Sobrevivir, en ocasiones, parece ser nuestra única opción en el mundo. Trabajar un día más, salir a la calle para llegar una oficina y así obtener los medios suficientes para repetir el proceso en los días que se avecinan. La sangre del mundo es el dinero y su ausencia una soga al cuello.
Esos son los límites a los que nos arrastra nuestro modelo económico. Cuándo el dinero se vuelve lo más importante, ¿dónde queda lo humano? En apariencia, ese es el principal tema de exploración de Love Me Not (2017), el cuarto largometraje del griego Alexandros Avranas, quien junto a Athina Rachel Tsangari (Chevalier) y Yorgos Lanthimos (La favorita, La langosta) es una de las caras más reconocidas del cine griego contemporáneo.
Su trabajo más reciente es un thriller que funciona como relato moral, en él una pareja contrata a una inmigrante como vientre subrogado. Esta breve anécdota da pie a una reflexión sobre el valor de la vida, además de intentar cuestionar nuestro comportamiento como sociedad con una profunda crisis –económica y moral– como telón de fondo.
Las influencias de Love Me Not van desde la legendaria Avaricia (Greed, 1924), de Erich von Stroheim; pasando por Salò o los 120 días de Sodoma (Salò o le 120 giornate di Sodoma, 1975), de Pier Paolo Pasolini; hasta llegar a referentes más cercanos como el cine de Michael Haneke o Lars Von Trier.
Avranas, como los antes mencionados, busca provocar al espectador, llevarlo a lugares incómodos donde lo más oscuro de nosotros mismos se manifiesta. Así nos lo explica:
¿Qué te atrajo de la historia? Tengo entendido que apareció en los periódicos griegos.
Está basada en un hecho real, pasó en Grecia durante el 2011. Si decimos que fue una historia de terror casi spoileamos la película. Una pareja intentó salir de sus problemas financieros asesinando a una persona para poder cobrar el seguro de vida y así saldar sus deudas. Al final terminaron peleándose por decidir quién había sido la mente maestra detrás de todo, el líder iba a pasar más años en la cárcel. La película sucede durante una profunda crisis económica y moral, todavía está presente en Europa.
Es una película sobre la avaricia, sus consecuencias. Esa crisis que refieres lleva años con nosotros.
Es sobre mis contemporáneos, gente como yo cercana a los 40 años. Somos una generación, al menos en Grecia, que no hemos tenido oportunidades de desarrollo, nunca disfrutamos de una buena situación económica o construido algo para el futuro. Esta generación, al final, nunca obtendrá lo que merece de una manera u otra. Eso quería abordar con la película. Los protagonistas son una pareja que desea más, cree merecer algo más de lo que tiene. Entonces deciden tomarlo. Simbólicamente se habla de la avaricia, aunque es parte de la crisis moral.
Quiero que cuando el público vea la película se pregunte sobre la moralidad del asesinato, el valor de la vida.
La situación tiene muchas similitudes alrededor del mundo.
He tratado en mis películas de no poner la acción en específico en Grecia o Europa, porque en efecto la crisis está en todos lados, no importa si es Italia o México.
¿Crees que esta crisis tenga solución?
Es complicado, necesitamos tiempo. Es momento de empezar a pensar que la crisis sucedió porque el dinero se hizo demasiado importante. No puede ser la única manera en que encontremos la felicidad, tenemos que pensar en el derecho a la vida y lo egoístas que somos. Tenemos que ser conscientes de nosotros mismos. En algún momento esto tiene que parar y mejorar, es un sentimiento que se da cuando estamos juntos, como sociedad. El gusto por estar con el otro nos lleva a entendernos mejor.
La película es del 2017, ¿ha cambiado algo en Grecia estos dos años?
Es demasiado pronto para decirlo. Grecia ha vivido los últimos años una profunda crisis económica, luego de gobierno y migración. No sé si queda alguna esperanza entre la sociedad, deberíamos poder crear algo de esperanza para nosotros mismos pero el paisaje no luce nada optimista.
Algo similar sucede en México, empatizamos con su situación migratoria.
Quise que uno de los personajes no hablara un griego perfecto para hacer notar su situación migratoria. Esto también se repite en todo el mundo. El problema no son los migrantes que deben abandonar su país, sino las situaciones que los obligaron a hacerlo lleguen a Grecia o el resto de Europa.
Después de tu triunfo en San Sebastián, algunos críticos se refirieron a la película como “cine de la crueldad”, ¿qué piensas de esto?
Es parte de una larga discusión sobre lo que es el cine hoy. Creo que el cine siempre ha tenido la facultad de hacer pensar a su público, películas que, aunque sean ajenas a su realidad provoquen algo más. Estos son problemas que están pasando, no son cosas de niños. Sé que la película es oscura y puede ser difícil para algunos, se le puede llamar cine de la crueldad, pero yo busco catarsis. Hacer catarsis en cada uno de los que vean la película. Lo único cruel es la realidad.
Por Rafael Paz (@pazespa9)
Publicado originalmente en Forbes México Digital.