Black Canvas: Dos convergencias de realidad

Nuestra última entrega sobre el festival Black Canvas cubre dos propuestas documentales que convergen en su puntual denuncia de la situación europea actual desde dos ángulos distintos: el de un pueblo que se resiste a dar paso a la modernidad y el de una revolucionaria propuesta futbolística que encuentra la resistencia del conservadurismo deportivo.

  • Doel de Frederik Sølberg

Un espacio físico guarda siempre recuerdos que viven a través de quienes lo habitan o transitan; su  abandono representa su muerte, convirtiendo al sedentarismo en una forma de resistencia, cuando menos esa es la que usan los 26 habitantes de la localidad danesa de Doel, un pueblo fantasma que espera ser destruido, como muchos, para dar paso a los aplastantes pasos de la modernidad y progreso.

Testigos de una época de esplendor industrial y nuclear de los que ahora solo quedan decadentes y grafiteados fantasmas, los habitantes y espacios componen Doel –que ahora sobrevive como una curiosa ironía para fanáticos de autos, exploradores urbanos y podridos ravers–, deben adecuarse a los tiempos actuales para ser convertidos en un enorme contenedor industrial. Evocando los sardónicos tableaux vivants del cineasta austríaco Ulrich Seidl con la peculiaridad cotidiana de los habitantes del Slacker (1991), de Linklater, Sølberg crea una serie de postales de un lugar cuyos habitantes se niegan a dejar morir, usando la permanencia como resistencia en un mundo aquejado por destructivo y capitalizable vértigo.

  • Fútbol Infinito de Corneliu Porumboiu

El futbol concebido, industrializado y mercadeado por la poderosa FIFA se ha convertido en una institución burocrática de un poderío cultural, económico y político tan grande como el de el Kremlin en tiempos de la extinta URSSS o cualquier otro órgano gubernamental con los que el cineasta rumano Corneliu Poromboiu está más que familiarizado. Los ha diseccionado en películas como Polisit, adjectiv (2009). En su más reciente largometraje, Fútbol infinito, Poromboiu continúa explorando el futbol como un fenómeno polisémico después de lo planteado en la brillante El segundo juego (2014), una aguda reflexión sobre la naturaleza perecedera de un partido de futbol.

Fútbol infinito nos presenta a Laurentiu, el hermano de un amigo de la infancia del cineasta, que en su jornada diurna se desempeña como un gris burócrata y en sus tiempos de ocio ha diseñado un revolucionario sistema que busca cambiar el futbol soccer a través del aprovechamiento del espacio negativo del campo, convertir la cancha en un octágono, poner una frontera imaginaria en el medio campo y agregar jugadores. Disparates o innovaciones que ponen en duda la evolución, más que de un deporte, de un esquema de pensamiento.

Poromboiu, con su usual sobriedad e inteligencia, concibe a Laurentiu como una figura platónica que aboga por la libertad de crear y pensar de forma alternativa en un medio de reglas arraigadas y aparentemente inamovibles en la que el deporte, en lugar de ser un ámbito de libertad lúdica se convierte en una instancia a veces hasta opresiva, pero aún capaz de generar fugaces destellos de magia y curiosa belleza usando solo un balón.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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