Apuntes sobre algunas películas del GIFF 2022

La intención original de este texto era reflejar las proyecciones del tercer día de actividades del Guanajuato International Film Festival (GIFF) en León, Guanajuato, pero el regreso a la Ciudad de México, la desidia y una ola de trabajo retrasaron el avance de estas letras.

Es por ello que, aunque tarde, estos apuntes intentarán reflejar lo visto esa jornada. Originalmente incluían unas líneas sobre Oliverio y la piscina (2022) –me atrevería a decir: una de las sorpresas de la competencia mexicana gracias a su honestidad con el tema que toca–, pero un texto de Mariana Fernández sobre la misma aparecerá en los siguientes días en Butaca Ancha.

  • Uma & Haggen: Mitos | Dir. Benito Fernández

El asunto es bastante sencillo. Uma es princesa de un pueblo con rasgos culturales prehispánicos, aunque con tecnología de punta. Un día despierta y se entera que su padre ha muerto, convirtiéndola en la próxima monarca de su comunidad. Sin embargo, fuertes temblores sacuden la zona, los cuales –como afirma el brujo mayor– sólo se detendrán si Uma entrega su vida en una ceremonia a favor de la Luna. Tan cruel destino le parece desmedido, así que decide escapar.

Haggen, por su parte, es un joven proveniente del otro lado del océano, su familia es vikinga y se encontraba viajando en barco con su padre en una expedición para buscar semillas –las que tienen no soportan el frío y la contaminación del suelo– y así eliminar el problema de hambre de su pueblo. Después de naufragar –es el único sobreviviente–, se encuentra con Uma, formando así una inusitada alianza entre ambos protagonistas –más o menos, después de todo sus nombres adornan la marquesina–.

Como acostumbran muchas películas para los más pequeños de la familia, hay varios mensajes incluídos en la narrativa de la película dirigida por Benito Fernández (el hombre detrás de Brijes 3D y Sabel: Redención, conocida en algunos círculos como la película animada perdida del cine mexicano, lo que sea que eso signifique): cuidar a los animales, no ser egoístas, respetar al otro, ser solidario, etc.

La temática no es exactamente novedosa –o profunda– y el imaginario del largometraje es una mezcla bastante particular de culturas y referencias, no obstante los niños en la sala aparentaban haber disfrutado el espectáculo –más de uno soltó el globo con helio que les fue entregado antes de entrar a la sala–. Si le preguntan a los papás, ya es ganancia.

  • Excess Will Save Us | Dir. Morgane Dziurla-Petit

Es un lugar común que los boomers tienen como deporte favorito creer y distribuir noticias falsas con las que se encuentran en internet. Ese es el tema central del cortometraje que la directora francesa Morgane Dziurla-Petit ha convertido en largometraje Excess Will Save Us.

En un pueblo al norte de Francia, lejos de las zonas económicas importantes del país y con apenas unas decenas de habitantes, la paranoia de una de las vecinas provocó un aparatoso operativo policial cuando ésta llamó a una línea de emergencia y afirmó que un grupo terrorista se había infiltrado en la zona, poniendo en peligro a todos. La verdad era mucho más sencilla: un cazador de palomas se encontraba disfrutando de su pasatiempo favorito. Para cuando las autoridades descubrieron la verdad era demasiado tarde, la paranoia se había apoderado del pequeño poblado.

El corto original se ha convertido sólo en el primer capítulo de este largometraje, en el que Dziurla-Petit utiliza a los miembros de su familia (una joven sobrina enamorada de un musulmán, su tío racista, su padre despistado y el abuelo) para ahondar en la manera que la paranoia enraiza hasta la mentira más improbable gracias al internet y la saturación mediática que experimentamos gracias a éste.

El trabajo de la cineasta es menos tradicional que lo expresado en algo como El dilema de las redes sociales (The Social Dilemma, 2020) y bastante menos elegante que el juego de prestidigitación ejecutado por Orson Welles en F for Fake (1973), donde también se nos invita a cuestionar la veracidad de lo presentado a cuadro.

