35 Foro | ‘Los bañistas’: Ducha solidaria

Crisis económica y social. Una joven (Sofía Espinosa) se ve obligada a dejar la escuela y abandonar su departamento por falta de fondos. Un hombre mayor (Juan Carlos Colombo) pierde su trabajo después de más de tres décadas de servicio. Al pie de su edificio un grupo de entusiastas (Harold Torres, Armando Espitia, entre otros) toma la calle esperando lograr un cambio y la desesperanza los abruma. Tres historias llenas de incertidumbre se intersectan por casualidad y solidaridad hacia el otro. El estrato de origen es diferente, las penurias son las mismas. Aquí la crisis como agente homogeneizador.

Contrario a las dos franjas que parecen dividir al cine mexicano de nuestros días: el cine con miras festivaleras/artísticas y la comedia/melodrama televisivo con estrellas de dicho medio, Los bañistas (2014), del realizador Max Zunino, propone sencillez como faro de su propuesta. Para el director y su co-guionista (Sofía Espinosa), los cambios más simples son la llave de la maduración personal y, a la postre, social. Toda gran transformación inicia en pequeño.

Así, cada una de las historias lleva al crecimiento de sus personajes sin necesidad de radicalizar la narrativa o someterlos a acciones más drásticas, por si la crisis económica (crónica/permanente) del país donde viven no es suficiente. Por ejemplo, Flavia (Espinosa) se nos presenta como una joven enojada con todos, insatisfecha, incluso egoísta. Es el contacto con su entorno –con uno de los manifestantes, a quien ve con recelo por estar en la calle; su vecino entrado en años– la razón por la que “deja de jugar a ser adulta”, como se lo recuerda constantemente su tía, dueña del departamento donde solía vivir. O de la manera en que los huelguistas ven sus ilusiones de cambio destrozadas ante la pasividad de las fuerzas políticas, reflejando la manera en que la mayoría de las expresiones sociales arrancan (con entusiasmo y vitalidad) y terminan (como el anonimato de la arena que engulle la espuma de la ola).

Los bañistas termina por reflejar en su relato la manera misma en que la película fue construida y llevada a buen puerto: con un grupo de personas uniéndose, a pesar de las carencias, para no quedarse atascados en el marasmo. En ocasiones se trata de prestarle la regadera a un sudado huelguista, otras de reducir los tiempos de rodaje para llegar a la meta. La empatía por el otro quizá no sea la salida, pero es un buen punto de partida.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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