En la búsqueda de la expresión del alma, el artista requiere dedicación, persistencia y disciplina. Desde comunicar una visión del mundo hasta sobrevivir en dicha proeza, la suerte, en sus diferentes estados, es un factor que determina el camino. Incluso al de un aspirante a actor.
Con Súper Nada (2012), coproducción de México y Brasil, el director Rubens Rewald se sumerge al modus vivendi de Guto (Marat Descartes), un actor callejero que busca subsistir en el arte que ama. Manteniendo un vacilante romance con Livia (Clarissa Kitie) e incapaz de generar un sustento económico estable, su hija se encuentra a cargo de su abuela. Sin embargo, su oportunidad dorada se presenta cuando es requerido para participar en un sketchtelevisivo en compañía de Zeca (Jair Rodrigues), un cómico conocido como “Súper Nada”, que le dará ciertas lecciones de vida.
Guto trata de subsistir ante el incierto mundo de la actuación, tomando clases para pulir su técnica, presentándose en bares y acudiendo a innumerables audiciones sin mucho éxito, encontrando breves proyectos con mala paga. Están presentes las peripecias y dificultades por las que atraviesa el artista para proyectarse ante un público y compartir su arte.
Además de ello, la admiración hacia un personaje inspira a realizar un mejor trabajo y el protagonista no se pierde programa alguno de Súper Nada, realiza algo más que una comedia un tanto bobalicona que ironiza sobre la modernidad cotidiana. La decadencia de su figura y dicho formato se reflejan con una cápsula animada de antaño y la poca audiencia fiel que le queda.
La oportunidad de Guto para conocer a Súper Nada se cristaliza y el primer acercamiento es con una prueba de cámara en una escena cómica (en la que sucede un percance inesperado), pero conforme avanza la relativa amistad nunca termina por trascender ni profundizar más allá de la anécdota, ni mucho menos a inspirarlo en su desarrollo. El mismo caso sucede con las relaciones interpersonales de Guto con su novia y con la propia hija, limitándose a interactuar con ella por medio del juego de la interpretación, sin ahondar en la dinámica familiar.
La buena actuación de Marat Descartes no es suficiente para sostener por completo el retrato del incierto artista, aunque ofrece un logrado vaivén de emociones de Guto en las técnicas de performance. Jair Rodrígues (cantante célebre de samba en Brasil) es notable al interpretar a Súper Nada, un personaje que dentro y fuera de las cámaras tiene un folclor en una personalidad desfachatada y un tanto narcisista.
Así, Súper Nada se limita a fungir como una anécdota de sucesos de la paulatina lucha de un actor por trascender más allá de las aulas, los comerciales y la calle, sin que pueda generar una empatía poderosa en su periplo.
Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)