Las historias/anécdotas que se presentan buscan confundir al espectador hasta llevarlo a la propia paranoia que busca criticar el documental, ya que resulta imposible discernir al 100% dónde está lo verdadero –posiblemente, en ningún lado– a lo largo de la narrativa. No sería extraño que, precisamente, esa sea la reacción que se busca provocar la realizadora. Que en nuestro mundo hiperconectado y mediatizado no es posible saber qué es real.

  • Unicorn Wars | Dir. Alberto Vázquez

Desde tiempos inmemoriales ositos y unicornios han sido enemigos mortales. La razón, de acuerdo con las santas escrituras de los primeros, se debe a que los unicornios expulsaron del bosque mágico –el más cercano a la divinidad– a los osos, condenándolos a sufrir su existencia en soledad, esperando la oportunidad de poder regresar a la disfrutar de los regaños del bosque.

Debido a ello el ejército osito prepara grupos de jóvenes voluntarios con el propósito de iniciar una guerra santa en contra de los unicornios, pero la maquinaria de guerra sólo engulle y desecha como descubrirán pronto los hermanos protagonistas de la trama: Azulín y Gordi, quienes han traído su conflictiva historia familiar al campamento. Cuando son enviados a una misión de rescate, el conflicto no puede sino desbordarse afectando a todas las facciones involucradas.

Esta sátira animada comandada por Alberto Vázquez aprovecha sus trazos para poner en la mira a todo el sistema militar y a quienes se benefician de éste, generalmente, con la seguridad de no ser quienes arriesguen la propia carne, combinando elementos de un sin fin de películas bélicas –de Apocalypse Now (1979) a Full Metal Jacket (1987) y lo que se les ocurra–

El contraste entre el mundo de los ositos cariñositos y la crudeza del combate da como resultado un cóctel muy particular, como si Ven y mira (Idi i smotri, 1985) se convirtiera en un capítulo de los Happy Tree Friends (1999-2016). A diferencia de otras producciones que buscan hacer de la tragedia bélica algo heroico –generalmente norteamericanas y, más reciente, chinas–, Unicorn Wars evita a toda costa ese camino.

  • Timekeepers of Eternity | Dir. Aristotelis Maragkos

The Langoliers, estrenada en 1995, es una mini serie de poco más de tres horas inspirada en un relato corto homónimo firmado por Stephen King, en ella un grupo de personas toma un avión con destino a la ciudad de Boston. El viaje parece rutinario hasta que despiertan y notan que el resto de los pasajeros ha desaparecido, el grupo decide explorar para descubrir las razones de su extraño predicamento antes de que el tiempo mismo los condene al olvido.

La adaptación, como muchas otras basadas en King, no era nada del otro mundo y buscaba ser bastante fiel a su fuente. Era pues un producto más ligado al género del horror anodino y dominguero. Quizá por eso es que Aristotelis Maragkos ha decidido jugar con sus imágenes hasta crear una película nueva, eminentemente más cinematográfica que lo dirigido por el veterano del género Tom Holland (Fright Night, Child’s Play) en 1995.

Maragkos y su equipo fotocopiaron todos los fotogramas de la mini serie, transformándolos en la base para la animación cuadro por cuadro que da vida a Timekeepers of Eternity. Asimismo, han aprovechado las posibilidades que brinda este material (las rasgaduras, los rayones, su flexibilidad, el contraste entre el blanco y negro de las impresiones, etc.) para dotar de una cualidad casi existencial a la historia.

La técnica de animación presente en Timekeepers of Eternity recuerda al trabajo de Virgil WidrichCopy Shop (2001), Fast Film (2003)–, otro entusiasta del papel y sus posibilidades, y, por el estilo de su montaje, a los experimentos narrativos de Peter TscherkasskyComing Attractions ( 2010), The Exquisite Corpus (2015)–.

El resultado provoca una pregunta interesante: ¿cuántas películas sosas podrían encontrar una mejor vida convirtiéndose en fotocopias?

Por Rafael Paz (@pazespa)

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