“Es abrir un cofre, mostrar un tesoro y dártelo”: José Álvarez sobre ‘Canícula’

En Canícula (2011), el nuevo largometraje documental de Jose Álvarez –ex-director de Radioactivo 98.5–, una cámara inquieta nos transporta al pueblo de Zapotal Santa Cruz, en Veracruz, ahí donde las mujeres comen barro y los niños aprenden a volar.

Acompañado por Sebastián Hoffman (director de Halley), Pedro González-Rubio (el de Alamar, Toro Negro) y Fernanda Romandía en el departamento de fotografía, Álvarez logra capturar la magia y belleza del lugar. El lente nos transporta y por momentos pareciera que estamos en medio de la belleza natural del pequeño poblado.

Canícula comenzó como un cortometraje que tenía el objetivo de promocionar el trabajo de las mujeres alfareras de Zapotal, pero al llegar a la locación, Álvarez y su equipo quedaron cautivados por el carisma y la sencillez de los pobladores. Además, descubrieron que había una escuela de vuelo donde los niños del poblado perpetúan las milenarias tradiciones de sus ancestros, sacrificandose y arriesgando la vida para traer paz y bendiciones a sus tierras.

Butaca Ancha (BA): ¿De dónde surge el título?

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Foto: Mariana Mier (@marianayayaya)

José Álvarez (JA): La canícula son los 40 días más calurosos del año. Cuando íbamos a filmar la parte donde se ve el maestro darle al niño las últimas instrucciones antes de su primer vuelo, ahí tuvimos una conversación el maestro y nos contó por qué hacía tanto calor… y no era la canícula todavía.

Yo había oído la palabra de mis abuelos que la utilizaban desde hace muchos años. Era una época muy complicada porque, antes, hace siglos cuando no había hospitales, Cruz Roja y antibióticos, en la época de la canícula te tenías que mantener dentro de tu casa, no podías salir ni a trabajar al campo o tenías que esperarte a la noche o muy temprano, porque si te agarraba la canícula y te herías, te cortabas o te lastimabas probablemente morías, no podías librarla. Es una palabra muy conocida por eso. En inglés se traduce dog days, que significa días de perros, por eso no me gusta cuando la traducen, me gusta que el nombre sea canícula que es una palabra latina.

Para los voladores, la época canicular es la época del Sol Sangrante, cuando ellos celebran a los voladores muertos. La danza de los voladores muertos es un rito muy antiguo, dicen que tiene dos o tres mil años. En realidad es un sacrificio porque las condiciones con las que volaban los antiguos voladores eran distintas a las de hoy, en cierta forma se ha venido perfeccionando y se ha venido transformando, celebran a los voladores muertos y por eso los adultos y también los niños vuelan con pantalones rojos que significa la sangre que baja del cielo.

La leyenda dice que hace muchos años, miles de años, Dios bajó a la tierra y le pidió a las mujeres que entregaran a sus cinco mejores hombres para que hicieran una danza de vuelo, las mujeres aceptaron, escogieron al caporal, que es el del centro, y los cuatro que iban a volar. Este árbol que ves aquí –el que se ve en el poster– está vivo, no está cortado, no es un palo volador, es un árbol volador. O sea, por eso le ves aquí ehhmm, bueno, más abajo, en la película lo ves… debe medir como 18 metros, es un árbol bajito, es un palo que no es tan alto.

BA: Es para practicar

JA: Para ensayar, practicar y hacer ceremonias. Cuenta la leyenda que aceptaron, se subieron a volar, se desprendieron del árbol y se fueron al cosmos. Todo el pueblo dijo ‘¿qué pasó con estos señores?’, ‘¿a dónde se fueron?’, ‘¿cuándo van a regresar?’ Al quinto día las mujeres desesperadas y molestas con Dios decidieron cortar el árbol, al sexto día bajaron los voladores y se encontraron con que no había donde aterrizar su manzana –el objeto que gira en la punta del árbol– y decidieron que habían muerto. Lo que festejan en la canícula son aquellos primeros voladores muertos en sacrificio por el pueblo.

