Fotogramas del apocalipsis: el cine de Roland Emmerich

“–¿Qué piensas que nos pasará?

–¿A qué te refieres?

–Me refiero a ‘nosotros’ ¿La civilización? ¿Todos?

–La humanidad sobrevivió la última era glacial. Somos perfectamente capaces de sobrevivir ésta. Todo depende de si aprendemos o no de nuestros errores.”

Diálogo de El día después de mañana.

En su cuento ‘La trompeta del juicio final’, Isaac Asimov describe el fin de los tiempos como un momento en que todos seremos iguales, un lugar sin sufrimiento, ni gozo, una introspección sin límites. Un tedio eterno donde no pasa nada. La antítesis de todo lo que representa la filmografía de Roland Emmerich.

El cineasta parece ser un hombre interesado en el fin del mundo y el cine más palomero. El director nunca ha destacado por la gran profundidad intelectual de sus películas, pero, sin duda, ha nutrido al público de imágenes sobre el apocalipsis. Gracias a Emmerich, sabemos cómo luciría una explosión volcánica en el Parque Yellowstone o como se vería Nueva York si Godzilla decidiera atacar ahí en lugar de Tokio.

2012

En concreto, 6 de las 14 películas que ha dirigido el director nacido en Alemania abordan –en mayor o en menor medida– los últimos días de la civilización tal y como la conocemos: The Noah Ark Principle (Das Arche Noah Prinzip, 1984), Moon 44 (1990), Día de la independencia (Independence Day, 1996), Godzilla (1998), El día después de mañana (The Day After Tomorrow, 2004) y 2012 (2009). Las dos primeras se ubican en futuros post-apocalípticos.

Descartamos Anonymous (2011) porque, aunque sería cataclísmico para la sociedad descubrir que el autor –secular– más famoso de todos los tiempos es un fraude, no significa que el mundo tendría que arrancar de nuevo.

El cine de Emmerich es un obvio receptor de las ideas patentadas por George Lucas y –en menor nivel– de Steven Spielberg, donde el efecto especial y el impacto visual son más importantes que cualquier otro aspecto fílmico.

Él asegura que a pesar de de que en sus años de escuela en Alemania estaban de moda Rainer Werner Fassbinder y Wim Wenders nunca le interesó ser como ellos. Hacer arte nunca le ha pasado por la cabeza.

Un elemento que se repite en las cintas apocalípticas de Emmerich es el hombre que conoce lo que está pasando y trata de impedir el fin o sobrevivirlo. Generalmente se trata de una persona común o con alguna habilidad que sus congéneres no valoran lo suficiente o subestiman, como el Dr. Niko TatopoulosNick, en las versiones dobladas al español– en Godzilla o Jack Hall en El día después de mañana, quienes tratan de alertar sobre el peligro inminente y son ignorados por las autoridades, otra constante que encontramos en varios largometrajes: el Estado está conformado por gente egoísta, mezquina, estúpida y poco preparada.

day_after_tomorrow

Emmerich es un producto de nuestros tiempos. Si antes la preocupación era la guerra nuclear, el colapso cibernético o la guerra fría, hoy el mayor contratiempo es el calentamiento global y Emmerich se ha encargado de planear los escenarios que nos esperan si no lo combatimos, con la salvedad de que podemos redimirnos pasado mañana.

Apegado al canon hollywoodense, la filmografía cataclísmica de Emmerich finaliza con un happy ending: la humanidad no es eliminada en su totalidad, somos la plaga más difícil de erradicar y tenemos oportunidad de contemplar un nuevo amanecer.

Nuestro castigo es pasajero y, por eso, el mensaje carece de fuerza. Mientras tengamos una buena conciencia es posible que logremos la salvación. Todos tenemos la esperanza de ser ese hombre que, a pesar de todo, logre vivir un día más. Mientras esa ilusión no se diluya, nada cambiará.

Ojalá que el tedio nos mate primero…

Por Rafael Paz (@pazespa)

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