Con Anime, la animación japonesa de posguerra, la Cineteca Nacional presenta su primer ciclo dedicado a la animación nipona. Seguro no querrás perderte ninguna de las películas, pero sabemos que a veces es imposible comprar boletos para todas las funciones porque el presupuesto no alcanza o no hay tiempo. Nosotros te proponemos seis animes que no te puedes perder, no sólo por su calidad, sino por el peso cultural que tienen cada uno de ellos.

Es un error pensar que todo lo bueno del anime tiene que ver con el Studio Ghibli, Toei Animation o con Hayao Miyazaki. Nadie niega sus trayectorias ni su importancia; sin embargo, hay todo un mundo que está oculto para los ojos del espectador mexicano: directores, personajes e historias que buscan acercarse a la complejidad del hombre, ficciones y fantasías que reflejan leyendas y conflictos sociales. 

  • Anime para principiantes 

Si la animación japonesa no es lo tuyo y quieres comenzar por algo, te recomendamos ver lo clásico: Hayao Miyazaki con Nausicaä. Guerreros del viento (Kaze no tani no Naushika, 1984) e Isao TakahataLa tumba de las luciérnagas (Hotaru no Haka, 1988).

Estos dos directores son clave para la evolución del anime, así como su expansión internacional; el primero, uno de los más reconocidos por el mundo cinematográfico, se basó en el manga homónimo que él mismo dibujó y en varias ideas que se pueden observar en otras de sus películas: preocupación por la ecología y el medio ambiente, personajes fuertes y siempre con una fábula detrás.

En el caso de Isao, La tumba de las luciérnagas tiñe, como en el caso de Heidi o Marco, la ternura y el dolor, toca los límites del drama gracias a un guión duro y entristecedor que pone como paisaje la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias. 

  • La guerra y el anime

La Guerra, momento importante para la animación en Japón, es un tema que tocan varios filmes, por ejemplo: como la mencionada La tumba de las luciérnagas, y Gen de los pies descalzos (Hadashi no Gen, 1983), de Mori Masaka, donde se narran las consecuencias tras el impacto de la bomba atómica.

Para Japón, esos conflictos bélicos significaron mucho para el desarrollo político y económico, ya que se volvieron una democracia después de la guerra; también se hizo conciencia por medio del cine de retratar la vida en Hiroshima a través de las vivencias de familias y habitantes que sufrieron la escasez de alimentos y el efecto radioactivo.

  • De cuando llega el color al anime 

La programación del ciclo Anime, la animación japonesa de posguerra abre con la primera película a color de animación japonesa dirigida por Taiji Yabushita y Kazuhiko OkabeLa guarida de la serpiente blanca (Hakujaden, 1958), que cuenta la historia de Xu-Xian, un niño que se ve forzado a dejar libre a su mascota, una pequeña serpiente blanca. Lo que él no sabía es que esa serpiente es Bai-Niang, una joven diosa-serpiente, y que ella está enamorada de él. Años más tarde, cuando Xu-Xian es adulto, Bai-Niang se transforma mediante la magia en humana y vuelve en busca de su amor.

  • La importancia de las leyendas y cuentos

Reproducir historias que son parte de la cultura oriental a la pantalla grande es parte de la historia del cine japonés. Como es el caso de Dragon Ball, que fue basado en la leyenda del viaje hacia el oeste del rey mono Sun WukongLas aventuras de Anju y Zushio (Anju to Zushio-maru, 1961) es una adaptación del cuento clásico El intendente Sansho, que ya había sido filmado en 1954 por Kenji Mizoguchi. La narración cuenta el deseo de un oficial de matar a un gobernador junto a su familia.

  • La experimentación de técnicas

En los últimos 50 años, el uso de tecnologías ha sido de gran ayuda para la creación de animes, tanto del lado comercial como en el artístico. Se conocen varias puestas que buscan revolucionar el anime en el cine, como es el caso de Final Fantasy o hasta cómo la tecnología es parte de la historia, como Mazinger Z o las películas de Evangelion.

Sin embargo, nada de lo último mencionado tiene que ver con esta película: Juegos mentales (Maindo Gemu, 2004), de Masaaki Yuasa, quien experimenta no sólo con el uso de la técnica de stop motion y otros elementos técnicos, sino que rompe los paradigmas presentando una versión del cómic creado por Robin Nishi sobre el contexto del mundial Corea-Japón en 2002.

Por Sofía Huerta (@Sophia_Huerta)