¿Por qué vuelan? Vuelan, el maestro sube y con su flauta y su tambor despiertan a los Dioses, estando arriba danza el maestro, ¿te fijaste que danza sin ningún tipo de cuerdas ni nada? Es un señor de 76 años, o sea es un hombre que le sabe a la danzada. Despiertan a las deidades y les piden les den todos los beneficios que requiere la humanidad y el universo para vivir y para equilibrarse. Piden lluvia, maíz, fertilidad, amor, todo. A la hora que el volador se tira, como bien lo cuenta en la película, muere, se sacrifica para poder repartirle a todo el universo esos beneficios que les entregaron las deidades.

Ésa es la razón porqué le llamamos Canícula.

BA: En la conferencia comentaste que sólo te habías dedicado a registrar, dijiste que los pobladores fueron armando el documental con su vida y su forma de ser, ¿es Canícula un pedazo de vida?

JA: Creo que es un pedazo de vida. En general, no todos los documentales son así, creo que la teoría del documental es ésa. La vida es una línea continua, tú cortas un pedazo, lo capturas y lo exhibes. Después ves como lo acomodas, pero la vida continúa, este niño sigue creciendo y Doña Hermelinda –la alfarera protagonista– también, siguen haciendo alfarería. Sin duda es un pedazo de vida.

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Foto: Mariana Mier (@marianayayaya)

BA: ¿Qué puede esperar la gente de Canícula?

JA: En el festival de Wroclaw, en Polonia, una señora me dijo que estaba emocionada porque hablaba de los tesoros de la humanidad. Efectivamente creo que eso es lo que van a ver. Más allá de que el documental pueda ser bueno o malo, van a ver un tesoro. Lo que retratan las imágenes son tesoros de nuestro país que tienen miles de años ocurriendo y que mucha gente no tiene ni idea de que existen. Siento que es como abrir un cofre, mostrar un tesoro y dártelo para que tú también te lo puedas poner, lo puedas usar, te lo puedas llevar y, en fin, hacer lo que quieras con él.

BA: ¿Pensaste que alguna vez se estrenaría de manera comercial?

JA: No. Iba a ser un cortometraje documental que probablemente le serviría a las fundaciones que apoyan a los niños y a las alfareras. Ya después empezó a caminar la película. Ahí sí dije: ‘ojala y se pueda ver en cines’. Flores en el desierto –su anterior documental– se vio en circuitos muy pequeños, digitales. Creo que son películas que deben verse en cine.

En México se están haciendo muy buenos documentales, somos un ejemplo a nivel mundial. En Canadá se hacen buenos, en Francia, en Estados Unidos pero en México se hacen muy buenos documentales. El momento en que la gente empiece a entender que es un producto, por llamarle de una manera, que se debe de ver en el cine y no solamente es para televisión, creo que las cosas empezarán a dar vuelta.

BA: Hay prejuicios del público hacía el documental.

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Foto: Mariana Mier (@marianayayaya)

JA: Es un prejuicio que quizá tiene una justificación clara, tiene que ver con que, probablemente, la gente está mucho más acostumbrada a ver documentales en televisión que son más periodísticos o de denuncia. Hasta ahí lo dejan.

La tecnología nos ha ayudado con los presupuestos de documentales, que son muy limitados. Permite que se empiece a abrir, ya puedes hacer una buena fotografía, realmente puedes hacer un audio con bajos presupuestos. Logras cosas que antes no se podían lograr por el bajo presupuesto. Se abre el panorama, una película en la que comienza una fusión entre el documental y el cine de autor. Entran en un circuito diferente.

Si tú tienes la oportunidad de vivir la experiencia de verlos en el cine, sí es muy diferente. Hay muchos documentales que se pueden ver en televisión, está bien verlos en el cine o en la tele. Canícula está pensado para verse en el cine.

Es la gran escuela de Nicolás Echevarría a México, hacía películas hace 50 años. Con sus 20 rollos de 16mm, se iba a meter a con los Huicholes o con los Tarahumaras, él solo con su cámara. Es un gran fotógrafo. Sus películas se tienen que ver en el cine. Lo ves en la tele y pueden verse bien, pero cuando tienes la experiencia de ver a María Sabina en un close up haciendo una ceremonia de hongos en Oaxaca, sí es conmovedor. Es otra cosa. Es una experiencia para el cine… ¿no?

Por Rafael Paz (@pazespa)
Fotografías por Mariana Mier (@marianayayaya)

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