GIFF | Michel Gondry: Cartulinas Fílmicas

Imagine a una persona, independientemente de su edad, que se encuentra frente a una enorme cartulina blanca que debe ser llenada, sea en un libre ejercicio de expresión personal o como un asignatura obligatoria que se hace con gusto por el único hecho de poder usar libremente una gran cantidad de atractivos materiales para hacer destacar el trabajo por su originalidad y vistosidad. 

Michel Gondry, popular cineasta francés del que se hablado mucho y cuyo trabajo suele estar ligado a una serie de adjetivos y descripciones que muchas veces se presentan imparciales en el juicio de su obra. Por ello, aprovechando su visita al Festival de Cine de Guanajuato 2014 (GIFF), revisamos su obra, en un esfuerzo por añadir otras perspectivas sobre su dispar cuerpo artístico:

  • Human Nature (2001)

Además de contar con el debut de Hilary Duff en la pantalla de plata, este tratado cómico-filosófico de Gondry, escrito por Charlie Kaufman, presenta la historia de un adulto salvaje, hallado por un científico con un claro desorden obsesivo (Tim Robbins), y cuyo interés romántico, una empedernida ambientalista (Patricia Arquette), hará todo lo posible por impedir  que el salvaje se convierta en un ser civilizado. 

Jugando con nociones tradicionales de la antropología clásica (como el texto del niño de Aveyron), el inconsistente guión de Kaufman encuentra un apropiado engranaje en el apenas iniciado estilo de Gondry como esteta visual, que ya se había ejercitado en una saludable cantidad de videos musicales para las particulares idiosincrasias de artistas como Björk, Radiohead o los Chemical Brothers. En Human Nature, Gondry aplaca su distintivo caudal creativo y adopta una postura únicamente servicial, en la que su estilo desapegado de los actores daña a Robbins o a Arquette, pero da una gran libertad a Rhys Ifans, quien interpreta no a un personaje, sino una inquietante abstracción.

  • Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (Eternal Sunshine of the Spotless Mind, 2004)

La segunda colaboración de Gondry y Kaufman habría de convertirse, para ambos, en el momento de dolorosa consolidación. A los ojos de las audiencias, ambos habrían de divagar en proyectos personales a partir de este punto, hallando mejor suerte la compleja visión y ambición de Kaufman frente a la ingeniosa experimentación formal, más limitada de Gondry. La plasticidad pop y una agridulce sensibilidad encuentran un armonioso diálogo con la densidad intelectual y una neurología millennial para hacer una contundente declaración sobre el estado de las relaciones afectivas que habría de permanecer sin rival por casi diez años, hasta la llegada de Ella (Her, 2013)

¿De qué trata? ¿Quién sale? Tan repetido que ha sido olvidado. Quizá Lacuna nos aplicó una de sus dickenanas sesiones, dejando en nuestra memoria fugaces instantes, cromatología capilar y una larga estela de recuerdos exacerbados o minimizados por nuestro más acérrimo rival: el cerebro.

  • La ciencia del sueño (La Science des Reves, 2006)

La más convincente evidencia del caos creativo que acompaña a Gondry dio un brutal arranque cuando convocó a la superestrella mexicana Gael García Bernal y a la gran Charlotte Gainsbourg para contar la historia de Stéphane Miroux, un inseguro joven mexicano que viene a París para pasar un tiempo con su madre, enamorándose de su vecina. Gondry sale decentemente parado del “divorcio” artístico de Kaufman, tratando de hallar una voz distintiva como autor y no sólo como esteta visual, aunque muchos de los planteamientos narrativos se pierden en un empecinado engolosinamiento visual en el que se desdibujan los personajes pero vuela la imagen a bordo de un atractivo caballo de felpa y que verían una versión decadente de sí mismos en L’ecume des jours, un poemario de sacarina visual que produce terribles dolores de cabeza.

