Ambulante | ‘15 esquinas del mundo’: El cuerpo del sonido

El mercado de la nostalgia ha traído consigo una fuerte revalorización de los materiales de antaño, sea el formato de 35 mm en el ámbito fílmico o los viniles dentro de la industria musical. Además de convertirse, desde luego, en atractivas opciones para explotar el consumo, la nueva significación que estos materiales ofrecen permite la emergencia de formas nuevas de experimentar con los mismos, lejos de las reglas y códigos del mercado. El uso de la cinta magnética, originalmente desarrollada en Alemania, aunque en continuo desuso, representó para el músico polaco Eugeniusz Rudnik una oportunidad de traer el sonido a una esfera tridimensional, regida por una vibrante geometría.

Utilizando como instrumento principal un par de tijeras, Rudnik, parte esencial del ensamble del legendario Estudio Expeimental de Radio Polaca, revolucionó la creación aural con enorme anticipación al surgimiento de los ahora ubicuos y cada vez más superfluos disc jockeys. Desde su estudio y a través de material de archivo, Rudik es mostrado como un artista de abstracto y radical rigor por la documentalista polaca Zuzanna Solakiewicz, quién intercala el trabajo de Rudik con secuencias visuales creadas a partir de su trabajo con la cinta magnética.

Solakiewicz y Rudik crean una exploración aural que despierta una estimulante reflexión sobre lo que Rudik concibe como la geometría del sonido que se encuentra presente particularmente en los ritmos que Rudik encuentra en la arquitectura, el cuerpo humano y la naturaleza. Los interludios aurales son de una misteriosa belleza, materializando el sonido a través de su analógico medio de origen, a través del cual descubrimos una nueva dimensión de realidad.

Así es como el uso del sonido y su manipulación física, lo que se perdió con la llegada de los medios digitales de producción, se perciben como umbrales sensoriales que, de acuerdo a Rudik y Solakiewicz pueden develar el alma a través de su incesante y silente ritmo. El rescate de cintas magnéticas, aparentemente inservibles y dañadas, permitió a Rudik evocar no solo lo más oculto en cada esquina de nuestro mundo, sino a lo que suena el cosmos.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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