Los caminos de Guanajuato se cierran para los cinéfilos… al menos por este año. El Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF, por sus siglas en inglés) llegó a su fin después de diez días llenos de intensa actividad cinematográfica. En el cierre, dos películas proyectadas merecen la pena de ser comentadas.
- La parábola del camino
Es imposible quedar bien con todo mundo. Intentarlo es un despropósito porque no hay forma de ganar, pero algunos seguirán tratando de lograrlo. Como el realizador Celso R. García en La delgada línea amarilla (2015).
Toño (Damián Alcázar) lleva 11 años trabajando como velador de un deshuesadero. Su rutina diaria es sencilla como el trabajo: se ha acomodado a no esperar nada más. Un buen día le dan la noticia de que está despedido, el negocio anda mal, además lo asaltan continuamente y pagarle se complica. Un perro hará su chamba de ahora en adelante. A su edad le será difícil encontrar un buen trabajo, así que acepta ser despachador en una gasolinera, donde, por azares de la providencia narrativa, se encuentra con un viejo conocido que le ofrece un mejor trabajo: ser el supervisor de un equipo encargado de pintar la línea de una carretera y tener cuatro hombres bajo su mando.
As,í La delgada línea amarilla (no se vayan con la finta, no tiene que ver con la cinta de Malick de nombre similar) es un road trip donde los hombres involucrados en el trabajo madurarán/cambiarán por la experiencia. El ritmo de cualquier trabajo dignifica el alma. Nuestros hombres compartirán la carretera buscando una guía mientras marcan una literal sobre el camino. Unos extrañando trabajos anteriores (Silverio Palacios, Joaquín Cosío), otros añorando la familia pérdida (Alcázar, Américo Hollander) o redención para tener la conciencia tranquila (Gustavo Sánchez Parra, Alcázar).
Es en sus intenciones donde La delgada línea amarilla pierde un poco de piso: tenemos una película que intenta ser muchas cosas. Una demostración de ideas católicas, cine familiar, cine feel good, melodrama con comentario social y un par más. Optimismo sin diluir para todas las edades. Buenos samaritanos dispuestos a dar segundas oportunidades, ladrones arrepentidos, dueños del reino de los cielos y corazones puros que encuentran su razón de ser cuando ayudan al prójimo o reciben un inocente beso en el cachete.
200 kilometros de carretera son suficientes para convencerse del piadoso camino a seguir y salir con una sonrisa dominguera del cine.
- El arte del remix
El cine turco es poco visto en nuestro país. La excepción son aquellas cintas ganadoras de premios en festivales de prestigio, el circuito de arte, pues. Difícil es acercarse a la veta más popular de dicha cinematografía estando lejos de la fuente, aunque siempre hay algún entusiasta que se encarga de educar a los interesados. ¡Saludos, Jorge Grajales! De esa manera, no es raro escuchar entre los amantes del cine cutre su afición por las versiones turcas de Rambo, El exorcista o Superman. El fenómeno se repite en muchos rincones del mundo.
El documental Remake, Remix, Rip-Off: About Copy Culture & Turkish Pop Cinema (2014) de Cem Kaya, alemán hijo de migrantes turcos, intenta explicar las razones de esas versiones y su espacio en la cultura popular de la tierra de sus padres. Revalorización después de ser denostadas como entretenimiento pasajero, chatarra y nada más. Kaya repasa los orígenes desde los años 60 hasta su desaparición a finales de los 70.
La cinta termina por ser una celebración de la inventiva de los realizadores turcos y la industria en general que se abocó a producir los largometrajes, usando todos los recursos disponibles a la mano. Al mismo tiempo busca darles su lugar como artistas/autores y desmarcarlos del recurso fácil de tacharlos de copiones sin escrúpulos. Sí, tomaban ideas de películas norteamericanas para usarlas pero las adaptaciones iban más allá. Como una canción de hip hop usando el pedazo de un buen blues, el resultado final se veía enriquecido por la propia visión de los ejecutantes.
De igual forma se explora el marco político en que surgieron y la represión social que se vivía en tierras turcas aquellos años. Similar a las razones por las que aquí surgió el cine de ficheras por la misma época, por ejemplo.
El cine turco fue, sin duda, el highlight del GIFF.
Por Rafael Paz (@pazespa)