‘El niño y el fugitivo’: Volver a comenzar

“Changes are taking the pace I’m going through”
Changes, David Bowie

Ellis (Tye Sheridan) y Neckbone (Jacob Lofland) son dos chicos que viven en un pequeño poblado de Arkansas. Ellis vive con sus padres, Senior (Ray McKinnon) y Mary Lee (Sarah Paulson), quienes se dedican a vender pescado y habitan una casa flotante en el lecho del río. Neckbone es huérfano, así que habita en la casa de su tío Galen (Michael Shannon, la musa de Jeff Nichols), un buzo que se gana el pan sacando ostras y buscando perlas.

Su vida da un giro cuando ambos preadolescentes se encuentran con Mud (Matthew McConaughey) en una isla en medio del río Mississippi, donde Neckbone halló un bote sobre unos árboles.  El hombre es todo un caso, luce como si no se hubiera bañado en días, lleva tatuajes en el brazo y en el cuello, sus botas llevan cruces en los talones y parece estar escondiéndose de algo o alguien. De manera espontánea, Ellis genera empatía por Mud y su situación, por lo que decide ayudarlo.

El niño y el fugitivo (Mud, 2012) es el tercer largometraje del cineasta estadounidense Jeff Nichols, después de su impresionante –y poco visto– Atormentado (Take Shelter, 2011), ganador del premio FIPRESCI y de la Crítica en Cannes 2011.

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Nichols regresa a ese Estados Unidos profundo que tanto conoce –es nativo de Arkansas– para contarnos la historia de dos niños que están atravesando por la conflictiva fase previa a la adolescencia y que de manera intempestiva deben enfrentar diversos cambios en su vida. Sobre todo Ellis: sus padres están a punto de divorciarse, el gobierno los está forzando a mudarse al pueblo, las chicas son un enigma, etc. De esta manera toda la cinta está filtrada por una mirada infantil.

A pesar de su corta carrera, comienza a convertirse en una sana costumbre para Nichols sacar buenas actuaciones de su elenco. La química entre Tye Sheridan y Matthew McConaughey es palpable, dándole profundidad a la trama. Además, podemos sumarle otra palomita a McConaughey, que ha tenido un par de años de resurrección con Killer Joe (2012), Bernie (2011) –inéditas en México–, Magic Mike (2012) y ahora Mud.

En esencia, El niño y el fugitivo es una película infantil llena de problemas adultos. Un clásico coming of age, como dicen los gringos, a la manera de The Outsiders (1983) de Francis Ford Coppola, donde a pesar de su edad e inocencia los preadolescentes no son tratados como estúpidos o son menospreciados como hacen la mitad de las películas animadas ahí afuera.

Al igual que ese río turbio en el que vive, lleno de cosas valiosas y basura, Ellis y Mud están a la espera de tener una nueva oportunidad, que la corriente los lleve a empezar de nuevo en un océano esperanzador. Cada cambio es una oportunidad de comenzar de nuevo.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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