GIFF | Día 4: Canadá se apodera de Guanajuato

El día inició en el Festival Internacional de Cine Guanajuato (GIFF, por sus siglas en inglés) con el Boletín Oficial sobre la cancelación del Festival de Clausura que habría de realizarse con motivo del cierre de las actividades. Pese a ello, la ceremonia de clausura en el Teatro Juárez y las últimas funciones de cada sede se realizaron sin inconvenientes. La última función en el Teatro Cervantes, parte de la sección Oficial Documental, incluyó la proyección de la película Boli Bana (2017), del director Simon Gillard. Documental que busca internar al espectador en los rituales de iniciación de los Fulani, una tribu nómada que habita en África Occidental.

El punto de inflexión del trabajo es el paso de la juventud a la adolescencia y ésta a la edad adulta. Donde hombres y mujeres sufren una transformación radical de sus cuerpos y, al mismo tiempo, reconocen el dolor y el ritual como parte de sus vidas. La circuncisión de Ama y su caminar en el bosque con otros pastores, lleva de la mano a la película hacia una acción poética que muestra serpientes, abejas y pócimas con formas hipnotizantes. Etnografía que juega al unísono de las imágenes movimiento y encuentra el comienzo-apertura de un mundo que aún conserva sus rasgos más primigenios.

El lugar que ocupa la tecnología móvil entre rituales y sabana, la fabricación de objetos figurativos y el encuadre que no deja indiferente al espectador, proveen de una riqueza importante al documental. Un ensayo visual que abre la imaginación y nos acerca al camino que va de la vida terrestre a la mística. Pero sin poseer una sola dirección, gracias al poder sensitivo.

En el auditorio de la Universidad de Guanajuato, sede del cineclub de la capital, se presentó una selección de cortos del Ottawa Internacional Animation Festival. Trabajos realizados de 2002 a 2016 conformaron un archipiélago icónico para poner al espectador al tanto de la animación canadiense.

Con 5 trabajos de Theodore Ushev, que ha colaborado en los espectáculos de David Gilmour o integrado a su trabajo la voz de Xavier Dolan en El diario de Lipsett (2010), este director canadiense es uno de los nombres imprescindibles de la animación. Uno de sus cortos más recientes Blind Vaysha (2016) formó parte de la selección, a un lado de cortometrajes que rendían homenaje a Herbert Marcuse, lo mismo que a Walter Benjamin, al cine soviético, a las historias de princesas y dragones, propuestas experimentales en ciudades monstruo que combinaban el color y las formas, y la tipografía, dejaron un buen sabor en el público que observó cómo los temas en una pantalla, a través de diversas maneras de articular el movimiento de una imagen, no olvida la parte material que le da energía.

Uno de los cortometrajes más aplaudidos fue Sleeping Betty (2017) de Claude Clouter:

Días antes, en el mismo auditorio, se presentó My Winnipeg (2007), de Guy Maddin. Una obra sublime y subliminal, creativa por y en cada secuencia que se le quiera analizar. Autor de películas como The Saddest Music in the World (2003) y la magistral The Forbidden Room (2015), Guy Maddin es un importante referente de la cinematografía canadiense. En My Winnipeg deja latir una ciudad entre recuerdos familiares y los juegos de ficción para internar, gracias a la propia voz de Guy Maddin, la reflexión hacia el papel de una ciudad en la conformación de la biografía de un ser humano.

Se pudo notar a lo largo del festival, que Canadá como país invitado, tiene una amplia propuesta fílmica. La proyección de Back to God’s Country (1919), en el Teatro Juárez, es una película muda que nos lanza al inicio del cine canadiense, donde la imagen tiene predominio sobre el sonido, y donde la narración no es víctima de la velocidad, gracias al diálogo que generan las imágenes en un silencio que las posee. Joya silenciosa que representa la mirada al pasado para pensar el cine del presente, justo como sucedió en cada sección del festival que proyectó imágenes de varios países para reconstruir en tiempo real los síntomas de nuestros deseos y aquello que la muerte nos arrebata.

Ah, sí. Paralelo al GIFF, por quinto año consecutivo el Grand Infamous Fango Film Festival (GIFFF) celebró su muestra de cortometrajes infames en el “Lechón ilustrado”, ubicado en Truco #5 en el centro de la capital de Guanajuato. Como cada año se convocó a realizar un cineminuto con que tuviera motivos porcinos, una sola toma y ningún trabajo de edición. Además de parodiar una película a la elección de cada participante. Este año la versión porcina de Transpotting, OinkMirror, Portrix, Jesus Pig, entre muchos más, se debatieron el premio y los aplausos de un público asistente que saboreó las delicias de lo infame y el entusiasmo de ver proyectadas las imágenes que inventamos y aprendemos a construir. Para muestra:

Fin

Por Carlos Rgó (@Rgock)

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