FICM | La pérdida de la inocencia: entrevista a Julio Hernández Cordón

Todos los años la selección de largometraje mexicano del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) intenta tomarle el pulso a la cinematografía de nuestro país. Entre las cintas elegidas de este año destaca Te prometo anarquía, la quinta cinta en la filmografía de Julio Hernández Cordón. Tuvimos oportunidad de sentarnos a charlar con el director de origen guatemalteco. Aquí lo que nos dijo:

-¿Cómo surge Te Prometo anarquía?

JHC: Surge de varios elementos. Primero, de la historia de una persona conocida que es gay… Me entusiasmó contar una historia de amor masculina porque sentí que como que podría contar mejor cómo el hombre interpreta el amor de cierta manera. Hablé con esta persona, la entrevisté y después quise apropiarme del cine negro, que me gusta mucho. En un inicio los chicos iban a traficar con cocaína, un lugar más común y sentí que era algo como muy visto… Entonces, googleando, a veces googleo palabras, un día googleé sangre, di enter y me salió información de venta de sangre, tráfico ilegal de sangre en Veracruz y otros lados. En ese momento me di cuenta que los personajes podrían tomar ese camino. Igual, paralelamente investigué que los narcotraficantes muchas veces en sus operativos llevan carros adaptados donde por dentro son ambulancias y pensé que todo esto podría funcionarme.

Me gustan muchos los exteriores, entonces pensé en chicos, skaters, que se trasladen en sus patinetas… No me gusta filmar en carros, me parece muy complejo. A mí me parece muy poético estos chicos que se transportan en patinetas. Ahí comencé a observar a mis personajes como vampiros. El traslado en patineta es como si flotaran sobre el pavimento, como si se distanciaran o flotaran sobre la realidad. Son cosas que van surgiendo de un largo proceso, como 5 años desde que nace en mi cabeza. Me gustó mucho esta idea vampírica con la sangre. De ahí surge todo.

-Mencionas el tema de filmar en exteriores. En TPA, los exteriores, la Ciudad de México, se vuelve un personaje más. Es el elemento que logra amalgamar todos estos elementos que mencionas y hacen la película. ¿Cómo fue el proceso de scouting? ¿Qué viene primero, la historia y esta se adapta a los escenarios o viceversa?

JHC: Es una mezcla. Yo viví en Guatemala. La película originalmente la quería hacer ahí. Yo soy mexicano-guatemalteco. Hablé, entrevisté a skaters y todos me decían que nunca iban a salir de gays o a besar a otro chico… Entonces me fui desanimando. De ahí vine a México y me di cuenta que el filme quedaba perfecto para México. A mí me gusta mucho caminar por toda la ciudad, buscando posibles locaciones, imaginando posibles historias, personajes. Muchas de las locaciones del filme, la cancha donde él trabaja la encontré de esta manera. Está cerca de una cervecería que me gusta. Escuché ruidos, entré y encontré este espacio. Inmediatamente me di cuenta que deseaba que mi personaje trabajara ahí. En ese momento adapté el guión al espacio. Igual sucedió con la tienda de patinetas, el mercado de Jamaica.. ahí hay un puesto de tlayudas que me gusta mucho y caminando lo vi como un espacio para mi filme, el color, la gente, muy de la ciudad, entonces lo incorporé. El trabajo va de la mano. Está la historia, pero esta se puede modificar para favorecer una locación. O encuentro una locación que siento que no ha sido presentada en el cine antes. Por eso me gusta a mí realizar el scouting, para tener espacios que pueden ser nuevos en el cine.

-El filme era original para Guatemala pero se inserta perfectamente en la realidad mexicana. Existen similitudes culturales pero, ¿consideras que esto trate de una realidad social homogénea a nivel latinoamérica?

