‘Pompeya’: Desastroso amor

El Celta es un esclavo convertido en gladiador que termina enamorándose de Cassia, la hija del gobernador de Pompeya, quien corresponde a sus sentimientos. Dicho enamoramiento no será del agrado de Corvus, un senador corrupto proveniente de Roma, quien está aferrado a casarse con Cassia sin dejar que nadie se interponga en su camino.

Corvus inicia una guerra personal en contra de El Celta, a quien manda a la arena a pelear en escenarios prácticamente imposibles de superar, pero cuando el volcán Vesubio haga erupción y amenace con destruir toda Pompeya, El Celta enfrentará una batalla contra el tiempo para rescatar a su amada Cassia de las garras de Corvus y poder huir de la muerte y lograr llevar a cabo su amor.

Una película que tenía toda la pinta de que no iba a tener nada rescatable, sobre todo si tomamos en cuenta los trabajos previos de su director, Paul W. S. Anderson, y el espantoso tráiler con el que la promocionan, que parece sacado de El día después de mañana (The Day After Tomorrow, 2004) pero en la época romana, sorprendentemente termina siendo una película muy aceptable.

Dejando de lado el hecho de que su historia de un gladiador que se rebela contra el imperio no deja de parecerse a Espartaco (Spartacus, 1960) o a Gladiador (Gladiator, 2000), entre otras, y de que está llena de clichés, la película logra atraparnos durante un buen rato gracias a la forma en que manejan la historia con un buen diseño de producción, algunos diálogos interesantes, pero sobre todo por las peleas y demás escenas de acción.

La cinta dura un poco más de hora y media, la cual dividen en dos historias: la primera hora y cachito es todo el relajo que se traen El Celta y Cassia. Él está dispuesto a luchar contra cualquier cosa a la que deba enfrentarse con tal de estar con ella, pero el malvado Corvus no deja de interponerse. La poco menos de media hora restante es el desastre que causa el Vesubio, que ya sabemos que terminó por destruir Pompeya, y en el cual nuestros héroes buscan a toda costa escapar del desastre mientras vemos a gente morir calcinada, ahogada, aplastada, etc.

Lo único “malo” que podría llegar a tener la película es que si lo que querían era ver una historia de cómo el volcán destruye la ciudad, van a terminar decepcionados. Realmente es una historia de amor con el trasfondo del volcán que amenaza con destruir Pompeya cuando todos estaban muy felices celebrando la Vinalia, pero realmente el volcán es, durante la mayor parte de la película, un elemento completamente irrelevante.

Efectivamente Pompeya está muy lejos de ser una gran película, pero tampoco es tan mala como muchos hubiéramos podido habernos imaginado. Los efectos, las ya mencionadas secuencias de acción y Kiefer Sutherland la sacan adelante y la hacen una película de esas que sirven para pasar el rato acompañados de una enorme bolsa de palomitas.

Por Luis Arredondo

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