Berlinale 2021: Inteurodeoksyeon, de Hong Sang-soo

La más reciente película del coreano Hong Sang-soo se aloja en el espacio existente entre la nitidez y la opacidad. Como cualquier otro de sus trabajos, Inteurodeoksyeon (2021) tiene personajes y situaciones reunidos alrededor de los motivos característicos de su filmografía (el cine, el soju, los cigarros), al mismo tiempo existen una serie de conflictos entre los personajes que no son evidentes en ningún momento, incluso, se prestan a confusión sin perder su resonancia emocional.

En Inteurodeoksyeon, los personajes hablan poco y lo dicho no es tan importante como lo que actúan y transmiten. Estamos ante una película en la que Hong, ávido consumidor de soju, ha llegado a un punto de destilación narrativa tan potente que se vuelve abstracto y críptico sin pretender serlo. Como si Hong nos ofreciera cortésmente un licor que embriaga con mayor potencia que cualquier otro en dosis pequeñas, no obstante permite tener conciencia del dolor y el júbilo que se experimentan en el estado más lúcido.

Hay una discreta osadía en titular el proyecto a estas alturas de su filmografía como “introducción”. ¿Qué, específicamente, se está introduciendo aquí? La película inicia con la plegaria de un doctor y finaliza con su hijo, Young-ho (Seok-ho Shin), sumergiendo el cuerpo en un mar de templado oleaje. Lo que sucede en medio de ambas escenas son, básicamente, encuentros entre personajes que van perfilando tenuemente historias que nunca son narradas, experiencias que no son reveladas y heridas de las que desconocemos su origen.

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Como en The Woman Who Ran (2020), Inteurodeoksyeon se anima a través de la persecución de un misterio inexistente, sumando a la noción que con el tiempo su cine se ha expandido más allá de sí mismo, aunque sin abandonarse en ningún momento. La evolución en cada película no es señal de “crecimiento” o de “madurez”, sino que habla de las preocupaciones del artista en un presente atemporal. En su simpleza, los planos de Hong hallan la duración justa y la belleza necesaria, un gesto a contracorriente del esteticismo gratuito e impostado que es moneda común en los festivales de cine.

La vida necesita más impulsividad, dice una artista (Kim Min-hee) a la joven Ju-won (Mi-so Park), novia de Young-ho que reside en Berlín. La idea podría empujar ésta o cualquier otra película de Hong, un cineasta usualmente asociado, y hasta cierto punto limitado, a filmar películas “pequeñas” sobre “gente que habla”.

En Inteurodeoksyeon, el impulso del cineasta se revela en el plano final: después de haberse metido al mar, Young-ho emerge pero la cámara permanece brevemente en el oleaje. Entre el frío y la humedad, se percibe en Young-ho un ligero aturdimiento que el espectador comparte. La película, como la imagen del oleaje, es templada y cristalina, así como es dinámica y difusa. Es sencillo sentir una película como Inteurodeoksyeon pero difícil resumirla, mérito atribuible únicamente a un cineasta que prescinde de la “maestría” o del “dominio” y que prefiere, ante todo, encontrar cierta densidad en la ligereza.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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