México y Guatemala comparten la misma región. Son Mesoamérica. Son una región muy parecida. En mesoamérica las culturas se influenciaron unas a otras. Existen sus diferencias pero todo un sinfín de similitudes, aparte  de que México influye en toda América Latina por su cultura, televisión, etc… La historia pudo suceder en Guatemala, pero apenas llego a Mexico comienzo a escuchar todas estas historias sobre los levantones y eso me interesa. Busco evitar el tremendismo, la nota roja pero esta situación me influyó. La desaparición de gente con finales desconocidos. Eso sucedió mucho en Guatemala durante la década de los ochenta durante el conflicto armado. Es esa sensación que me interesa, la de una persona que busca a una persona sin tener la menor idea de por dónde comenzar a buscar. Creo que eso comparte tanto México y Guatemala. Mientras escribía el guión sucedió el famoso levantón de los treintaytantos chicos de Tepito en la Zona Rosa. Un mes antes de filmar pasó lo de los 43 de Ayotzinapa y esto me confirmó que estaba abordando un tema importante sin tanto querer. Todo por retratar una violencia que me conmueve y me llama. Al final, creo que el filme sólo pudo ser filmado en México. Ya es parte de la cotidianidad. Como buscando a los chicos de Ayotzinapa, que encontraron fosas con cientos de personas que no eran. Hay mucha gente que desaparece y de la que no volvemos a saber nada. Retratar la impunidad es parte del filme… Igual estos chicos, co-partícipes, criminales menores que me permiten analizar el ojo por ojo que sólo descompone más las cosas.

¿Qué tienen tus personajes de vampíricos?

Surge de ver Déjame entrar. Me nace la idea de hacer una película de vampiros. Pero mi cine no es cine de género gore pero busco hacer lo mismo que con el cine negro. Apropiármelo. Hacerlo de manera sutil. Al final de todo, lo que los mueve es la sangre. Hay un paralelismo. Si mis personajes fueran sicarios, sucedería esto igual, serían una suerte de vampiros.

El filme a pesar de tratar un tema sórdido y difícil evade el tremendismo, en parte gracias a todos los elementos que imprimes al filme. Inclusive por momentos se siente una atmósfera  naive en actuaciones, situaciones y ambiente… Como una naturalidad inocente…

Trabajo con mucha improvisación y sí, trabajando con improvisación surgen ciertas cosas de risa, inocentes…Creo que es parte del encanto. Mi intención era trabajar con estos jóvenes, criminales menores, novatos que son generalmente los que terminan pagando. Y creo que esta inocencia es parte de un estereotipo. Estos chicos inocentes frente al narco y las situaciones que enfrentan. Son muy de la calle pero por más calle que seas cuando enfrentas al narco, al crimen, te van a chingar. Tienen más artilugios, astucia. A esa edad te crees invencible pero sólo eres de lo más frágil. Me puse a analizar los videos que hay de los levantones de Tepito. Los observas y sabes que el desenlace es que se los van a chingar pero seguro en el momento ellos no tuvieron oportunidad de pensar en ello, es más que seguro que tenían esperanza que las cosas terminaran diferente. Ellos también tuvieron un comportamiento inocente, como el de mis personajes en ciertas dosis.  Igual el filme tiene dosis de humor… Un humor extraño, negro, irónico. Son circunstancias que llevan a la risa nerviosa. Tal vez pude resolver situaciones de mejor manera pero creo que finalmente funcionan estos elementos. Creo que el narco siempre es retratado de manera muy violenta. Pero muchas veces la violencia no es gráfica o no es necesaria. El poder no necesita de violencia. A veces sólo necesita de lo oral. Busqué retratar esto.

Sobre la situación actual de Guatemala, imagino estás muy feliz…

Sí, esto tardó mucho en suceder. La sociedad guatemalteca es muy pasiva y me alucina que esté pasando. Siento que todavía hay algo de inocente en esto. Falta información política pero es un proceso de maduración, es el inicio de algo. Esto siempre se aplaude. En un lugar de gente tan apática por culpa del conflicto armado y demás situaciones genera generaciones nuevas… cansadas, con gente que despertó de un letargo…

Se perdió la inocencia.

Sí, algo así.

Por Pedro Emilio Segura (@PedroEmilio)

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