Extraña forma de vida, más que un viaje por el camino de la memoria

La buena recepción que tuvo La voz humana cuando se estrenó en MUBI permitió a Pedro Almodóvar continuar trabajando en el mismo formato, un intento del cineasta por aclimatarse a trabajar mejor en inglés. Así se lanza al viejo Oeste por primera vez en su carrera a propósito de Extraña forma de vida, estelarizada por Ethan Hawke y el astro chileno Pedro Pascal en la que ambos interpretan a hombres que tuvieron un pasado romántico en medio del inhóspito y viril mundo de los cowboys.

Después de 25 años, el ranchero Silva (Pedro Pascal) monta a caballo por el desierto para visitar a su viejo amigo Jake (Ethan Hawke), el sheriff de Bitter Creek. Lo que sigue es una velada de intimidad compartida, recuerdos y reconciliación. Sin embargo, al día siguiente, la revelación de las conexiones de ambos hombres con un crimen local sugiere que su reunión es más que un viaje por el camino de la memoria. Almodóvar afirmó que el cortometraje funge como una suerte de respuesta a la película Secreto en la montaña (Brokeback Mountain, 2005) del cineasta taiwanés Ang Lee, contrastando el tono sobrio y contenido de la película de Lee con la estridencia de Extraña forma de vida.

El cortometraje toma inspiración estética y narrativa de westerns como el clásico Johnny Guitar (1954), de Nicholas Ray, y la épica Duel in the Sun (1948), de King Vidor, las cuales forman parte de un canón de cine clásico del que el cineasta manchego es un devoto admirador y un talentoso asimilador. El romance presente en el cortometraje remite a la noción de “deseo prohibido” presente en las películas de Douglas Sirk, particularmente All that Heaven Allows (1955) o Written in the Wind (1956).

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La extraña forma de vida a la que se refiere el título alude al famoso fado (género musical portugués) de Amalia Rodrigues, cuya letra sugiere que no hay existencia más extraña que la que se vive dando la espalda a los propios deseos y que en el cortometraje es “interpretada” por el actor español Manu Ríos. En su nuevo trabajo, producido por la casa de moda Yves Saint Laurent, Almodóvar nos invita a no darle la espalda a aquello que nos da placer y gozo, sin embargo, hay algo que contiene de forma indefinida a Almodóvar en este formato e idioma. Extraña forma de vida parece el atisbo de una idea que apenas y toma forma, que demanda más tiempo del que se le da.

Hay una sensación de premura que bien pudo haber sido utilizada a favor del cortometraje –dos ex amantes a los que se les acaba el tiempo– pero todo queda extrañamente diluido, haciendo que la pasión se sienta fría y remota. Aquí, el cineasta español se queda empequeñecido ante sus referentes, como si se hubiese intimidado y su usual desbordamiento atrapado, quizá por la barrera del lenguaje, quizá por el mecenazgo de una casa de moda que también albergará trabajos de David Cronenberg y Abel Ferrara. O, tal vez, porque hay un cineasta cansado de desear (otra vez están ahí las dolencias físicas) y que reconoce el seguir filmando como una necedad, otra forma, aún más extraña, de vida.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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