La Chica del Dragón Tatuado

Nítida Oscuridad & Asfixiante Nihilismo: Fincher & Sasnal

Después de un año que culminó de manera, por decirlo de algún modo, decepcionante, David Fincher tomó un proyecto alrededor del cual existía gran escepticismo: una versión en inglés de la hiperconocida trilogía Millenium del novelista sueco Stieg Larsson.

Teniendo como antecedente las películas suecas realizadas durante el 2009, la idea de este reboot se antojaba prematura y arriesgada, sin embargo Fincher recién terminaba con La Red Social (The Social Network, 2010), en la que su trabajo como esteta visual cedió a la ingeniosa pluma de Aaron Sorkin el camino del éxito.

Ahora Fincher reubica su papel como un artista visual muy orientado hacia ejercicios visuales influenciados por artistas futuristas, arte abstracto y una dosis importante de arte contemporáneo, entiéndase un arte lúgubre, sofisticado y frío.

Es claro que Fincher quiere causar impacto visual desde los créditos de la cinta, en los que vemos una serie de imágenes que parecen sacadas de un videoclip (recordemos que Fincher fue director de videos para diferentes artistas, entre ellos Madonna) expresando de una forma condensada lo que estamos a punto de ver: estridencia visual o la comercialización visual de la depresión y el rencor adolescente.

Reminiscente de artistas contemporáneos como Wilhelm Sasnal, Fincher explota la idea de la textura y la agresión para remarcar que la cinta es “sensualmente agresiva” (como una violación anal). El estilo de los créditos de entrada es elegante pero correoso, como llevar una camisa sin mangas en una boda, acompañado de las estridentes notas de la versión de la Canción del Inmigrante a cargo de Karen’O y la dupla Ross/Reznor.

El Tatuaje como Traumatismo y la inocencia gótica

El tatuaje del dragón es utilizado en la narrativa de la cinta como una imagen de traumatismo. El tatuaje es la idea de rebelión permanente y en el caso de Lisbeth (Rooney Mara) se convierte en toda su identidad. Este ya mítico personaje tiene una psique infantil escondida bajo una actitud fuertemente agresiva e hipersexualizada, como las pinturas de Marlene Dumas, quien usa la idea de identidad como motivo visual, al igual que Fincher en esta cinta.

La elección de Rooney Mara fue acertadísima por parte de Fincher, ya que esta idea de “niña-mujer” se condensa en el cuerpo desnudo de Rooney Mara, altamente atractiva para pervertidos sexuales. Es un personaje complicado y lo interesante de la obra de Dumas con la que se compara es que condensa perfectamente la idea del personaje de Lisbeth Salander: una niña traumatizada. Pedófilos, absténganse.

Los Videos Snuff: Ahora y antes.

Tomando como referentes más conocidos (y de cierta manera más amigables con la audiencia), cerca del final de la cinta, el periodista interpretado por Daniel Craig es víctima de una cámara y un instrumento de sujeción bastante sofisticado que seguramente compró en una de esas tantas sex shops (se dice que en Suecia hay más sex shops que hospitales y guarderías combinados) todo esto siendo presenciado por una austera cámara de video.

Caso similar al que ocurre en la cinta de cultazo Tesis (1996), de Alejandro Amenábar, una de las que llevó el fenómeno snuff a la esfera mainstream, sin contar el remake de Joel Schumacher con Nicolas Cage a la cabeza, 8 MM (1998). Lo que podemos ver en La Chica del Dragón Tatuado es una refinación de la representación de dicho fenómeno, la presencia de ambientes “subterráneos” y el auge del subgénero “porn-torture” en años recientes gracias a cintas como Hostal (2007) y sus continuaciones. La exposición constante de contenido violentamente realista en ambas cintas está dosificado, pero las dosis son fuertes e intensas, cual inyección de penicilina en la nalga. La diferencia entre Fincher y Amenábar es que Fincher mete la jeringa sin avisar.

Estilo Subversivamente Lucrativo. El arte punk.

Probablemente sería desatinado incluir a los escultores británicos Tim Noble y Sue Webster en una corriente propiamente punk, lo cierto es que su trabajo se asemeja en estilo al personaje de Lisbeth y su entorno. Estos artistas británicos recogen desperdicios y deshechos, los cuales reutilizan para construir siluetas con formas humanas o muchas veces con mensajes subversivos sobre temas como la cultura o el capitalismo. De la misma manera Lisbeth está construida en torno al simbolismo de un tatuaje, piercings y fragmentos de una psique destazada, lo cual forma una silueta fácilmente reconocible, pero detrás de la cual no sabemos cuánto deshecho existe. Su actitud conlleva un mensaje de rechazo pero sentimos una ambigua empatía hacia ella, pero como Fincher, su personalidad agresiva, mordaz y de tremenda inteligencia pone una gran barrera que impide la empatía total, pero a pesar de ello, no podemos dejar de ver.

Fincher & Haneke: El auteur alienante

David Fincher es un director que gusta de dárselas de “genio visual” y tiene un ego incontrolable.  Su estilo de dirección así como el estilo de sus películas son con frecuencia clasificados como fríos, distantes, crueles y hasta pedantes. Mismos adjetivos han sido lanzados al cineasta alemán Michael Haneke. Basta con ver cintas como Caché (2005) o La Hora del Lobo (Le Temps du Loup, 2003) para reconocer la influencia de Haneke en el cine de Fincher, siendo la constante una puesta en escena estéril y carente de emoción humana.

Consumados estetas de la pantalla (siendo Haneke ciertamente superior a Fincher), la violencia irrumpe el mundo de ambos directores de manera esporádica pero memorable. En este caso se compara la cinta con una escena de La Hora del Lobo en la que un niño contempla una hoguera en la que esta a punto de entrar, de la misma manera que Lisbeth (Rooney Mara) contempla una hoguera. La calidez del fuego en ambas cintas no es reconfortante sino redentora.

Abrumador Arte Abstracto y el Peso de la Línea

La casa de Martin Vanger (Stellan Skarsgaard) en la película es un espacio que resume el sueño húmedo hipster: paredes tapizadas de arte abstracto al estilo del pintor norteamericano Franz Kline, donde la línea es predominante en la arquitectura y en el estilo. La línea y la perfección de la misma en cada toma de la película es evidente, pocas veces Fincher sale de un encuadre perfectamente delineado. Digamos que si este fuera el libro para colorear de Fincher, pocas veces se sale de la rayita, y como tal, este rígido control en estilo refleja el trabajo de un cineasta disciplinado pero frío, austero pero con abundancia de medios, Fincher es el control y la disciplina que a Lisbeth le hacen falta, pero a Lisbeth le sobra lo que Fincher carece muchas veces, pasión.

–¿Donde compraste tu camiseta Lisbeth?

–Había barata en Milano

Por JJ Negrete

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