FICM | ‘Me and Earl and the Dying Girl’ de Alfonso Gómez Rejón

El auge de cierto tipo de cine independiente en Estados Unidos ha creado una abrumadora camada de cineastas que buscan emular, mediocremente, a los grandes hitos del cine “indie”, etiqueta ya maltrecha y tan desgastada como aquellas de “slow” o “arthouse” que son usadas de manera ciertamente indiscriminada para segmentar audiencias, una tendencia proveniente de la mercadotecnia. Es precisamente la adhesión a ciertos gestos, guiños y tendencias en la cinta Yo, él y Raquel del cineasta Alfonso Gómez-Rejón, la gran ganadora del Festival de Sundance, lo que hace que su discurso en lugar de sentirse espontáneo y fresco, despida cierto aroma rancio.

Vendiéndose a sí misma como una especie de cínica y agria anti-Bajo la misma estrella (2014), la cinta presenta la historia de Greg (Thomas Mann de la memorable Proyecto X), un joven estudiante de preparatoria que es un ferviente cinéfilo, a tal punto que junto con otro muchacho afroamericano llamado Earl (RJ Cyler) que “no es su amigo” tiene peculiares hobbies, como hacer sus propias versiones a la Gondry (Be Kind Rewind, 2008) de varios filmes icónicos de autor a través de un “ingenioso” sistema de juegos de palabras (p.ej. A Box O’Lips Wow en lugar de Apocalypse Now), ver Burden of Dreams (1982), el emblemático documental de Les Blank sobre el maestro alemán Werner Herzog y simplemente dejar que la vida pase, hasta que un día se topan con la joven Rachel (o Raquel pa’ la muchachada latina), una joven a la que se le detecta una enfermedad terminal, alterando el cinismo de nuestros jóvenes protagonistas, que deciden hacer un filme dedicado a ella.

Resulta curioso cómo esta cinta y el malogrado, aunque fascinante documental Lobos de Manhattan (2015), de Krystal Mossel, dominaron la conversación en el pasado Festival de Sundance, convirtiéndose en las lumbreras del festival, particularmente por la disección parcial que se hace del cinéfilo contemporáneo y sus dinámicas sociales. En ambos trabajos se muestra el ímpetu juvenil por replicar y reproducir más allá de crear, así como de la dificultad para generar empatía más allá de la complicidad inherente en la afinidad por un gusto en particular, en ambos casos el cine. Resulta también peculiar la similitud entre figuras paternas de conducta errática e inestable, ya sea el torcido ascetismo del patriarca Angulo o la errante disociación del padre de Greg, un sociólogo interpretado hábilmente por el confiable Nick Offerman ( de la serie televisiva Parks & Recreation), que dejan la labor de crianza y formación al entretenimiento mientras que las madres fungen como agentes de afecto que ofrecen apenas un lazo con emoción genuina.

A pesar de tratar de sortear la manipulación mediante uso de humor negro, intelectualización y una dosis de cinismo y contar con sólidas interpretaciones por parte de su elenco, destacando el enojo de Olivia Cooke como Rachel y su incómodamente sexosa madre Molly Shannon, Gómez-Rejón, así como en las recreaciones fílmicas que sus personajes hacen, no puede evitar caer en los estereotipos y guiños que han lacerado al cine independiente en Estados Unidos prácticamente durante los últimos 15 años, arquetipos que parecerían insacudibles, aún en el refinamiento de sus referencias, que incluyen a Truffaut, Pontecorvo, Murnau, Bergman, Preminger o Godard, cuya influencia es más pícaramente denostada que inteligentemente aprovechada. Por ello es que Yo, él y Raquel se quedará más en una ingeniosa broma, demasiado consciente de sí misma, que una de las grandes obras que busca emular.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

Los invitamos a revisar nuestra cobertura del 13° Festival Internacional de Cine de Morelia.

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