‘Todos lo saben’: Secretos abiertos

Con la pretensión de ser un refinado dispositivo fílmico de preciso engranaje y sofisticado funcionamiento, Todos lo saben,  la nueva película del cineasta iraní Asghar Farhadi que mereció los honores de inaugurar la 71º edición del Festival de Cine de Cannes, termina convirtiéndose más bien en un juego como Clue, con personajes y escenarios de pulcro cartón.

La película de Farhadi está construida sobre el misterio que rodea una desaparición y convoca una impresionante galería de cromos de la cinematografía hispanoamericana, incluyendo a Javier Bardem, Penélope Cruz, Ricardo Darín y la siempre notable Bárbara Lennie (Magical Girl, 2014), para presentar la historia de una familia en la provincia española, cuyos secretos e historia personal lentamente va desenvolviéndose para mover los engranajes de una narrativa que termina por fastidiarse con su propio misterio y que no rebasa en ningún momento su naturaleza lúdica.

Farhadi retrata las costumbres y al pueblo español desde una mirada que no deja de sentirse ajena y artificial en su impostura, como si en todo momento estuviese filtrando hitos de la iconografía española contemporánea, particularmente el melodrama almodovariano de Volver (2006), además de contribuir a la construcción colectiva que se ha formado de la relación de Penélope Cruz y Javier Bardem –desde Jamón, jamón (Luna, 1992) y Vicky Cristina Barcelona (Allen, 2008)–, con una película que es hábil para mantener la tensión de un dispositivo fílmico simple pero de funcionamiento “misterioso” como el del reloj que prologa la película.

Siendo su ensamble su atractivo más sólido, la película carece de cualquier tipo de reto para su tríada central, afirmando el estancamiento que parece sufrir Javier Bardem desde hace algunas películas, el inexistente rango del astro argentino Darín y dándole un poco más de pirotecnia histriónica a Penélope Cruz. La que sale mejor parada es Bárbara Lennie, quién logra elevar un personaje meramente incidental y constreñido por su construcción de un guión de excesos melodramáticos, que ya se asomaban sin timidez alguna en Le passé (2013) y Forushande (2016).

A Farhadi no parece interesarle demasiado el misterio del reloj más allá de marcar correctamente la hora. Las aperturas y las brechas de la secrecía en un contexto familiar demandan una sutileza que el cineasta iraní perdió hace tiempo, intoxicado por el éxito internacional de su notable Una separación (2010) y aún más incursionando en tierras ajenas, lo que se traduce en un resplandor globalista efímero que es suficiente para abrir un festival pero cuya tibieza la condena al olvido y eso… todos lo saben.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

    Related Posts

    Duna: Parte Dos: El desierto de los profetas
    Ferrari y la velocidad de los fantasmas
    Croissants desde Cannes 2023– Día 6
    Croissants desde Cannes 2023 – Día 5
    Croissants desde Cannes 2023 – Día 4
    Croissants desde Cannes 2023 – Día 3