‘En el corazón del mar’: La caza del orgullo

No me hables de blasfemia, hombre,
golpearía al Sol si me insultase.
Herman Melville, Moby Dick

El orgullo es quizá lo que pone al hombre al nivel de las bestias, empujando las acciones más crueles y necias en el afán de conservar la ilusión de superioridad en el mundo y de cualquier creatura, real o imaginada, que pudiera derrocar la vanidad de esa fantasía. Moby Dick, el libro del escritor Herman Melville sobre una enorme ballena blanca, rápidamente adquirió un estatus mítico en el panorama de la literatura mundial convirtiéndola en un referente obligado al hablar de la arrogancia del hombre y su relación con la creación divina, pero no se conoce tanto de la historia real que inspiró el libro.

Tras un vibrante y kinético recuento de la noble rivalidad entre dos pilotos de Formula 1 en Rush (2013), el cineasta estadunidense Ron Howard toma el libro de Nathaniel Philbrick, La tragedia del Essex, en la que un joven Herman Melville (Ben Wishaw) entrevista a un abrumado y viejo marinero (Brendan Gleeson) sobre su travesía en busca de ballenas a bordo del Essex al mando del Capitán George Pollard (Benjamin Walker) y aún más importante, el primer oficial Owen Chase (Chris Hemsworth con su ropita puesta), un arrogante y respetado cazador de ballenas que al emprender la búsqueda de un enorme ballenato, se topan con un brutal guardián.

Howard aborda el relato creando un balance entre composiciones de cuadro de una refinada técnica y detallistas encuadres y tomas de visceral crudeza muy a lá Leviathan (2012), del equipo documental de Lucien Castaing Taylor y Verena Paravel, seminal obra documental que también toma el texto de Melville como referencia capital. Asimismo, el filme se ve elevado por un solvente ensamble actoral, impecable diseño de producción y un trabajo de caracterización de minucioso detalle.

Howard, hábil narrador, construye un relato en igual medida bello y grotesco sobre la codicia y la arrogancia del hombre emprendedor, en particular de la figura del capitalista liberal del Siglo XIX, espíritu que habría de dominar el resto del siglo hasta culminar en la sombría empresa del Daniel Plainview de There Will be Blood (2007) y aunque de ninguna manera el filme de Howard llega siquiera a compararse con la maestría formal y narrativa del de Paul Thomas Anderson, ambos trabajos tocan temas similares desde perspectivas radicalmente diferentes.

En En el corazón del mar el hombre se somete en un acto de respeto y empatía genuina y a través del entendimiento y aceptación de su debilidad, supera su condición humana.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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