  • Be Kind, Rewind (2008) & Tokyo! (2009)

La nostalgia por un medio que fue un importante difusor de la imagen es lo que se encuentra en el núcleo de este ingenioso, pero incompleto filme, en el que Jack Black y Mos Def administran una pequeña tienda de renta de videos, pero cuando una cinta magnética borra el contenido de todas las cintas, es tarea de estos dos recrear la película con bajísimos niveles de producción, para el beneplácito de sus asiduos clientes (entre ellos, Mia Farrow) cuando llegan los representantes de los estudios a deshacer el sueño.

Junto con su cortometraje que formó parte de la trilogía de Tokyo!, Gondry usa el reciclaje fílmico como una herramienta de discurso, una resistencia a la prefabricación del entretenimiento consumista utilizando materiales accesibles para todos. En estos trabajos, Gondry cambia la pulcritud y perfección técnica por la manualidad y la artesanía fílmica, rebosante de ideas cuyo impacto se encuentra contenido en la fugacidad y no en la permanencia.

  • El avispón verde (The Green Hornet2011) 

Michel Gondry es un cineasta al que debe reclamársele el repetirse y reconocerle el arriesgarse, hasta cuando se traiciona a sí mismo. Después de haber retratado a la industria hollywoodense como un acérrimo enemigo de la creatividad, el trabajo de Gondry adaptando al cine la popular serie televisiva The Green Hornet pareciera venir de un lugar cínicamente crítico, una postura radicalmente opuesta a lo que él nos tiene acostumbrados; una confirmación de la pobreza de la industria, o quizá simplemente quería experimentar de primera mano las limitaciones creativas que imponen los estratosféricos presupuestos de un tentpole blockbuster de estudio.

El producto final es terriblemente genérico, aséptico y apático. El elenco encabezado por Seth Rogen, Cameron Diaz y un esporádicamente aprovechado Christoph Waltz se siente desencajado y distante. La acción es aburrida por su nula inventiva y el guión tiene la originalidad de un cheto de bolita. Bien podría tratarse de un producto vacuo que se asume como tal en un ejercicio meta-crítico o simplemente de una mala película.

The We and the I (2012)

En la urbanidad es donde Gondry encuentra un refrescante esqueleto a su voz creativa, uno que le permite canalizar con inteligencia su agudeza como observador social y deslindarse de los mundos artificialmente creados para adoptar una juguetona sutileza y una necesaria pausa de la presión visual. 

Comenzando por el  ágil documental Block Party (2005), encabezado por el comediante afroamericano David Chapelle, Gondry demuestra una notable mano para el cine enfocado en minorías étnicas, una mirada fresca en sus interacciones y dinámicas que habría de verse evocada en la sociología matemática de un filme como The We and The I, en la que vemos cómo cambia la personalidad de un grupo de adolescentes de Brooklyn en un autobús de camino a casa a medida que el número de pasajeros va descendiendo. Un trabajo de auténtica honestidad que demuestra que en Gondry hay más que un diestro decorador.

  • Amor indigoL’ecume des jours, 2013)

A pesar de iniciar con cantidades malsanas de melcocha y empalagamiento visual (un timbre araña, zapatos caníbales y demás excentricidades que podrían funcionar en un comercial de Vans) la cinta progresa hacia algo más sombrío y deprimente, pero nada sutil. Incluso en el acto final de la cinta, donde el tono es pesadamente trágico, no hay rastros de cambio o evolución en el estilo, es la adopción sincretista de algo ya visto, un deja vu irremediable. Eso es lo más triste del asunto.

  • Is the man who is tall happy? (2013)

El trabajo más libre y al mismo tiempo el más contenido en la filmografía de Gondry. Un interesante, aunque incompleto y parcial, experimento que busca “graficar” el pensamiento de uno de los intelectuales contemporáneos más populares, el polarizante Noam Chomsky.

Un trabajo de pura asociación libre, la abstracción de pensamiento chomskiano encuentra una trepidante ilustración en la hiperactiva imaginación de Gondry. El resultado es por momentos brillante y de una forma libre y  carente de estructura definida, en el que las conocidas ideas sobre el lenguaje de Chomsky hallan un complemento, quizá no perfecto, pero ideal. El lenguaje siempre evocará una imagen, y la de Gondry bien puede ser la más dispersa y caótica, pero es también la que goza de mayor libertad.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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