FICM | ‘Is the man who is tall happy?’: ¿El hombre que es sabio es feliz?

“Todavía su conocimiento no ha aprendido a sonreír”
Friedrich Nietzsche

La pantalla en negro como el mundo antes del caos. Primero aparece una hoja en blanco y plumones Sharpee de distintos colores. Una mano cuyo cuerpo no observamos porque se encuentra fuera de toma agarra el plumón de color rosa y dibuja otra mano. Debajo de ésta aparece una hoja en blanco enmarcada por trazos verdes (que representa la ficción) y otro plumón, esta vez uno ilustrado. Dentro de este dibujo se reproduce la imagen de un hombre animando sobre una mesa con una cámara que filma todo el proceso. Así comienza la película de Michel Gondry, Is the man who is tall happy? (2013), que en realidad es un documental animado; una entrevista atípica con el lingüista, activista y filósofo Noam Chomsky.

Pronto una voz masculina con acento francés y un inglés pobre dice: “Las películas y los videos son ambos por naturaleza manipulables. El editor o el director propone una selección de segmentos que tiene en mente. En otras palabras, el contexto se vuelve más importante que el contenido. Y como resultado, la voz que aparece realmente proviene del cineasta. Es por eso que creo que el proceso es manipulador. El cerebro humano olvida los cortes –una facultad particularmente humana que Chomsky llama “continuidad psíquica”. El cerebro absorbe una continuidad construida como realidad y subsecuentemente cree percibir una representación justa de un sujeto”.

Gondry justifica así la decisión de animar su encuentro con Chomsky. Asegura que la animación es la interpretación del autor y que su mensaje, o incluso su propaganda, pueden ser entregados y la audiencia constantemente recordará que lo que están viendo no es la realidad. En ellos está el convencerse o no de lo propuesto. De ese modo nos introduce al mundo de las ideas de quien el New York Times considera “el más importante de los pensadores contemporáneos”.

Is the Man Who is Tall Happy 2

Como un alumno, Michel Gondry, visionario director detrás de películas como La ciencia del sueño (The Sciencie of Sleep, 2006) u Originalmente pirata (Be Kind Rewind, 2008), cuestiona a Chomsky sobre sus principales ideas y teorías, específicamente en el ámbito de los estudios del lenguaje, la historia de la filosofía y sus recuerdos íntimos: su relación con sus padres o con sus hijos y sus primeras experiencias académicas. Del mismo modo, Chomsky introduce sus intereses más recientes en el campo de las ciencias cognitivas y sus fuertes críticas al conductismo de Skinner. Por otro lado, se explora poco su papel como activista y como fuerte voz crítica del capitalismo actual.

La entrevista, que se realizó en distintas fechas [incluso se menciona que alguno de los encuentros ocurrió mientras Gondry filmaba El avispón verde (The Green Hornet, 2011)], salta de un tema a otro de forma indistinta. Gondry intenta trazar un mapa del proceso intelectual de Chomsky y se remonta a su infancia, a sus primeros recuerdos y a la educación que recibió. Todo se filmó con una cámara de 16 milímetros y la animación hecha a mano fue realizada con métodos tradicionales, casi artesanales.

Is the man who is tall happy? nos revela un Gondry cómodo en el quehacer fílmico: traduce las ideas de Chomsky de forma simple y atinada en imágenes divertidas y ejemplares. Su creatividad se desemboca en las representaciones visuales, aunque tampoco teme mostrar sus debilidades. Sus tropiezos discursivos, su escaso manejo del inglés o sus ideas misóginas o limitadas sobre ciertos temas son quizá la chispa que contrapuntea el intenso diálogo de Chomsky, que lo mismo habla de evolución, que del nacimiento de la ciencia moderna y la gramática generativa, así como del cristianismo primitivo.

Resulta curioso que un hombre como Chomsky, que se muestra visiblemente sorprendido ante la pregunta “¿Qué te hace feliz”, responda que no dedica mucho tiempo a la autoindulgencia, y se muestre frágil ante el tema de su esposa, Carol Schatz, quien murió de cáncer en 2008. Él confiesa que es un tema del cual no está listo para hablar. Es curioso que un hombre que piensa que “polvo somos y que en polvo nos convertiremos” y que asegura que la vida no tiene sentido, se rehúse a hablar de su mujer y de lo poco que piensa en la felicidad desde que ella falleció. Es ahí donde Gondry acierta: en mostrar el lado más íntimo y humano de un gran pensador que aún sobrevive. Al mismo tiempo invita al espectador que no está familiarizado con la obra de Chomsky a decidir si cree en lo que éste dice o no. Chomsky estaría feliz (¡es raro decirlo así!) de que realizáramos un ejercicio cartesiano: dudar de todo, buscar otra pieza del rompecabezas y no dar nada por sentado.

Davo Valdés de la Campa (@Davovaldes)

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