Ambulante | ‘Biophilia Live’: Un canto a la vida

A estas alturas pareciera que el simil entre microorganismos y galaxias está sobreexplotado. Lo que La idea de que lo que Peter Gabriel llama “mundo secreto” en el territorio de las bacterias, virus y células y lo que ocurre en el vacío del espacio con las estrellas y los planetas, es un proceso similar que incluso está ligado por un invisible hilo ancestral, es una idea recurrente en el mundo del arte moderno. Imágenes de arterias bombeando sangre, globulos rojos infectados y de forma paralela constelaciones en expansión, rotando sobre su órbita, son escenas que siempre deslumbrarán. Son los límites físicos de nuestra existencia (al menos los que hemos podido atestiguar hasta el momento) y evocan una fascinación inagotable, que visualmente funciona, pero que en terreno del discurso dificilmente aporta nuevas ideas al ejercicio del pensamiento.

A sus 49 años, con cerca de 38 años de trayectoria, la artista, avant-garde, Björk, con su disco, Biophilia, el décimo octavo material discográfico de su carrera, ahonda en la relación entre la música, la naturaleza y la tecnología de una forma extravagante, innovadora y radical. Biophilia Live (2014) se trata del cierre de una aventura artística multimedia que incluyó instalaciones, performances, una aplicación digital (que se trata de la primera app que el Museo de Arte Moderno de Nueva York incluye en su colección permanente) que enlaza además los temas musicales del disco con conceptos propios de la musicología. La película dirigida y editada por Peter Strickland y Nick Fenton –el primero conocido por su segundo largometraje, Berberian Sound Studio: La inquisición del sonido (2012)–, documenta el cierre de la gira que recorrió cinco continentes a lo largo de dos años, en el Palacio Alexandra en Londres.

Biophilia Live es un trabajo que interconecta fondo y forma de forma cuidadosa. Desde el vestuario y maquillaje de Björk, que parece una burbuja grumosa espacial, hasta los videos que se proyectan sobre el escenario de forma envolvente y que muestran close-up de ADN, un volcán en erupción o cientos de estrellas de mar sobre la costa, todo conduce al contenido lírico de las canciones, el discurso profundo que inspiró la composición del disco: la preocupación de la artista islandesa en torno al medio ambiente y la explotación de los recursos naturales en su natal, Islandia.

Acompañada de un hermoso coro de mujeres nativas de su tierra natal y músicos con instrumentos rarísimos, además de la presencia –ya constante– de Damien Taylor y 16bit, programadores, mezcladores e ingenieros de sonido, Björk ofrece una serie de momentos íntimos y sublimes, llevando su exploración musical a territorios sorprendentes. El disco se compuso con una tableta digital, ya que como asegura la cantante no utiliza instrumentos convencionales como el piano o la guitarra. En vivo se utilizan instrumentos como una bobina de Tesla, un arpa-pendulo que aprovecha la fuerza de gravedad para crear patrones musicales, y lo que además ella llama “iPads y cosas”, además de su potente voz que lo mismo refleja ternura, violencia y dolor.

Biophilia significa “amor por la vida o por los seres vivos”, el concierto entero es un canto a todas las formas vivas. Canciones como Crystalline, el primer sencillo, incluye un solo de un galamaste, un instrumento que se creo para Björk y que consiste en una caja de sonidos de órgano tradicional con una computadora incluida que da la sensación de tocarse solo o por un ser invisible porque se controla de forma remota. La canción Moon, por ejemplo sigue las fases de la luna, y recrea los ciclos en fórmulas musicales que se repiten a lo largo de la canción; Thonderbolt por su parte contiene arpegios inspirados en el tiempo que pasa entre el momento de luz del relampago y el estruendo del trueno y Dark Matter se compuso con letras en giberish o galamatías, pensando en que los fenómenos de la materia oscura son incomprensibles para el ser humano. Finalmente Hollow refleja de manera muy clara una porción muy grande lo que ocurre visualmente en el concierto. Según la propia artista se trata de una rola inspirada en sus “nuestros antepasados y el ADN, como si la tierra debajo de nosotros se abriera y pudieramos sentir a nuestra madre, y la madre de nuestra madre y a su madre 30 mil años atrás. Como si de repente estuviéramos en un tunel o en un tronco de ADN y todos esos fantasmas regresaran. Es un poco una canción de Halloween, bastante gótica, a mi manera…. Es como ser parte de un collar eterno, ser sólo un cordón de la cadena, querer ser parte y pertenecer, ser como un milagro”.

La película para los fans de la cantante puede significar, incluso para sus estandares de extravagancia, un paso nuevo en la exploración artística de su carrera, pero para aquellos que buscan un festín visual, rico en significados, en nuevos discursos en torno a la vieja idea de que estamos hechos un poco con la materia de las estrellas, porque explora la tecnología y el peso de la música sobre la composición de nuestro cerebro y sobre las prácticas inmemoriables de la danza en la cultura humana, resulta una opción bastante recomendable para sólo disfrutar el milagro de todo lo que está vivo y nos rodea y nos compone.

Por Davo Valdés de la Campa (@Davovaldes)

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