Después de una sólida inauguración, la 71º edición del Festival Internacional de Cine de Cannes continuó con sus actividades en distintas secciones. Los resultados oscilaron entre auténticas revelaciones a dolorosos ejercicios de mediocridad escudados en formatos televisivos, relevancia política y dosis malsanas de sentimentalismo.
Esto nos dejó la segunda jornada del certamen cinematográfico más reconocido del mundo:
- Pájaros de verano de Ciro Guerra & Cristina Gallego
Se presentó en: apertura de la Quincena de los Realizadores
El abrazo de la serpiente le ganó amplió reconocimiento internacional al cineasta colombiano Ciro Guerra, su nueva producción, codirigida con Cristina Gallego, Pájaros de verano retrata la guerra entre dos clanes Wayúu en la Colombia de finales de los años 60, sobre todo en una zona conocida como La Guajira.
Guerra permanece interesado en temas relacionados a los infinitos cruces entre etnología y capitalismo, específicamente en la intrínseca relación que se ha dado entre ambos a raíz del narcotráfico. Adoptando una forma menos estilizada que en El abrazo… y mucho más cercana al lenguaje de una serie de TV como Narcos, particularmente por la segmentación en cinco “cantos” –término que fácilmente podría ser reemplazado por capítulos–, dado que el sentido épico que la película pretende se queda más en intención que en logro. Sin llegar a los niveles de su largometraje anterior, Guerra y Gallegos entregan una película solvente y dominada por la figura de una fuerte matriarca. No obstante, un par de pájaros no hacen verano.
- A Ilha dos Amores de Paulo Rocha
Se presentó en: Cannes Classics
En su texto para Cahiers du Cinema de 1982, el crítico francés Charles Tesson dijo que la película A Ilha dos Amores, del cineasta lusitano Paulo Rocha, era “un filme inmenso por las perspectivas que abre al espectador y un lento exilio a un sólo país: el de cine”. La restauración de la película, presentada en Selección Oficial de 1982, fue prologada por las palabras del actor Luis Miguel Cintra –recurrente presencia en las películas de Manoel de Oliveira–, encargado de encarnar al poeta portugués Wenceslau de Moraes, quién vivió funestos romances con mujeres japonesas en la película que retrata los últimos 40 años de su vida.
La película de Rocha está dividida en 9 cantos y es una suerte de epopeya intimista, construida en espacios cerrados con un recurrente uso de los espejos para construir elaborados cuadros que retratan, a través de su trabajo literario, la vida de De Moraes. Es un trabajo de exquisita construcción formal (reminiscente principalmente de otros trabajos de De Oliveira como Francisca, de 1981) y un inabarcable mosaico literario que ilumina un país llamado cine.
- Rafiki de Wanuri Kahui
Se presentó en: Una Cierta Mirada
Enfrentarse a una película como Rafiki implica separar dos vertientes que son recurrentes en películas programadas en un festival como Cannes: la forma y el mensaje. En términos exclusivamente de forma cinematográfica, la película de la cineasta keniata Wnauri Kahui es, en el mejor de los casos, mediocre. Profundamente convencional y esquemática, influenciada por un lenguaje didáctico que más que representar, ilustra una problemática social y política relevante en la Kenia contemporánea: el de las minorías sexuales. La película presenta el romance de dos jóvenes que se enfrentan a una sociedad hermética y violenta que reprueba su decisión de amarse.
Rafiki fue prohibida en su país de origen antes de presentarse en el festival, lo cual le representó tener más proyección e incluso la presencia del contingente femenino del Jurado de la Competencia en su pase oficial, poniendo énfasis en el mensaje político y mucho menos en “lo cinematográfico”. Más cercana a la dramaturgia de un programa unitario de televisión, la película de Kahui no carece de relevancia, pero si de visión.
- Donbass de Sergei Losnitza
Se presentó en: inauguración de Una Cierta Mirada
Después de una gris presentación el año pasado en la Competencia con Krotkaya, su muy libre y brutal adaptación de Una mujer gentil de Dostoievski, el cineasta ucraniano Sergei Losnitza regreso por la puerta grande a Cannes con Donbass: una colección de satíricas viñetas que se llevan a cabo en la región homónima de Ucrania que presentan la erosión social en una vena que evoca los trabajos del recién finado Milos Forman (El baile de los bomberos, 1967).
La película de Losnitza toma como eje conductor los conflictos entre el ejército ucraniano y los separatistas rusos. La cinta está más cercana a la sensibilidad de Europa Oriental, conecta momentos basados en situaciones reales, tomadas de videos virales, que son recreadas y llevadas a un absurdo exceso que en sus momentos más débiles se regodea en lo grotesco, pero que en su fina escena final propone una ingeniosa puesta en abismo que reivindica a un cineasta que no se hallaba en los terrenos de la ficción desde My Joy (2010).
- Yomeddine de A.B. Shawky
Se presentó en: Competencia Oficial
La segunda película en competencia fue, sin duda, el punto más bajo del día. Contando con la presión de ser la única opera prima en competencia, proeza rara para un cineasta hoy en día, la película del debutante Shawky presenta el road trip de un hombre curado de lepra y un niño huérfano llamado Obama (en referencia a ya sabes quien), quienes buscan a sus familias en un largo viaje en el Egipto contemporáneo.
Plagada de convenciones y con un score profundamente manipulador, la película de Shawky busca apoyarse en el carisma de su protagonista Rady Gamal. Sin embargo, para el nivel demandado por un festival como éste, la película es tosca, burda y penosamente melodramática y sentimentalista. Quizá este siendo juzgada con excesiva dureza, pero considerando el contexto de un certamen competitivo de este nivel, su impostado humanismo contrasta con el cinismo crítico al que uno llega a hacerse muy afecto en Cannes.
Por JJ Negrete (@jjnegretec)