‘Capitán América 2’: Quién supervisa a los vigilantes

En Capitán América: El primer vengador (Captain America: The First Avenger, 2011), el director Joe Johnston intentó abordar el origen de Steve Rodgers (Chris Evans) como superhéroe desde un punto de vista nostálgico, recreando los años 40 y el mundo de la Segunda Guerra Mundial. Dentro de ese planteamiento se jugaba con la inherente vena panfletaria del personaje, su uso propagandístico de las ideas más nacionalistas de Norte América. Era un acercamiento interesante, aunque el producto final no logró concretar la idea del todo y resultaba disparejo.

Para la secuela ese enfoque era imposible de abordar, por cuestiones narrativas ligadas al mega universo construido por Marvel. Así, Capitán América y el Soldado del Invierno (Captain America: The Winter Soldier, 2014) tuvo que buscar un nuevo camino. Sus directores, Anthony Russo y Joe Russo, otra de las arriesgadas apuestas de Marvel como casa productora, han optado por recrear el thriller político de los años 70, como The French Connection (1971), de William Friedkin. Al menos esa es su intención.

Después de pasar décadas congelado y de salvar al mundo de una invasión extraterrestre en Los Vengadores (The Avengers, 2012), Steve Rodgers lucha por adaptarse al mundo moderno, donde las nociones de buenos y malos entre naciones son cada vez más borrosas. Cuando uno de los altos mandos de S.H.I.E.L.D. sufre un atentado, nuestro héroe debe encontrar al culpable; la traición está a la vuelta de cada esquina. Además debe enfrentar a un mortal enemigo de su pasado: el Soldado del Invierno.

Ése es el planteamiento donde los Russo desatan un entretenido juego del gato y el ratón con fluidas secuencias de acción –¿en serio habían trabajado principalmente en televisión?– y cuestionamientos políticos sobre la validez del trabajo que desarrolla S.H.I.E.L.D. dentro de ese universo –de características similares a la CIA en el nuestro–: ¿Vale la pena entregar el control de nuestra seguridad? ¿Son las instituciones capaces de garantizar seguridad? ¿Es correcta la prevención de ataques contra la sociedad a cualquier costo? ¿Quién supervisa al encargado de la vigilancia?

Son preguntas que enriquecen, dotan de matices a un personaje algo simplón. En la cinta de 2011, sus rasgos más definitivos eran ser súper fuerte y súper bueno; los Russo lo hacen desarrollarse aunque sea un poco. Nunca será Hamlet, pero se agradece la adición de fibra al platillo. Mismo caso con la Viuda Negra, apoyada en anteriores apariciones en las bien formadas curvas de Scarlett Johansson y nada más; ahora el guión le da un poco más de juego.

Los Russo saben que están haciendo una película cuyo principal objetivo es entretener, por eso las ideas se presentan de forma casi esquemática. Hasta las vueltas de tuerca son predecibles, más si se han molestado en hojear un cómic del Capitán América. Lo divertido es el viaje. No te ofrecen todo el sandwich, sino sólo una untada de mermelada para acompañar tu pan tostado.

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