‘Ilusión Nacional’: Vacío futbolístico

La historia de la selección mexicana de futbol en los mundiales es llevada a la pantalla grande desde su primera participación en Uruguay 1930 (donde jugaron el primer partido de la historia) hasta la edición más reciente en Sudáfrica 2010. En la voz de su director, Olallo Rubio, los interminables fracasos, las fallas, los malditos penales, el odiado “ya merito”, la corrupción de las autoridades y todo lo negro de nuestro balón pie (pero siempre con ese aire esperanzador de uno que otro brillito sobrevalorado) son mostrados por medio de un impresionante material de archivo.

La tambaleante carrera cinematográfica de Olallo Rubio nada más no se ve por donde pueda llegar a solidificarse. Con su primer trabajo documental ¿Y tú cuánto cuestas? (2007), si bien cinematográficamente dejaba mucho que desear, el discurso que manejaba, sus críticas burlonas e irreverentes y las conclusiones a las que llegaba hacían que al final fuera un trabajo audiovisual interesante que le sirve de inspiración a un puñado de prepos y universitarios para “luchar (chairamente) contra el sistema”.

Con su segundo documental, Gimme the Power (2012), Olallo hizo un trabajo que ya comenzaba a tomar más forma y que mostraba una gran mejoría comparado con el anterior (sin llegar a ser nada extraordinario tampoco). Su mismo discurso de estar en contra de los medios de comunicación y la política, eran abordados paralelamente a la historia de la banda Molotov y tenía ese toque de crítica social donde igual llegó a causar empatía porque los testimonios y las reflexiones las hacían los miembros de la banda principalmente.

Con Ilusión Nacional (2014) se hubiera esperado que Olallo siguiera esa misma línea de criticar absolutamente todo, en esta ocasión desde el punto de vista del deporte más popular del mundo. Tal vez hubiéramos podido esperar que hablara de los intereses económicos, políticos y sociales que hay detrás del balón, la cruda realidad de los mexicanos reflejada en su selección nacional, el fenómeno mundial que es el futbol, de por qué las selecciones menores si hacen cosas importantes y la mayor no, etc., lamentablemente no hay nada de eso.

Olallo se dedica solamente a dar estadísticas y datos duros acerca de la lamentable historia futbolística del país que según esto ha tenido una mejoría de los 90 para acá; pero no hay reflexiones, no hay crítica, no profundiza en ninguno de los temas que podrían dar muchísimo de qué hablar.

Al comienzo cuenta toda la historia de Brasil, del duro golpe que fue el “Maracanazo” y de cómo lograron interponerse a la adversidad y llegar a ser pentacampeones del mundo. Lo mismo hace con Argentina y de cómo a pesar de las crisis políticas y sociales en las que se han visto inmersos han ganado dos veces la copa. Hubiera podido haber hecho una comparación de aquellas dos selecciones con México –que sigue sin lograr nada importante, por cierto–, pero no pasa absolutamente nada. Podría quitado esos dos segmentos de los países sudamericanos y al documental hubiera quedado igual.

Efectivamente el documental llega a emocionar. Todo fanático del futbol se agitaría al ver imágenes de los ya mencionados mundiales de Uruguay 1930 y Brasil 1950, de la edición de México 1970, ver al rey Pelé coronarse en el Estadio Azteca, el gol de tijera de Manolo Negrete en el México 1986, al igual que los goles de Maradona y la victoria de Argentina en territorio nacional, los mentados penales contra Bulgaria en Estados Unidos 1994, el gol de último minuto de Luis Hernández contra Holanda en el Francia 1998, el cabezazo de Jared Borgetti contra Italia en el Corea-Japón 2002, el gol del Chicharito contra Francia en el Sudáfrica 2010, etcétera. Sí, el documental emociona, pero dichas emociones no son mérito de Olallo, si no del material de archivo que nos muestra con imágenes y audio originales.

Todo lo que podría servir de “reflexión”, “crítica” o cualquier cosa parecida igualmente es material de archivo de las eternas, aburridas y repetitivas mesas de análisis de los pesos pesados del periodismo deportivo mexicano en donde cada cuatro años se escucha el mismo discurso gastado de siempre. Ollalo realmente no hace nada más que juntarlas y presentarlas, no hace entrevistas nuevas, no llega a ninguna conclusión, simplemente toca dichos temas por encimita, como para no dejar.

Seguramente el documental será un éxito si tomamos en cuenta a todos los fanáticos de Olallo Rubio que aún lo tienen en un pedestal por sus glorias pasadas en Radioactivo y que alaban cualquier cosa donde él tenga algo que ver; y a todos los apasionados del futbol que igualmente tienen en un pedestal a la selección nacional, que glorifican todo lo que la involucre de alguna manera.

Al final estos dos elementos, combinados con la fiebre mundialista que cada vez toma más fuerza es de lo que se agarraron para mostrar un documental con el que sucede lo mismo que con aquel documentalillo de Oro (2013) en el que supuestamente nos muestran cómo El Tri se hizo de la medalla olímpica en Londres 2012 y que daba la impresión lo hicieron en media hora “al ahí se va” y que al final de documental no tiene nada.

Para eso mejor quédense con algún capítulo de Hazaña el Deporte Vive (que tiene episodios de la selección mucho mejor armados y mucho más profundos) o ya de plano con este reportaje que irónicamente es muy parecido a uno de los fragmentos del documental de Olallo:

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