‘El sueño de Walt Disney’: Salvando una promesa inquebrantable

La historia de cómo fue llevada la novela Mary Poppins a la gran pantalla ha sido siempre una de las anécdotas más llamativas de la historia del cine, además de seguramente haberse tratado de una de las más complicadas odiseas a las que Walt Disney se enfrentó a lo largo de su vida. Se dice que el creador del ratón más famoso de Hollywood estuvo suplicándole a P.L Travers (autora de Mary Poppins) durante 20 años los derecho de su más exitosa novela debido a una promesa que le hizo a su hija: realizar una adaptación de dicho libro al cine.

El sueño de Walt Disney (Saving Mr.Banks, 2013) no cuenta precisamente la historia de la filmación de dicho clásico, sino la cruzada entre el talento creativo de Walt Disney y el estricto temperamento de P.L Travers para conseguir los derechos de la novela y poder adaptarla a la pantalla grande.

Para empezar; es acertado el hecho de que no se trata de un biopic ni de Travers ni de Disney, más bien de un filme que relata un evento específico en la vida de ambos, aunque se añaden unos flashbacks en los que se abordan eventos de la infancia de la escritora australiana a modo que podamos comprender su “frío” comportamiento.

Esta película funciona muy bien para todo aquel que en su infancia disfrutó de este clásico infantil (una de las pocas películas de la fabrica Disney que es capaz de hechizar también a los adultos), pues lo podemos concebir como un making-off dramatizado, en el que somos testigos del proceso de cocción del guión y de las inmortales canciones compuestas por los hermanos Sherman. Las personas que disfruten de los filmes de “cine dentro del cine” igual se sentirán atraídos a esta propuesta.

El filme cojea en el aspecto de que por momentos suele ser sumamente frío e incapaz de despertar emociones o generar empatía con el personaje de Travers. A pesar de los numerosos flasbacks, los cuales, salvo en contadas ocasiones, apenas y consiguen penetrar en el alma del público. Realmente los momentos entrañables tienen que ver con las escenas en las que se entonan las canciones de Mary Poppins, aunque esto sería en realidad más mérito de dicha película que de El sueño de Walt Disney. Hay que reconocer que algunas escenas que comparten Travers y Disney son verdaderamente divertidas, pero son momentos aislados dentro de todo el conjunto.

Es de reconocerse que el filme evita en todo momento caer en lo cursi o en la lágrima gratuita y los momentos conmovedores están muy bien llevados, muy bien distribuidos a lo largo de la cinta.

De igual modo, esta cinta no cae en lo rutinario gracias a las interpretaciones de un reparto en estado de gracia. Tom Hanks (como Walt Disney), así como Paul Giamatti y Jason Schwartzman cumplen gratamente como secundarios, pero el alma del la cinta es la calculada y a la vez entrañable interpretación de una excelsa Emma Thompson. Cualquier premio o nominación para esta grandiosa actriz estará más que merecido por su labor en esta película. Por otra parte; en un papel menor, pero de igual forma contundente, Colin Farrel hace una estupenda labor que desafortunadamente seguro pasará inadvertida en la próxima temporada de premios.

En una nota más personal; después de haber leído la novela, entiendo a la perfección a P.L Travers su deseo de negarle a Walt Disney los derechos de las posteriores entregas de dicho texto, pues realmente el guión de la película es muy diferente a la esencia de la historia original, tomando tan sólo la base de ésta para dar pie al argumento de la película. En parte es decepcionante como por momento en Saving Mr. Banks se le da un trato de antagónica a P.L Travers (aunque trata de justificar sus acciones con los flashbacks), cuando en realidad ella sólo estaba tratando de defender un personaje que Disney caricaturizó al máximo. Claro está, como película, Mary Poppins es una joya del cine musical y familiar, pero como adaptación se aleja mucho de la esencia de la Mary Poppins de Travers.

Por Víctor López Velarde Santibáñez (@VictorVSant)

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