el excesivo cuidado hacia la villana tanto en apariencia como en psicología ensombrece a los otros partícipes, volviéndolos unidimensionales. Stefan (Sharlto Copley) cae en el estereotipo de gobernante receloso y ambicioso, un tirano obsesionado en vencer a Maléfica; a Diaval ni con una apariencia humana logra sacársele el provecho suficiente, y el príncipe Felipe (Brenton Thwaites) es soso y, a diferencia de la contraparte clásica, carece de importancia en el desarrollo del relato, incluso para la historia de amor que pretendía mostrarse.

La forzada comedia de las tres hadas madrinas (Imelda Staunton, Lesley Manville y Juno Temple) aleja en crear simpatía con su rol de “protectoras despistadas” y, aunque inocente, cálida e ingenua,  la falta de profundidad en la concepción de Aurora no logra colocarla a la altura de una estelar que se come ella misma la película.

Así, Maléfica es un amistoso cuento de hadas ideal para atestiguar un curioso giro argumentativo y un llamativo despliegue visual entre bosques de espinas, ciénaga y un magistral castillo, pero termina convirtiéndose en el móvil perfecto para resaltar el estatus de estrella de Angelina Jolie, quien llevaba cuatro años de ausencia en la pantalla. Sus compañeros de reparto y actuaciones poco tienen que hacer ante una lúgubre, preponderante e icónica villana. Tal como el poster que la publicita, ella es el centro de atención absoluto, siendo el cuento de infancia, la fantasía y su folclor quienes se desvanecen hasta volverse imperceptibles.

Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)

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